El (eterno) debate de los deberes de verano: ¿consolidan los aprendizajes o invaden el tiempo de los niños?

¿Necesitan los escolares mantener un cierto vínculo con el lápiz, el papel y el cálculo durante las 11 semanas de desconexión estival? ¿Tiene sentido obligar a niños y niñas que acabaron el curso con buenas notas a hacer cuadernillos de ortografía durante los ratos muertos en el cámping? ¿Merece la pena pelearse con ellos para que terminen el cuaderno de verano que tanta ilusión les hizo comprarse en junio, pero que sigue encallado en la página seis a mediados de agosto? El debate se abre todos los veranos y no hay una conclusión clara. Como casi siempre, depende de a quién se pregunte. Aquí va una recopilación de miradas muy distintas sobre el asunto: quédense con la que más les convenza.

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