El Real Madrid, al igual que el resto de clubes modernos, son agencias de viajes que realizan giras interminables en un calendario al que le faltan días. La entidad blanca ha sido una de las más firmes defensoras del Mundial de Clubes, un torneo que ciertos implicados verían bien realizar cada dos años. Sea en EEUU, Arabia, España, Qatar o en otro planeta. Los actores del fútbol exprimen cada segundo para entregárselo al negocio del que forman parte. Pero hubo un tiempo, durante las décadas de los 60 y 70, en el que bastaba un autobús para llegar al lugar de concentración: el Hotel Arcipreste de Hita de Navacerrada.
Carreras a 1.200 metros de altitud
Hoy, este enclave en el que se ejercitaba el ‘Madrid ye-yé’ y otras generaciones exitosas del siglo pasado, se denomina Hotel Hita ‘Nature Experience’ for all. A pesar de la conversión en un resort natural de cuatro estrellas difícilmente sería un destino elegido por un club moderno, los que prefieren desafiar el ‘jet-lag’ para construir su marca por el mundo adelante. Antes de esta universalidad, con Santiago Bernabéu al frente, la figura en la que siempre se ha mirado Florentino Pérez, se primaba la tranquilidad por encima de todo.
Lo que buscaba el antiguo presidente blanco con el Hotel Arcipreste de Hita de Navacerrada era llevar a la plantilla a un entorno natural donde, como mínimo, tuviesen que buscar las distracciones. Que las había. Y muchas, desde el dominó hasta un trago suelto con nocturnidad. Pero nada que ver con la Gran Manzana y otros territorios que después asaltaría el Real Madrid. Navacerrada, situada a 1.200 metros de altitud, es hoy un enclave turístico en la sierra del Guadarrama, al norte de la Comunidad de Madrid.
Cuando uno circula por la A-6 dirección Galicia lee en los indicativos de la DGT la tasa de ocupación de los aparcamientos de esta localidad. A estas alturas del año, están siempre llenos y es necesario ir con tiempo y previsión para disfrutar de un aire que se ha ido cargando con el paso de los años y los visitantes. Nada que ver con los años en los que el Real Madrid paseaba libremente por las calles del pueblo. Entre las escenas normales que se daban aquellos días estaba la visita de jugadores como Pirri o Amancio a la Iglesia de la Natividad para mezclarse con los parroquianos.
La foto prohibida del ‘Madrid de los yeyé’
Aunque el clima de ‘ora et labora’ se rompía de vez en cuando, para disgusto de Santiago Bernabéu. El episodio más sonado fue cuando el periodista Félix Lázaro, del diario ‘El Alcázar’, burló la vigilancia de Miguel Muñoz, el entrenador que más tiempo pasó en el Hotel Arcipreste de Hita. Consiguió subir a las habitaciones de los muchachos aprovechando que el técnico estaba enredado en una partida de dominó. Lo hizo para sacar una fotografía que provocaría una larga ‘santiaguina’, como se denominaba a las charlas correctoras de Bernabéu.
En ella, Betancort, De Felipe, Velázquez, Pirri, Grosso y Sanchís posaban con unas pelucas, como si fuesen The Beatles, para reforzar el nombre que había recibido aquella quinta: el ‘Madrid de los yeyé’. Aquella generación dominó el fútbol de los 60 y terminaría conquistando la Sexta Copa de Europa para el Real Madrid. El nombre de «yeyé» provenía del coro de la canción She Loves You de aquel cuarteto inglés que sacudió, con su impacto, los cimientos de la Dictadura.
Como Lennon, McCartney, Harrison y Ringo Star, aquel Madrid empezaba a ser de estrellas jóvenes que causaban un impacto hasta entonces desconocido en el mundo del fútbol. Todo lo que a Bernabéu le disgustaba y que ahora le encanta a Florentino y el resto de mandatarios coetáneos. Aquella imagen sacó de quicio al presidente blanco, aunque perdía más los nervios el célebre escritor Antonio Buero Vallejo, cuando sentía las carreras y los gritos de los madridistas por el hotel que compartían.
De la visita de Sofía Loren a la conjura de la Copa del Rey
Porque el Hotel Arcipreste de Hita de Navacerrada era también un lugar para el recogimiento de artistas y por el que de vez en cuando se dejaban caer personalidades como Sofía Loren, junto a su marido Carlo Ponti. O incluso la Reina Sofía, de la mano de un pequeño Felipe VI. El caso es que el serbio Miljan Miljanic empezó a ver con recelo el hecho de que sus jugadores se concentrasen a 1.220 metros de altura. Tanto en la pretemporada como antes de los partidos, cuando se producían concentraciones exprés, no como ahora.
Pero el destino invitó a una despedida con honores del Hotel Arcipreste de Hita. La última vez que los jugadores subieron a la Sierra madrileña fue después de la ida de un partido de Copa del Rey en el que perdieron 4-0 en Las Palmas. Fue en 1974 en una jornada de la primera temporada de Miljanic al frente del club y cuando creyó que su cabeza iba a ser cortada. Nada mejor que oxígeno fresco para liberar la tensión.
El club regresó al lugar donde vivió tantos buenos momentos, que se convertirían en cinco ligas en diez temporadas en los 70, para hacer una terapia colectiva que se tradujo en un 5-0 redentor para la vuelta. Ahí se terminó la historia de amor del Real Madrid con Navacerrada, un lugar al que miembros de las plantillas que estuvieron en ‘cautividad’ varios veranos, volvieron tiempo después para recordar los momentos de otro fútbol.