En el ‘techo del mundo’, un ternero de pelaje negro se pone en pie a los pocos minutos de nacer. No es un nacimiento más; es la materialización de un hito de la ingeniería genética, el primer yak clonado de la historia, diseñado para ser más fuerte, más grande y más resistente en el entorno más hostil del planeta.
En el corazón del Tíbet, a miles de metros de altura, ha nacido un ternero que podría cambiar el futuro de la ganadería en las regiones más extremas del planeta. No es un ternero cualquiera: es el primer yak clonado de la historia, una especie de primo lejano y de alta montaña de la famosa oveja Dolly.
El pequeño, de un saludable pelaje negro, vio la luz el pasado 11 de julio y, con sus 33,5 kilos, demostró una fortaleza inusual al ponerse en pie a los pocos minutos.
Este nacimiento no es fruto del azar, sino la culminación de un ambicioso proyecto científico chino que busca dar un impulso genético a una de las criaturas más emblemáticas e importantes para la vida en el Himalaya.
¿Cómo se «fotocopia» un yak?
Para lograr esta hazaña, los científicos no eligieron un yak al azar. Primero, utilizaron tecnología avanzada para escanear el ADN de muchos animales y encontrar a un «campeón»: un ejemplar con los mejores genes para ser grande, fuerte, dar más leche y resistir las enfermedades propias de un entorno con poco oxígeno.
Una vez localizado el «super-yak» original, aplicaron la misma técnica que dio vida a la oveja Dolly en 1996. De forma simplificada, es como hacer una fotocopia genética: tomaron el «manual de instrucciones» (el ADN) de una célula del yak campeón y lo introdujeron en un óvulo vacío. El resultado es un embrión que es un gemelo idéntico del original, listo para ser gestado por una madre sustituta.
Más que un experimento, una esperanza para los pastores
Este hito científico no es un simple alarde tecnológico. Es la respuesta de la ciencia a los desafíos reales que enfrentan las comunidades de pastores en el Tíbet. Durante siglos, el yak ha sido su principal fuente de alimento, transporte y sustento, pero los métodos de cría tradicionales luchan por mantenerse al día con las presiones económicas y el cambio climático.
El objetivo es claro: crear una nueva generación de yaks mejorados que ayuden a garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de estas comunidades. Animales que, como este primer clon, nazcan más grandes y sanos, produzcan más recursos y estén mejor preparados para sobrevivir en el «techo del mundo».
Liderado por la Universidad de Zhejiang en colaboración con instituciones locales, el proyecto es un ejemplo de cómo la biotecnología puede usarse para el desarrollo sostenible. Como señala el investigador principal, Fang Shengguo, esta tecnología será clave para construir un sistema de cría a medida para el ganado de gran altitud, asegurando que el inseparable vínculo entre el pueblo tibetano y su icónico animal siga prosperando en el futuro.