Daqué pasa nesa casa

Créanme, entiendo perfectamente el sentimiento de pertenencia a un partido, que tiene diversos grados de emocionalidad, desde la entrega ciega y sin el menor resquicio de duda, a la aceptación resignada de esa pertenencia, pero sin renunciar a ella. Las razones de esa adhesión son muy variadas, y en cada individuo, en cada militante o votante actúan en diversa forma, todas en conjunto o en número variable: familiares, históricas, de tradición de grupo. La llamada «ideología» es un conjunto de análisis y discursos más o menos imprecisos sobre lo que es el mundo y a dónde debe ir. Sobre estos vectores enunciados, que no son todos, se suman otros dos, acaso los más activos en realidad, los más determinantes: que el partido o grupo en que se está, en que se milita, es moralmente superior al otro, el camino correcto de la historia, y que, en último término, el triunfo de los propios es un bien absoluto, pues el triunfo de los otros es el mal. Pónganle matices, pero es esto lo fundamental.

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