Aunque los perros han acompañado al ser humano durante miles de años, todavía hoy seguimos cometiendo errores muy comunes al relacionarnos con ellos. La convivencia diaria no siempre garantiza una comprensión real de sus necesidades ni de su forma de comunicarse. A menudo, interpretamos su comportamiento desde una perspectiva puramente humana, sin detenernos a observar lo que de verdad están intentando decirnos.
Estos errores pueden aparecer en diferentes momentos y situaciones cotidianas: desde una simple caricia mal recibida hasta la reacción del perro ante visitas o ruidos. Algunos de los fallos más habituales tienen que ver con la forma en la que los humanos interpretamos —o directamente no percibimos— su lenguaje corporal. Otros están relacionados con el respeto al espacio personal que todo perro necesita. Y también es muy frecuente que no seamos capaces de anticiparnos a los problemas, y que solo busquemos ayuda cuando la situación ya se ha vuelto difícil de gestionar.
Sobre estos temas ha hablado Alba, experta en comportamiento canino y responsable de la cuenta @olfateandoelmundo, en una entrevista reciente para el pódcast de @Brannypets. En esa conversación, Alba ha explicado con claridad cuáles son, en su opinión, los tres errores más frecuentes que cometemos las personas al convivir con perros. Su enfoque parte de la observación y del respeto hacia el animal, y pone sobre la mesa ideas que pueden ayudarnos a mejorar el día a día con nuestros compañeros de cuatro patas.
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1. No saber interpretar su lenguaje
El primer error es no comprender cómo se comunican los perros. Aunque es fácil reconocer señales evidentes como los ladridos o gruñidos, solemos pasar por alto gestos más sutiles que también tienen significado.
“Un perro que se relame, que bosteza o que gira la cara ligeramente está intentando comunicar algo”, explica la experta. Este tipo de señales suelen indicar incomodidad, nerviosismo o deseo de evitar una interacción, pero muchas veces no les prestamos atención.
Ignorar estas formas de comunicación puede generar situaciones desagradables. “No atender esta parte sutil es uno de los errores que luego nos lleva a consecuencias más graves, más intensas, más incómodas también para los humanos”.
2. Invadir su espacio personal
Otro fallo habitual es no respetar el espacio del perro. Así como las personas tienen su propio espacio íntimo, los perros también necesitan el suyo. Sin embargo, muchas veces se da por hecho que deben tolerar el contacto físico sin protestar.
“Muchas veces damos por hecho que el perro tiene que obedecerme, tiene que dejarse tocar”, señala. Esto está relacionado con la idea de que un “buen perro” es aquel que no protesta, que se deja acariciar por cualquiera, que convive con niños que le tiran de las orejas o se le suben encima sin reaccionar. Este concepto, ampliamente extendido, ignora las necesidades y los límites del animal.

3. Esperar a tener un problema para pedir ayuda
El tercer error es no buscar información o asesoramiento hasta que surge una dificultad. Es decir, no se previene, solo se actúa cuando el problema ya es evidente. “Siempre vamos a buscar la solución, que además la queremos para ayer”, resume. La falta de anticipación puede hacer que situaciones manejables acaben agravándose.
En definitiva, comprender mejor a los perros, respetar su espacio y actuar antes de que surjan los conflictos puede mejorar la convivencia y evitar muchos malentendidos. Estos cambios no requieren grandes esfuerzos, pero sí una actitud más atenta y consciente por parte de los humanos.

Esta es la señal de los perros que los humanos más malinterpretamos
En el podcast también han querido preguntar a Alba cual es una de las señales que más malinterpretamos en la convivencia con nuestros perros y la experta no ha dudado en indicar que son los lametones. Y es que lo que muchas personas entienden como una muestra de afecto o cariño por parte del animal, en realidad podría estar transmitiendo un mensaje completamente distinto.
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Tendemos a ver los gestos del perro desde una perspectiva humana, lo que nos lleva a atribuirles intenciones similares a las nuestras. Sin embargo, en algunos casos, esos lamidos no indican amor, sino que son una forma de expresar incomodidad. «Lo que están diciendo, en realidad, es: me preocupa dónde vas a poner esas manos«, explica Alba.

Una manera sencilla de comprobar si el perro está receptivo al contacto físico es acercar las manos a su hocico antes de acariciarlo. Si responde lamiéndolas, puede estar mostrando que no se siente del todo seguro o que prefiere mantener cierta distancia. Esta forma de comunicación, aunque sutil, puede ayudarnos a entender mejor cómo se siente el animal y evitar interacciones no deseadas.