Días atrás, poco antes de que en España estallara el odio xenófobo de Torre Pacheco y que una diputada de Vox incitara a la deportación de millones de migrantes para «sobrevivir como pueblo», una estampa completamente distinta se desplegaba en la Italia de Giorgia Meloni. En concreto: la decisión del Gobierno de líder de Hermanos de Italia –una antigua aliada del partido de Santiago Abascal- de anunciar su aval a la emisión de casi 500.000 nuevos visados de trabajo para migrantes extraeuropeos hasta 2028, incluidos unos 165.000 para 2026.
En un esfuerzo para cumplir con las demandas del mercado laboral italiano, especialmente el sector agrícola, el turismo y el trabajo doméstico, la coalición de Meloni, sin provocar polémica alguna -y a través del llamado «Decreto Flujos», avalado por el Consejo de Ministros-, aprobó así una de las mayores emisiones de nuevos visados a ciudadanos de fuera de la Unión Europea de los últimos años.
Archivo – Imagen de archivo de un grupo de migrantes cerca de la isla italiana de Lampedusa. / Cecilia Fabiano/Lapresse Via Zum / Dpa – Archivo
En números, al menos. De hecho, la medida llega después de que, entre 2023 y 2025, el Gobierno de Meloni ya autorizara 450.000 nuevos permisos, lo que eleva el total a casi un millón. Y eso es una cifra muy superior a los 70.000 de 2021, cuando la actual primera ministra italiana no gobernaba, y los 75.700 de 2022, cuando la política ganó las elecciones en septiembre de ese año.
Inmigrantes ya en Italia
En un país gobernado por una coalición que ha centrado gran parte de su discurso en la lucha contra la inmigración irregular, el anuncio no pasó desapercibido entre los investigadores. En particular, Matteo Villa, uno de los analistas de datos más conocidos del país, fue tajante al analizar la situación.
«El Gobierno de Meloni se ha convertido oficialmente en el Gobierno más abierto a los trabajadores extranjeros de la historia de Italia», dijo Villa, al añadir que «la gran mayoría» de los beneficiarios de medidas de este tipo serán además precisamente «inmigrantes irregulares que ya se encuentran en Italia». Algo que choca con el discurso de Meloni de que se han encontrado medidas eficientes para que Italia emplee solo a migrantes que han entrado en el país a través de canales legales.
Pero esto no sería sorprendente. Lo demuestra el hecho de que, en coincidencia con el primer Decreto Flujos de 2023 aprobado por Meloni, el número de extranjeros en situación irregular ya en Italia pasó de 520.000 en 2021 a 320.000 en 2024, según datos de la Fundación ISMU. Una bajada significativa que ocurrió a pesar del desembarco en el país, en el mismo periodo, de unos 400.000 migrantes.

Archivo – Un barco con migrantes llega al puerto de Catania, en Sicilia / Europa Press/Contacto/Orietta Scardino – Archivo
Sin opciones
El propio Gobierno italiano ha defendido su decisión como un ejercicio de pragmatismo. «Las cuotas [los permisos de trabajo] se han determinado teniendo en cuenta las necesidades que expresaron los agentes sociales y las solicitudes efectivamente presentadas en los últimos años», explicó la presidencia italiana en una nota difundida en ocasión del anuncio de la nueva medida. El objetivo es «permitir la entrada en Italia de mano de obra indispensable para el sistema económico y productivo nacional y que de otro modo no sería posible encontrar«, añadieron.
Los números, una vez más y más allá de las polémicas de la extrema derecha europea, explican la situación. Según datos de la Unión Italiana de Cámaras de Comercio (Unioncamere), el mercado laboral italiano necesitará cerca de 640.000 trabajadores adicionales entre 2024 y 2028, nada menos que el 21% del total. Trabajadores que, según análisis, serían en su mayoría mano de obra no altamente cualificada.
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