No supo España marcar de penalti (falló dos, uno Mariona; otro Alexia), pero sí logró superar a Suiza con dos fogonazos, producto de la intensidad defensiva de Patri Guijarro, la puntería de Athenea del Castillo y la creatividad sin fin de Claudia Pina. Dos momentos para cruzar el umbral prohibido en una Eurocopa, disfrutando, ahora sí, de unas semifinales, territorio inhóspito para ellas.
Se le puso bien el partido. Nada más iniciarse, España tenía el camino más sencillo para tomar una imprescindible ventaja camino de las semifinales. Pero erró un penalti. Un penalti lanzado por Mariona Caldentey, la jugadora del Arsenal. No estuvo lúcida en el lanzamiento y ese fallo acabó castigándole a ella. A ella y al equipo. Estaba espesa la selección, sin clarividencia ofensiva, a pesar de que dominaba el encuentro en todos sus registros. Tenía más balón, disparaba más, vivía, y con cierta comodidad, en territorio suizo, pero no acertaba.
A Mariona le hicieron el penalti. Y Mariona falló el penalti que debilita sus opciones de conquistar el Balón de Oro y, además, lastró el juego de España porque se sentía agobiada y extrañamente imprecisa. El peligro llegó, sobre todo, en acciones a balón parado. Al error de Mariona (m. 7) vino después la interesante llegada desde la segunda línea de Irene Paredes (m. 43) para cabecear con destreza un saque de esquina servido por Claudia Pina, pero la pelota topó con el palo izquierdo de Livia Peng, la meta suiza del Chelsea.
Fue ella luego quien frustró el segundo penalti de la selección española. Ya no estaba Mariona en el campo, y con el 2-0 en el marcador, tomó el balón Alexia Putellas, pero su disparo fue despejado felinamente por Peng.
Mariona Caldentey lanza un penalti que va fuera de la portería durante el partido de cuartos de final entre Suiza y España / Ana Escobar / EFE
Hasta ocho jugadores compartían el once inicial diseñado por Montse Tomé, la seleccionadora española. Desde la portería al ataque estaba monopolizada por el color azulgrana. Desde Cata Coll, la guardameta, que era protegida por tres de sus cuatro defensas con las que vive a diario en Barcelona: Ona Batlle, Irene Paredes y Laia Alexandri, que acaba de ser fichada este verano. Vio la central, procedente del Manchester City, una tarjeta amarilla, que le impedirá estar en las semifinales.
En el centro del campo cohabitaban Patri Guijarro, Aitana Bonmatí y Alexia Putellas, siendo el ataque la línea menos azulgrana ya que estaba Mariona, Esther y ‘solo’ Claudia Pina. Olga Carmona, la lateral izquierdo que era del Madrid y acaba de firmar por el PSG, era la tercera ‘intrusa’.
La España más Barça no jugó, en cambio, como acostumbra a hacerlo el Barça, por mucho que intentara mantener esas señas de identidad. Pero no estaban nada cómodas, incapaces como eran de descerrejar a Suiza, una selección sólida y fiable, que hacía de la presión su señal de identidad. Aunque se derrumbó en el tramo final, incapaz de contener a la furiosa Patri Guijarro.

Athenea del Castillo celebra el 1-0 que marcó a Suiza nada más entrar en la segunda parte del España-Suiza. / Efe / Ana Escobar
Cuando más extraviada se encontraba España llegó el juego directo para hallar la salida al laberinto. Un ataque estático mal gestionado provocó un error defensivo suizo, que se sacó la pelota de encima. Y con tan mala fortuna para ellas que su trayectoria fue interceptada por Patri Guijarro, quien optó por el camino más directo. Pase vertical al corazón del área helvética. Y cuanto más vértigo más pausa encontró Aitana Bonmatí para asistir con delicadeza a Athenea del Castillo, una recién llegada al partido.
No, no es ninguna exageración. Suplió a Mariona Caldentey (m. 62) y cuatro minutos después se quedó sola ante Livia Peng, a la que burló con astucia con su disparo seco y ajustado. El gol que liberó a España. A partir de ahí, y pasada ya la hora de un angustioso encuentro, todo fueron sonrisas y calma.

Claudia Pina celebra su gol, el 2-0 de España a Suiza, junto a Laia Alexandri en los cuartos de final de la Eurocopa femenina. / Ap / Martin Meissner
Todo lo que no había hecho en la hora anterior lo liquidó España en apenas cinco minutos. Dos goles calcados ya que tuvieron el mismo origen. La asfixiante presión defensiva ejercida por Patri Guijarro, inicio del cambio que vivió la selección. Capital fue su pase en el 1-0 a Aitana Bonmatí, quien conectó con Athenea del Castillo para aclarar una noche aciaga. Y más capital resultó todavía su determinación en el segundo porque arrebató el balón a Suiza para entregárselo como si fuera una cartera a Claudia Pina. Y ella, hábil, creativa, lista, felina, se inventó un golazo monumental.
Tan solo tres toques necesitó antes de soltar un latigazo con la pierna derecha que hizo volar a la pelota tal si fuera un objeto teledirigido hacia la escuadra izquierda de la portería suiza. Una maravilla de gol. Una obra de arte porque tres segundos antes no existía nada. O sí. Existía solo en la mente de Claudia, una delantera que no marca goles normales. Firma tantos extraordinarios.
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