“Estoy muy feliz e ilusionada, quiero reencontrarme con mi familia”. Así de emocionada ha aterrizado, esta tarde en el aeropuerto de Palma, Fatma Mustafa, una niña refugiada en un campamento del Sáhara Occidental. Junto a ella, han llegado otros 27 niños y niñas procedentes de Tinduf, Argelia, que participan en el programa ‘Vacaciones en Paz 2025’. Los menores han llegado a la isla para disfrutar de un verano lejos del abrasador calor del desierto: “Lo que más me gusta de Mallorca es el mar”, cuenta la pequeña Fatma.
Los niños han aterrizado acompañados por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas Baleares, que llevan 38 años con el programa ‘Vacaciones en paz’ en Baleares. Esta iniciativa permite a los menores refugiados en los campamentos saharauis de Tinduf disfrutar de unos meses de descanso: “Desde la asociación les damos a las familias una carpeta con toda la documentación y las revisiones médicas y analíticas de cada niño. Queremos que pasen un verano divertido, que coman bien, y que vuelvan recuperados”, ha explicado Catalina Rosselló, presidenta de la asociación.
La llegada de los chicos estaba prevista el pasado 2 de julio, pero según explican desde la asociación, “se canceló el vuelo inicial por problemas en los visados de los pasaportes colectivos de los menores”. “La realidad es que los niños han sufrido ese retraso porque han tenido que estar quince días más bajo los 50 grados del sol del desierto. Igualmente, por parte de las familias de acogida ha habido mucha comprensión y solidaridad”, ha declarado la presidenta de la asociación.
Un encuentro muy esperado
Los pequeños han esperado nerviosos y con alguna que otra lágrima la llegada de sus familias de acogida: “Están emocionados, dejan su casa atrás durante muchos días. Además, llevan viajando desde ayer y están cansados”, han explicado miembros y voluntarios de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui.
La familia Manresa-Seguí, de Llucmajor, ha sido la primera de todas en recoger a su “niña”. Muy estremecidos se han encontrado con Reihana: “Esperamos que el verano para Reihana sea como el de cualquier niño de la isla: playa, piscina, fiesta, helados…”, ha contado su padre de acogida. Igualmente, tienen claro su propósito para los próximos meses: “La vamos a mimar”.
Ayub es otro de los niños que sueña con volver a Mallorca cada verano. Este es el tercer año que se reencuentra con la familia Colomar-Espinosa de Palma, quien lo ha recibido como a un hijo más: “Es de la misma edad que nuestro hijo Juanjo y se quieren como hermanos de sangre. Ya forma parte de nuestra familia”, cuenta su madre de acogida. La familia decidió participar por primera vez en el programa movida por la ilusión de ofrecer una experiencia diferente: “Pensamos que era una buena oportunidad para que los niños del Sáhara pudieran descubrir otra realidad diferente a la que les ha tocado vivir. Además, Ayub es un sol de niño. Mientras pueda venir, lo acogeremos encantados”, ha añadido la madre.
Badmada vive este verano su primera experiencia en Mallorca con una familia de acogida. También lo es para sus anfitriones, aunque llevaban tiempo deseando participar: “Siempre nos había hecho mucha ilusión”. Durante las próximas semanas, la pequeña asistirá a una escuela de verano, y en agosto disfrutará de unas vacaciones junto a su familia: “Teníamos otros planes, pero con el retraso en la llegada de los niños hemos tenido que adaptarnos”, han explicado con entusiasmo.
La solidaridad de las familias de Baleares
“A las familias de Baleares les sobran méritos en materia de solidaridad con la causa saharaui”, ha afirmado con rotundidad el delegado saharaui en las Islas Baleares, Ehmudi Lebsir. Igualmente, ha destacado el compromiso continuo de “la sociedad civil balear y el trabajo incansable de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui”, que no solo organiza la acogida estival, sino que también colabora durante todo el año en “servicios básicos como salud y educación en los campamentos de refugiados”, ha explicado Lebsir.
Según ha señalado el delegado, “el objetivo principal del programa es aliviar la situación que viven estos niños durante los duros meses de verano en el desierto”, explica. En este esfuerzo colectivo participa casi toda la población, a través de un proyecto que define como “humanitario, social, educativo y solidario”. “Los beneficios son inmensos y los resultados, magníficos”, ha añadido Lebsir. Desde su punto de vista, el impacto del programa va más allá de lo inmediato: “Lo calificamos como una iniciativa muy positiva, porque contribuye a fortalecer las relaciones entre el pueblo saharaui y España, un vínculo histórico que se refleja, entre otras cosas, en que el español sea nuestra segunda lengua oficial”. Cabe destacar que el programa ‘Verano en paz’ se lleva a cabo en muchas ciudades del país.
Otro de los objetivos de la iniciativa y también de la llegada de los niños al aeropuerto, según ha declarado la presidenta de la asociación, Catalina Rosselló, es “llamar la atención de la gente para que sepan que hay un conflicto que está enquistado y se tiene que resolver. El conflicto saharaui es una gran injusticia”.
Un ‘verano en paz’
Cuatro veranos después, Husein tiene las mismas ganas de ir a la playa y encontrarse con su “familia mallorquina”. Igual que sus compañeros saharauis, llega a Mallorca con lo puesto: una mochila y mucha ilusión.
Aunque los pequeños saben que volverán al campamento de refugiados al terminar el verano, muchos han descubierto que en esta isla del Mediterráneo también tienen un hogar: “Yo tengo mis padres allí, pero también los tengo aquí, en Mallorca.”
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