«¿Seguridad? Y una polla», grita desconsolado José Antonio Solís. A los 21 años ha visto morir a sus dos compañeros. Los tres estaban trabajando este miércoles en la rehabilitación de la Casa Ibarra, un edificio histórico propiedad del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), cuando se derrumbó una de las cubiertas. Solo José Antonio salió vivo de allí. Y a gritos, bajo un calor asfixiante, denuncia las pésimas condiciones laborales que supuestamente tenían que soportar a diario.
«De pronto escuché una explosión, y vi que se había caído el techo. ¿Por qué? Porque no había seguridad«, denuncia el único superviviente de la tragedia, sobrino de uno de los fallecidos. «Se desplomó la cubierta y cayó encima de mis compañeros. Por suerte me pude echar a un lado y salvarme, si no me habría pillado a mí también», cuenta este joven a El Correo de Andalucía unas horas después de lo sucedido.
«Venía el coordinador y decía que se podían poner puntales, pero no mandaban ni uno. Nos quejábamos, pero no hacían nada, y al final han matado a dos criaturas», lamenta Solís. Su padre, hermano de una las víctimas, también lo corrobora: «Me he tirado 17 años en la empresa y tienen totalmente desprotegido al trabajador«, señala este exempleado de Jocon Infraestructuras, la constructora que ejecuta una intervención promovida por el Consistorio alcalareño con un presupuesto de 607.000 euros.
Según José Antonio Solís padre, «no había ni un puntal en la obra». «De hecho los bomberos han tenido que solicitar un camión con puntales para poder empezar a levantar y entrar», detalla a unos pocos metros del lugar de los hechos, muy próximo al Castillo de Alcalá. Según su testimonio, dos grupos de trabajo habían abandonado esta actuación porque no querían trabajar en esas circunstancias.
Desde Jocon Infraestructuras, a la pregunta de con qué frecuencia se vigilaba la seguridad en esta obra, se limitan a declarar a este medio que «se darán las respuestas pertinentes a las autoridades en el marco de la investigación». «Ya hemos hablado con Policía Nacional, y por el momento se están investigando las causas del suceso», afirma uno de sus responsables en una breve conversación telefónica.
33 y 44 años, de Granada, con hijos
Esta empresa con sede en Granada sí que confirma que las dos víctimas mortales formaban parte de su plantilla. Eran Daniel Solís y el Trasierra, como lo conocían sus compañeros en el tajo. De 33 y 44 años, respectivamente. Este último, además, tenía dos hijos. Ambos, junto al joven José Antonio, trabajaban en la rehabilitación de la Casa Ibarra cuando se desprendió uno de los techos.
Todos recorrían a diario por carretera un trayecto de cuatro horas; dos de ida, dos de vuelta. Casi 400 kilómetros en total: la distancia que separa Alcalá de Guadaíra de Huétor Tajar, el pueblo natal de estos albañiles. «Echaban dos horas por la mañana para ir, ocho o nueve en la obra, y luego otras dos de vuelta en el coche», cuenta José Antonio Solís padre. «Y sin comida. Creo que les daban 10 euros de dieta«.
Poco después de lo ocurrido, el juez ha acudido hasta el lugar para el levantamiento de los cadáveres, informan fuentes del TSJA. De momento, según aclaran estas mismas voces, se está a la espera de la autopsia y del informe de los agentes al cargo de la investigación. Una vez avancen las pesquisas, se podrá esclarecer qué falló para que perdieran la vida estos dos obreros de Granada.
Calle precintada por la Policía Local de Alcalá tras el siniestro en la Casa Ibarra. / EUROPA PRESS
Una obra pública en un edificio histórico
El Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra compró la Casa Ibarra en 2006 para garantizar la preservación de este edificio histórico. «Desde su adquisición se han realizado algunas actuaciones: unas con el objetivo de aumentar su seguridad y evitar la vandalización, y otras para estudiar y analizar sus numerosas patologías«, detalla el expediente de adjudicación de la última intervención, en la que se ha producido este siniestro laboral.
Estos trabajos cuentan con un presupuesto de 607.000 euros destinados a la impermeabilización, consolidación y saneamiento del inmueble. «Con esta obra se consolida la estructura de la edificación y se evita cualquier situación de peligro que pueda sufrir este enclave tan característico del patrimonio y la arquitectura regionalista de Alcalá», explicó recientemente el delegado municipal de Urbanismo, Jesús Mora.
La idea del Consistorio es convertir este espacio en un Centro de Industrias Culturales para la promoción de los jóvenes creadores de Alcalá de Guadaíra, según informó el propio Ejecutivo municipal. Solo cuatro meses después del anuncio, dos obreros han muerto en este edificio. Daniel Solís y el Trasierra. Albañiles que, como cada mañana, viajaron 200 kilómetros para trabajar en una obra en la que han perdido la vida.