La Sociedad Española de Epidemiología (SEE) ha puesto el foco en los miles de personas migrantes que cada año trabajan como temporeros en la agricultura española. Los médicos advierten de una precaria realidad que impacta de forma directa en la salud física y mental de estas personas «y limita su capacidad de establecer una vida digna y mínimamente estable«. En el ámbito de la salud mental, tienen «elevados niveles» de ansiedad, depresión, insomnio y malestar psicológico crónico. Algunos estudios indican que entre el 30% y el 45% de ellos presentan síntomas depresivos o factores de riesgo que se asocian a estos problemas.
Entre las dolencias más frecuentes, la SEE subraya que se ha documentado «una elevada prevalencia de dolores de espalda, cuello y extremidades, así como infecciones dermatológicas y respiratorias relacionadas con la exposición prolongada a pesticidas y la falta de higiene y agua potable».
Largas jornadas
A través de un posicionamiento elaborado por el Grupo de Trabajo de Determinantes Sociales, la SEE señala que estas personas, «esenciales para garantizar el abastecimiento de alimentos, enfrentan largas jornadas de trabajo, en ocasiones superiores a 10 horas, a menudo sin contrato o con contratos verbales, bajo altas temperaturas y expuestas a pesticidas y otros productos fitosanitarios sin las medidas de seguridad adecuadas».
El acceso a la atención «se ve obstaculizado por la falta de empadronamiento, imprescindible para obtener la tarjeta sanitaria» señala la SEE
Los epidemiólogos hablan también de la falta de un alojamiento digno. Muchos temporeros viven en asentamientos chabolistas, naves abandonadas o viviendas sobreocupadas, a menudo sin acceso a agua potable, electricidad o recogida de residuos. Y advierten como el acceso a la atención «se ve obstaculizado por la falta de empadronamiento, imprescindible para obtener la tarjeta sanitaria, así como por la movilidad constante entre campañas, el desconocimiento de los derechos sanitarios y las barreras idiomáticas y administrativas, lo que cronifica y agrava muchas dolencias«.
Sistema público
«Esta situación no solo vulnera derechos fundamentales, sino que contradice los principios de equidad y universalidad que deberían regir el sistema público de salud», explican desde la SEE. Ante esta situación, la sociedad científica insta a las administraciones a «mejorar de forma urgente las condiciones de alojamiento de estas personas, garantizando agua potable, energía y espacios dignos, así como a habilitar fórmulas específicas de empadronamiento que reconozcan la alta movilidad de la población temporera y permitan el acceso real a la sanidad, la educación y los servicios sociales».
Además, la sociedad reclama la activación de mecanismos efectivos para la inspección laboral y la aplicación de la legislación vigente en «materia de derechos laborales y prevención de abusos y acoso, incluida la violencia sexual que puede afectar de forma específica a las mujeres temporeras«. Asegurar mejores condiciones de vida y trabajo para las personas migrantes temporeras «no solo es una cuestión de justicia social, sino también una medida necesaria para mejorar la convivencia ciudadana y evitar tensiones en localidades agrícolas, como las vividas recientemente en Torre Pacheco (Murcia)«, zanjan.
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