En la película ‘La vida secreta de Walter Mitty’ el protagonista, el cómico Danny Kaye, vive sumido en sus propias ensoñaciones, que le rescatan de una realidad bastante plana, hasta que los sueños se inmiscuyen en su vida, lo que le hará transformarse en el intrépido aventurero que siempre soñó.
En ‘Casa de indianos’, del aragonés de Cádiz, Juan Bolea (1959), que acaba de editar Menoscuarto, el experimentado escritor nos muestra la vida soñada por su protagonista, el afamado autor de comedias Manuel Martínez Farriols; a quien la noche de un exitoso estreno teatral con una obra fuera de su área de confort se le vuelve noche toledana, por una sucesión de sueños a cual más espeluznante y -lo peor de todo- más real.
Verbo sencillo y preciso
Juan Bolea, con verbo sencillo y preciso, desprovisto de florituras; pero elegante cuando toca, va de esta forma introduciendo al lector en una madeja onírica, cada vez más espesa y divertida -aunque mostrada en orden cartesiano en forma de capítulos y sueños- en la que pronto sueño y realidad se fusionan, sin que medien indigestiones de libros de caballería ni Alicias detrás del espejo.
‘Casa de indianos’ es un fusión moderna entre novela gótica, policíaca y el realismo mágico de la cuerda de Pedro Páramo, en la que pronto no se sabe muy bien quién es una presencia terrenal y quién un ser que ya se puso a criar malvas.
Hay también, o al menos así lo ve el firmante, unos toques de Jardiel Poncela y de Rafael Azcona, ante el desfile de prodigios hispanos, a cual más sugerente, sin que baje un ápice el misterio; pues aunque por los lares de la novela no asomen ni Eloísa ni su almendro, tenemos como elemento central la soñada casa del indiano asturiano, en el pueblo de Aldeacorva -¿un guiño a la Aldeacorba norteña de Galdós?-. En este enclave de ensueño, Manuel Martínez Farriols descubre en su propio mundo onírico un crimen futurible que deberá impedir a toda costa.
Tampoco falta en esta casa novelada un asunto tan sugerente como las ECM, las Experiencias Cercanas a la Muerte, que irrumpen en una trama que habría divertido y enganchado al Hitchcock de ‘Recuerda’. Este elemento permite a Bolea añadir un elemento todavía más perturbador como es la comunicación ‘pre-mortem’ con el más allá.
Ingredientes medidos
Y con todo este cóctel, ¿no hay riesgo de cirrosis? En absoluto. Cada ingrediente está muy medido y la novela llega, con su dosis de misterio, hasta la resolución final del enigma. Se intuye, en todo caso, que como el apocado de Danny Kaye, Manuel Martínez Ferrols dará el gran paso y tratará de retar a sus propios fantasmas; para que esta aventura soñadora cobre sentido y se cuadre el círculo.
En un momento de la obra, el comediante se pregunta por qué una presencia que atisba en un entorno inquietante que ni en ‘Cumbres borrascosas’, huye de él. El médico que lo atiende le responde: «Porque dudaría que estuviera usted realmente muerto. La frontera con la vida es muy tenue, apenas una delgada línea».
Y con esta delgada línea juega con acierto y gracia Juan Bolea, para que los sueños moldeen la realidad y así sacudan la vida risueña del protagonista. Y la del lector.
Casa de indianos
Autor: Juan Bolea
Editorial: Menoscuarto
Páginas: 200
Precio: 16,90 €