Creo que alguna vez ya he contado la anécdota, pero siempre reconforta volverla a recordar. En YouTube se puede encontrar la entrevista que Joaquín Soler Serrano, demasiado olvidado, le realizó a Salvador Dalí en el programa ‘A fondo’ de TVE. Era el año 1977. El genio ampurdanés le explicó su pasión por el Tour. Y habló de insectos, que de esto va la historia de hoy.
Dalí contó a Soler Serrano que lo más fantástico del Tour era poder pintar de pie mientras la televisión retransmitía las imágenes de los corredores retorciéndose cuando escalaban montañas. Era el instante preciso para colocar un poco de miel a su famoso bigote, nido de una mosca, que acto seguido quedaba atrapada en la boca del artista y caía como un corredor derrotado en el combate de la carrera.
Moscas y otros bichos
De moscas y otros bichos iba escaso el Tour estos últimos años. Pues, señoras y señores, han regresado a la carretera, tan cierto como que no hay manera de retirar los restos de los bichos del cristal del coche por mucho que se frote con las esponjas que entregan en las gasolineras. Ahí están los cadáveres enganchados, con ese color amarillo que resta visibilidad, imposible separarlos de la luneta a no ser que encuentres el auxilio de un tren de lavado, lo que resulta complicado, sobre todo si recorres total o parcialmente el recorrido de la etapa donde todo permanece cerrado al público. Por supuesto, las gasolineras, también.
Resultaba preocupante y hasta podías preguntarte si había alguna relación entre la falta de insectos muertos con el cambio climático. Recuerdo que en 2022 hice el traslado de Barcelona a Copenhague, salida del Tour. El parabrisas estaba tan limpio que se podía pasar la mano sin el riesgo de ensuciarte. Ni una víctima durante un viaje que atravesó Francia, Luxemburgo y Alemania antes de llegar a Dinamarca.
Un fin de semana especial en Francia
Este fin de semana, el de mayor movilidad del año en Francia por el puente de la Fiesta Nacional, había que hacer cola en las gasolineras de la autopista a la caza de una escobilla para limpiar el cristal del coche. Era tan difícil hacerse con la herramienta como encontrar un aparcamiento vacío en el área de servicio. Camino de Mont Dore, Macizo Central, tierras volcánicas, la imagen preciosa del Puy de Dôme en el horizonte, hasta se informaba de que un área de servicio se había quedado sin combustible.
En 2023 y 2024 los insectos continuaron de letargo, aunque este año han regresado al Tour. Las moscas se enganchan a la piel sudada de los corredores, aunque el lunes, por fortuna, la temperatura bajó en la región de Auvernia, por los alrededores de Clermont-Ferrand, por donde pedalearon los ciclistas del Tour.
Los recuerdos del pasado
Ahora ya empiezan a revivirse escenas del pasado. Con los insectos de vuelta se han levantado también las barricadas que impedían acercarse como Dios manda a los ciclistas, como siempre había pasado antes de que la pandemia lo enviara todo a hacer puñetas. Ya nadie habla de covid, ni de test PCR, ni de antígenos, ni de tantas pruebas que la mayoría de los humanos desconocíamos hasta que entraron en nuestras vidas.
Ahora sólo hace falta que ningún insecto, léase, sobre todo, una avispa envenenada, fastidie a algún corredor como le ocurrió a Juan Ayuso, la gran ausencia del Tour, cuando le picó cerca de un ojo y le obligó a poner punto final a su aventura por intentar ganar el Giro.
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