La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una intervención en el pleno del Parlamento Europeo de esta semana en Estrasburgo (Francia). / Philipp von Ditfurth/dpa
Pleno de junio en Estrasburgo: la interposición —por signatarios de los tres Grupos de ultraderecha a la derecha del PPE (Conservadores, Patriots y Soberanistas) —, y consiguiente votación plenaria de una moción de censura contra la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen (Comisión VDL II), refresca de golpe la singular naturaleza del Parlamento Europeo (PE). _
Porque esta es la única institución directamente electiva de la arquitectura de la UE: de hecho, es única en el mundo; la única dimanante del sufragio universal de la ciudadanía europea (450 millones de electores en 27 Estados miembros/EEMM), supranacional en su alcance y con potestad legislativa y autoridad presupuestaria. Su carácter parlamentario se completa con su voto decisivo en la investidura tanto de la Presidencia de la Comisión Europea como de la Comisión en su conjunto, tras haber examinado individualizadamente la probidad y competencia de cada candidatura al Colegio de Comisarios.
Pero el PE ostenta también el poder de derribar a la Comisión Europea en Pleno mediante su moción de censura, que, para prosperar, debe alcanzar los 2/3 de los votos válidamente emitidos y la mayoría absoluta (mitad más uno) del total de miembros de la Eurocámara: lo ejerció en 1999 contra el entonces Presidente Jacques Santer, obligándole a dimitir.
Treinta años después, el Pleno del PE ha rechazado censurar a la Presidenta Von der Leyen en la medida en que sus apoyos no consiguieron recabar los porcentajes requeridos. El análisis de lo sucedido es precondición para su explicación.
La presente Legislatura del PE 2024/2029 arrancó con las elecciones europeas de 9 de junio de 2024 y con la investidura de la Presidenta VDL en el Pleno de julio de ese año. Por primera vez en la historia —45 años de elección del PE por sufragio universal—, se delinea un espectro pluralista fragmentado, en que el PPE suma con tres Grupos a su extrema derecha una clara mayoría. El cambio es sísmico en relación con todos los antecedentes, en que las fuerzas proeuropeas (durante décadas, PPE y Socialistas S&D; y, a partir de 2019, incorporando a la ecuación a Liberales y Verdes) se enfrentan a una clara y rotunda mayoría alternativa en la suma de PPE con tres Grupos de extrema derecha, henchidos por sus discursos escorados al nacionalismo reaccionario y a la impugnación de los valores fundantes de la integración europea.
Pese a que el acuerdo conducente a la investidura de la Presidenta VDL —, y la posterior confirmación de la Comisión Europea—, se negoció entre las fuerzas europeas que ya habían respaldado a la Comisión precedente (VDL I 2019/2024), lo cierto es que el año transcurrido desde entonces describe un itinerario no solo preocupante, sino alarmante: son numerosas las votaciones (de hecho, las más de las veces) en que el PPE se alinea desacomplejadamente con los tres Grupos de ultraderecha, celebrando con aplausos sus victorias aritméticas y las correlativas derrotas de las enmiendas socialistas, liberales, verdes e Izquierda radical (Linke).
Si esto es así en el Pleno, lo es doblemente en la dinámica de las Comisiones legislativas (LIBE, ENVI, ECON, ITRE…), y en las no Legislativas (PETI, AFCO…): el comportamiento del PPE ha disuelto todo vestigio de lo que venía conociéndose como “cordón sanitario” (una regla no escrita de exclusión de entendimiento con las ultraderechas y con sus postulados negacionistas por parte de los Grupos europeístas del PE). En sentido contrario, se han multiplicado las maniobras filibusteras (trucos de técnica parlamentaria para forzar el Reglamento) y las escaramuzas (votaciones sorpresivas, contradiciendo o traicionando compromisos de voto previamente adquiridos con otros negociadores de un acto legislativo o una Resolución) en que el PPE decide la votación final con sus extremas derechas.
Irónicamente, la censura interpuesta contra la Presidenta VDL proviene de los Grupos ultras. Porque este intento prematuro de derribo a la Comisión VDL ha obligado al PPE a recuperar el carril de la mayoría proeuropea (Socialistas, Verdes, Liberales, y una parte significativa de la Izquierda radical) y distanciarse de las compañías que ha venido frecuentando en el arco más extremo de la Eurocámara.
Esperablemente, el dramatismo tenso de la herramienta parlamentaria utilizada— moción de censura, cuyo efecto, en caso de ser aprobada, arrastra la caída de la entera Comisión Europea—, ha debido reactivar la consciencia de la propia Presidenta VDL acerca de la gravedad de la situación y la seriedad del envite. Para los socialistas, es simplemente inaceptable que VDL haya jugado a la “doble mayoría”: Eligiendo, a su propia conveniencia, los procedimientos legislativos, en que la mayoría decisiva será netamente proeuropea, y en mostrándose, en otros casos, dispuesta a aceptar a ultras, xenófobos, populistas de extrema derecha y nacionalistas antieuropeos como animal de compañía.
Pero, aún más allá de esto obliga a la Comisión VDL II a revisar a fondo su agenda de prioridades para esta Legislatura. Su dimensión más preocupante es la que apunta a la degradación del balance de realizaciones y logros legislativos de la anterior (2019/2024), que he calificado razonadamente como el más sobresaliente de la historia del PE. En efecto, las ambiciones fijadas en la pasada Legislatura arrojan un balance imponente de hitos legislativos: la respuesta a la pandemia con el primer programa de deuda mancomunada (Fondos de Recuperación y Next Generation EU) para relanzar la economía y el empleo en la UE y sus EEMM; la Transición Verde Justa y el Plan Fit x 55; la Agenda Digital (Ley de Servicios Digitales, Ley del Mercado Digital y Ley Europea de Inteligencia Artificial), el Pacto UE de Migraciones y Asilo (ocho Reglamentos vinculados entre sí) y una respuesta común a la guerra de agresión de Putin contra Ucrania…
So pretexto de su “simplificación” y del “aligeramiento de cargas burocráticas”, la Comisión VDL ha anunciado un “Paquete Omnibus” que amenaza preocupante con una rebaja de estándares europeos. Esta iniciativa reduce los objetivos climáticos y decolora la Transición Verde al tiempo que, apaciguando a las grandes plataformas tecnológicas de EEUU, degrada las exigencias de su sometimiento al Derecho de la UE y al nivel europeo de protección de datos (GDPR), sin duda el más alto del mundo.
Buena parte de estas iniciativas —, y la amenazadora perspectiva de recentralización de Fondos de Cohesión, Política Regional e incluso la entera PAC bajo su consignación en “sobres nacionales” que eliminarían la participación e las Regiones de la UE—, las ha arropado VDL en la “nueva mayoría” que suma a PPE y ultraderechas, frente a socialistas, verdes, liberales e izquierda del PE, todos en contra.
La moción de censura, temprana (a solo un año de recorrido de la presente Legislatura 2024/2029) constituye un aviso tan potente que es insensato desoírlo. No puede esperarse de los progresistas europeos (liderados por los socialistas del PE) que secunden una iniciativa de las extremas derechas. Pero tampoco puede la Presidenta VDL prolongar ni un minuto más su indefinición estratégica— escorada su Comisión a la derecha como nunca antes en la historia de la UE—, ni y su torpe tacticismo, jugando a “dobles mayorías” según sus cambiantes conveniencias.
Tras el paréntesis del verano, cada votación pondrá a prueba a qué juega y a hacia qué Europa quiere avanzar la Comisión VDL en esta Legislatura 2024/2029.