El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. / Michael Kappeler/dpa POOL/dpa
La Ucrania que preside Volodímir Zelenski se ha convertido en un pozo sin fondo para Europa.
Una Europa incapaz de reconocer el total fracaso, junto al de la OTAN, de su guerra por procuración contra Rusia.
Con total pérdida del sentido de la realidad y sin escuchar a sus propios ciudadanos, los líderes europeos se reunieron esta semana en Roma para mostrar su “solidaridad” con Kiev y hablar de la reconstrucción del país en guerra.
La Comisión Europea, que preside la ex ministra de Defensa alemana Ursula von der Leyen, ha prometido dedicar a ese fin otros 50.000 millones de euros, al menos hasta el próximo año.
Después ya se verá, pero seguro que se encuentran más decenas de miles de millones que irán a reconstruir lo allí destruido en lugar de a resolver los problemas que esos países tienen en casa.
El Banco Mundial calcula ya en 500.000 millones de euros los daños materiales que ha sufrido hasta ahora Ucrania, de los que una décima parte corresponden sólo al último semestre.
La Unión Europea pretende involucrar también en la reconstrucción al sector privado y para ello ofrecerá multimillonarias garantías crediticias a las empresas que den ese paso.
Muchos ven sobre todo en la actual desgracia de Ucrania un futuro negocio, que no hay que dejarles sólo a los norteamericanos, sobre todo si éstos, con Trump en la Casa Blanca, se desentienden de ese conflicto europeo.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dispuesto, a lo que parece, a seguir al frente del país mientras dure la guerra, acudió también a la reunión de Roma. No se pierde ninguna.
Y allí hizo un nuevo llamamiento a los políticos europeos para que hagan frente al “terror ruso” – son sus palabras- intensificando las sanciones económicas contra ese país para que los rusos experimenten lo que es la guerra en sus propias carnes.
Mientras tanto, al otro lado del océano, el presidente Trump siguió con su política zigzagueante: si unos días antes pareció abandonar a Ucrania a su suerte, ahora le prometía sistemas de defensa antiaérea.
Armamento defensivo como los Patriot que en ningún caso podrá Washington suministrar en número suficiente para que tenga algún efecto en la evolución de la guerra.
Los arsenales estadounidenses se están vaciando. Washington necesita esas armas para otros conflictos actuales o futuros como los de Oriente Medio y el que parece ya prepararse con China en torno a Taiwán.
Y al presidente Putin parece habérsele agotado la paciencia: las fuerzas rusas intensifican sus ataques contra Ucrania y no se limitan ya al frente de guerra sino que incluyen en ellos a muchas ciudades, entre ellas la capital ucraniana y Odesa.
Mas, para volver a la ayuda económica de la que se habló en Roma, hay, como señala algún analista, un “elefante en la habitación”.
¿Se atreverán los gobiernos europeos a utilizar para ello los alrededor de 300.000 millones de euros confiscados al Banco Central Ruso?
Zelenski quiere que ese dinero que está depositado en su mayor parte en bancos europeos se dedique a reparaciones de guerra a su país, una vez acabado el conflicto.
Para ello, Rusia tendría que ser derrotada como lo fue Alemania en la Segunda Guerra Mundial, lo cual parece más que improbable, imposible.
Y el hecho de quedarse, pese a la eventual victoria rusa, con los fondos ilegalmente sustraídos a ese país enviaría una señal muy peligrosa a todos los mercados financieros. Sobre todo a los del Sur global.