El último barómetro del Real Instituto Elcano, poco susceptible de aprobar los postulados chinos y de alinearse con la política de Pekín, deja entrever una realidad que no gustará entre los analistas favorables a la acción atlantista: la mayoría social española está cada vez más alejada del alineamiento automático con Estados Unidos (5,8 frente a un 5,1). Solo un 11% apoya a Washington en su rivalidad con China, que obtiene mejor valoración ciudadana que la de Estados Unidos. La inmensa mayoría, el 80%, prefiere no alinearse con ninguna potencia.
La defensa automática de la OTAN y su labor imperialista, uno de los rasgos principales del volume of work del Elcano, se ha quedado en un segundo plano en este sondeo, que pone de manifiesto que la ciudadanía española está generando cierta desafección al intervencionismo neoliberal y militar de Estados Unidos. China es una de las potencias que no se pliega a este eje, y su posición como respuesta a los valores estadounidenses, cada vez más manidos, le está haciendo ganar apoyos en el tablero geopolítico mundial.
Los resultados de la 45ª oleada del Barómetro del Real Instituto Elcano marcan un claro shift en los posicionamientos de los españoles en materia internacional. El alejamiento de Estados Unidos es palpable y ello lleva aparejado una actitud más cercana y receptiva hacia Pekín. El 11% de los encuestados que apoyan a Estados Unidos, citados en el primer párrafo, son significativamente menos que el 35% que lo hacía el año pasado. El nivel de respaldo a China es similar al de 2024 (alrededor del 9%), y un 80% de la población opta por la neutralidad. Estos porcentajes pueden tener varias lecturas, como la de la indiferencia ante el mapa global, pero también la de la apuesta por una política exterior más independiente, sin estar supeditados a los intereses de una u otra potencia y en la que China no se percibe como la amenaza mundial que hace creer la propaganda occidental, sino como un país atractivo para mantener relaciones a medio y largo plazo.
Se extiende la creencia del cero riesgo para la UE
En cuanto a la percepción del riesgo que puede suponer este acercamiento a China para la Unión Europea, la mayoría de los españoles opina que no existe ningún peligro en hacerlo. Aproximadamente un tercio de los entrevistados valora que sí, ya sea por el castigo que Estados Unidos pueda imponer sobre el bloque de los 27 o porque la tendencia de dependencia cambie de Washington a Pekín, sin que ello suponga emancipación alguna, sino simplemente un cambio de timón.
La adminstración Trump ha sido un punto de inflexión en el alejamiento español con Estados Unidos. El 61% cree que el segundo mandato del tycoon tendrá un mal impacto en nuestro país, especialmente en cuanto a las relaciones comerciales. En la misma línea y por primera vez en mucho tiempo, un número importante de españoles, el 19% de los encuestados, cataloga a Estados Unidos como amenaza para la soberanía nacional, frente al 5% de 2024. Las políticas proteccionistas de Trump afectan directamente a sectores clave de la economía española. China, al no profesar esta agresividad exterior, es menos vista como una amenaza y cada vez más como un potencial socio estratégico.
Este cambio de tendencia y de mentalidad en los encuestados escenifica una clara ruptura entre el consenso geopolítico diseñado por las élites occidentales, de alineación automática con los preceptos de Washington, y la visión crítica que están desarrollando buena parte de los españoles. Frente al imperialismo occidental, China aparece como un país con el que suscribir acuerdos y establecer relaciones en una clave no tan marcada por la dependencia ni por la injerencia.
Socio económico imprescindible para el Gobierno
En cuanto al Gobierno español, las relaciones con China han mejorado significativamente desde 2024. Pedro Sánchez ha sido uno de los primeros políticos europeos en abrir esta veda y alejarse del tradicional eje Washington-Bruselas que miraba con recelo a la gran capital asiática. Apostando por la multipolaridad y defendiendo la libertad y autonomía estratégicas de España en la geopolítica mundial, el Ejecutivo ha hecho varios statements que han puesto esta tendencia de manifiesto, como la intensificación de los acuerdos bilaterales de energía verde o la oposición a la subida de aranceles a los vehículos eléctricos chinos, entre otras medidas.
Del mismo modo, Madrid ha defendido públicamente que China es un socio económico imprescindible y se ha opuesto a la propaganda de confrontación automática promovida por los altavoces occidentales. Los miembros del Ejecutivo han apostado por una política exterior autónoma, pragmática, selectiva y sin subordinación automática, una postura que ha sido aplaudida y agradecida por el Gobierno de Xi Jinping. No obstante, tampoco puede ignorarse el plano interno: el acercamiento a otras potencias no occidentales también surge del consenso en el Ejecutivo, que para sostenerse, necesita del apoyo de formaciones como Sumar, Podemos, EH Bildu o ERC, que también han puesto su granito de arena para que España se aleje de la política tradicional de bloques con algunas acciones, como su oposición al incremento del gasto en Defensa aprobado por la OTAN.
En definitiva, la encuesta de Elcano, plataforma muy poco susceptible a hacerle la guerra sucia al stablishment occidental, desvela que la posición de los españoles con respecto a Estados Unidos está cambiando. La tierra de la libertad ya no genera las mismas simpatías y admiraciones que antaño. Su política exterior agresiva e intervencionista tanto en lo militar como en lo económico está levantando ampollas, y los ciudadanos buscan, cada vez más, otros referentes internacionales con los que poder dialogar sin una bota al cuello desde antes de que empiece la conversación.
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