Tan enamoradas llegaban a estar de su guapo militar norteamericano, que algunas de las víctimas están pagando aún los préstamos que suscribieron para enviarles ayuda económica. El problema es que el dinero no iba al novio, sino a una red criminal. Es uno de los curiosos efectos de las ciberestafas del amor, aquellas en las que los delincuentes usurpan identidades o crean personajes ficticios y cultivan la relación online hasta enganchar a incautas e incautos.
Aún se cuentan las víctimas de la última banda desarticulada por la Guardia Civil. Del dinero que habían pillado se va sabiendo una cantidad más cierta: 1,6 millones de euros estafados a gente por toda España, según ha difundido el instituo armado este domingo. Hay engañadas y engañados en Madrid, Barcelona, Alicante, Valencia, Las Palmas, Sevilla, Cádiz, Murcia, Castellón, Teruel, Cuenca, Lugo, La Rioja, Álava, Pontevedra, Tenerife y Valladolid.
Han caído 15 miembros de la organización, en su mayoría nigerianos expertos en informática y redes, según fuentes próximas al operativo. El número de estafas cometidas supera las 50. Una de ellas, denunciada ante la Guardia Civil en Cáceres, dio inicio a la investigación en 2023, que los guardias han bautizado Operación Ingen y que se ha desarrollado bajo coordinación de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la ciudad extremeña.
Una mujer se acercó a denunciar que durante dos años había estado enviando dinero a un oficial norteamericano con el que mantenía una relación a distancia… y resultó que no existía. Policialmente, a la construcción de este tipo de historias falsas para sacar dinero lo llaman «estafa del amor».
Asalto a empresas
Pero no solo eran sus víctimas personas solas en busca de acomodo sentimental. Los estafadores también trabajaban el man in the middle, o sea, la irrupción clandestina en la correspondencial electrónica entre empresas para, llegado el momento del pago de una factura, ponerse por medio, simular la identidad del acreedor y quedarse con el dinero.
Algunas de las empresas afectadas por la invasión de los troyanos de esta banda no habían detectado la estafa. En una creían que habían pagado ya, y en la otra pensaban que el pago se retrasaba… La Guardia Civil habla de «empleo masivo de identidades usurpadas» en ese caso. También para la realización de engaños más pequeños, en los móviles como vía de entrada.
Para los estafadores, la identidad de la víctima es un activo que exprimir hasta su último rendimiento. Se aprovechan todas sus posibilidades: puede ser engañada en la estafa del amor, y mientras tanto ser utilizado su nombre y su documentación para suscribir un préstamo, agarrar una tarjeta, representar en una compra…
Los criminales cambiaban a menudo de residencia. De ahí que los registros de la Guardia Civil en esta operación, un total de 15, se hayan tenido que llevar a cabo con gran dispersión geográfica. Se asentaban en zonas periurbanas, junto a grandes ciudades: Fuenlabrada, Getafe, Torrejón y Móstoles, además de en Madrid; Cornellà además de Barcelona; Burjassot y Paiporta además de Valencia; MIlladoiro además de A Coruña…
Ha sido incautado en esos registros material informático esencial para esclarecer los delitos y el camino del botín: 18 ordenadores, 13 tabletas, 52 móviles… y seis wallets de criptoactivos. Así llaman a dispositivos que funcionan como monederos digitales, guardando las contraseñas de los fondos robados, a los que, como es habitual en este tipo de crímenes, transformaban en fondos de criptomoneda.