MONZÓN. CIRCULAR POR PUEYO Y LA RIBERA
La vuelta templaria por la Alegría y la Chopera
Fortaleza templaria, escuela de El Batallador, emerge de sus tozales altiva y arrogante en su inmensidad. Mirador kilométrico, el Castillo de Monzón es la inconfundible línea de salida de esta revuelta que nos internará hacia el llano para ir descubriendo parajes de interés cultural y geológico hasta abrazar el Pueyo de Santa Cruz y regresar por la fresca orilla del Cinca, a la sombra de sus chopos. Veinte kilometritos de nada a buen ritmo.
Lo dicho. Salimos de bien arriba. Desde el castillo tomamos un camino que nos conduce hacia la cercana Fuente del Saso, donde tomamos el sendero hacia la ermita de la Alegría, pasando por detrás de las pistas de atletismo. Vamos bien si alcanzamos el paraje de ‘Las Loberas’, con sus cortados arcillosos, predominantes en toda esta fértil vega.
Rumbo al encalado santuario, revisamos en un mirador la ribera antes de empezar la única tachuela de la etapa. El crucero nos da la bienvenida sobre el cerro. Otra magnífica atalaya en la que deleitarse antes de, paralelos a la acequia y al alquitrán, bajar hasta el Pueyo de Santa Cruz, avituallamiento en el ecuador de la andada.
El camino de las Viñas nos depositará en la orilla del Cinca, en el paseo de los Chopos. No hay pérdida. Contracorriente, por una clara pista que nos permita tomar velocidad de crucero (llevad calzado cómodo), atravesamos bosques de ribera y campos, serpenteando al ritmo del caudal que baja de Tresserols hasta, en el último tramo, adentrarnos en Monzón por la arteria del afluente Sosa.
Fonz ha recuperado las defensas de la Línea del Cinca. / SERVICIO ESPECIAL
FONZ. RUTA DE LAS FORTIFICACIONES
Trincheras de la memoria y un volcán que no lo es
Fonz viene de fuente por algo. El crepitar de los caños sacia la sed en uno de esos sitios en los que piensas ‘por qué no he venido antes aquí’. La monumentalidad escondida bajo la Carrodilla, sus palacios renacentistas de apellidos insignes (Pedro María Ric, Pedro Cerbuna…), sus casonas, su Cruz, su judería, su iglesia… ubican en la sorpresa a este municipio del Cinca Medio en administración comarcal y de Ribagorza en su esencia histórica. Y un buen llugá para sentir el baixoribagorzano.
Y algo más. ¡Vamos a descubrirlo! Sigamos estos pasos para conocer la cara B de este sorprendente paraje. Tiremos desde la plaza hacia la señalada pista que nos manda a la ermita de San Pedro. Desde ella recorreremos las fortificaciones, baterías y trincheras de la Línea del Cinca construidas para detener, sin lograrlo, el avance fascista en la Guerra Civil.
Tras esta primera parada en la memoria, retrocedemos a la ermita para, por pista (siempre recto en los cruces), continuar hasta el Balcón del Cinca. Un pelín antes encontrarán un pozo de chelo. Utilicen el merendero para reponer fuerzas mirando el río Cinca y la vega.
Sigamos por una ruta geológica que nos acerca al manantial del Ojo de la Fuente y después al llamado Volcán, una pequeña sima. Ambas son curiosas formas nacidas de la erosión de un sistema kárstico. De regreso a Fonz pasaremos junto a otros ejemplos y cerca de la mina Flores.

La cromática y el aroma es el gran gancho primaveral de esta opción. / SERVICIO ESPECIAL
BINACED. RUTA DE LOS ALMENDROS
Cuando la primavera se viste de pétalos blancos
Si estuviéramos unos años atrás, habrían tenido que sacar las tijeras y recortar este papelucho. Ahora no quedará otra que guardarlo en favoritos o hacer memoria. Resguarden de su olvido esta ruta para la primavera, cuando los campos de Binaced se visten de pétalos blancos, con los almendros en flor, una escapada sensorial que se está convirtiendo en tradición y atracción para turistas ávidos de la fotogenia instagrameable de los arbolitos. Aquí añadiremos algún ingrediente: un pino impresionante, un mirador sobre un embalse, un castillo en ruinas y una calzada romana. ¿Comenzamos?
Pues aparquen en la cercana ermita de Santa Ana y diríjanse hacia el Pino de Binaced, un hermoso ejemplar en un saso arcilloso, desde donde tendremos un panorama vistoso en los ‘miradores de Binaced’. Una resbaladiza senda nos lleva bajo otro tozal, que rodeamos por la izquierda para tomar una pista brevemente y, tras un fuerte ascenso, coronar otro saso repleto de almendros.
Bordeamos el promontorio hasta el mirador de San Salvador, con espléndidas vistas sobre el embalse homónimo. Por senderos y trochas nos acercamos a la cota conocida como Las Brujas, identificada por un vértice geodésico. Seguimos bajando hacia otro cerro cercano, en cuya cúspide hallamos las ruinas del Castillo de la Mora, al que toca subir con esfuerzo. Queda poco: nos dirigimos al Pontón, antiguo puente romano de la calzada que unía Ilerda y Osca. Subimos de nuevo al pino para regresar a la ermita tras unos 11 kilómetros.