El 7 de febrero, una mujer denunció por agresión sexual a su jefe, directivo en una empresa con sede en Barcelona. La empleada afirmó que ese día había quedado con su superior jerárquico para mantener una reunión de trabajo en un aparcamiento de Alcalá de Henares (Madrid). Los dos acudieron en sus coches y, como estaba lloviendo, ella se subió al de él. Entonces, según la denuncia de la mujer, el jefe le dijo «vamos a la parte de atrás». Ella preguntó por qué y el le respondió: «para que te dé unos azotes«.
Luego, ya en la parte trasera del vehículo, el jefe le puso una mano en la espalda y la inclinó sobre sus piernas. Empezó a darle azotes en la nalga mientras iba contando en voz alta: «Uno, dos…». Entonces la mujer bajó del coche y llamó a la Policía. Denunció que había sufrido una agresión sexual.
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La investigación ha concluido y el juez ha archivado la denuncia en un auto dictado el pasado 9 de junio. La defensa del directivo, ejercida por Beatriz Uriarte, del despacho de Ospina Abogados, aportó varias pruebas que, según el magistrado Francisco Javier García Ferrández, titular del juzgado número 3 de Alcalá de Henares, descartan que «los hechos denunciados puedan subsumirse en un delito de agresión sexual». La representación legal de la mujer ha recurrido esa decisión, según fuentes jurídicas.
Las pruebas en las que se basa el juez para dictar el auto de archivo fueron mensajes y audios de whatsapp que se cruzaron el jefe y su empleada antes del incidente y una grabación de vídeo realizada por una cámara de seguridad del aparcamiento donde ocurrió todo.
«Ambiente distendido»
En cuanto a los whatsapp que se cruzaron desde tres meses antes de su encuentro, reflejan un «ambiente distentido» en el que el jefe ya menciona en varias ocasiones su intención de darle «capones» a la trabajadora si no cumple con sus encargos. Así, el 24 de enero, dos semanas antes de la cita entre ambos, le escribe:
-Cuando acabemos de trabajar ni de coña quiero que me hables de trabajo, o te juro que añado capones despiadadamente (y van 25)… Quiero después tapear y dar una vuelta larga, muy larga, sin prisa (salgo poco y quiero pasarlo bien). Eres una máquina y tengo planes para ti aquí. Besito.
La mujer le envía un emoticono sonriente y responde:
-JAJAJAJAJ.
Azotes, esclavitud
Un día después, el directivo vuelve a escribir a la empleada en el mismo tono:
-A partir del 31 ya no más capones. Serán azote. Azotes.
Ella responde:
-Buenos diaaasss. Siii, me acerco!. Eso suena demasiado a esclavitud, jajajajaja.
Los mensajes permiten reconstruir lo que ocurrió entre jefe y empleada los días anteriores. Ambos fijan finalmente la cita para el 7 de febrero. Quedan a la una de la tarde en el aparcamiento del paseo de los Aguadores, en Alcalá de Henares. El jefe le anuncia por whatsapp a su empleada que, cuando se vean, va a darle «30 capones y 7 azotes».
Dos audios
El día antes, la mujer había enviado a su jefe un audio de whatsapp: «Mañana nos vemos, ok? Espero que los azotes no sean con correas de cuero (risas) Venga, va, mañana nos vemos, anda», le dice.
El directivo contesta con más mensajes de texto: «buena sugerencia, me llevo un cinturón de cuero puesto». «Con cuero o con la mano te los vas a llevar seguro… Sé que eres una mujer lista y que muchas cosas ya las sabrás, pero hoy vienes a escuchar, formarte y obedecer (incluida la esclavitud)».
Y continúa:
-Cuando nos veamos en el parking, te daré dos besazos para que no pienses que solo es caña.
La mujer contesta con un emoticono de una figura haciendo el saludo militar que significa «a la orden» y su jefe insiste:
–Y tres capones y tres azotes. Jajajajaja.
Ella responde: «Perfecto».
«Añado castigo especial»
El día del encuentro, una hora antes de verse, su jefe insiste por whatsapp en que va a darle «dos besazos y tres azotes». Poco después, como ella le anuncia que llegará con retraso, escribe: «cinco y cinco y añado castigo especial». La empleada responde: «jajajajajaja».
Minutos antes de encontrarse, el directivo vuelve a escribir: «4 besazos largooooosssss. Oleeeeeeee». Y la empleada contesta: «saliendooo!!».
SIn presión
El jefe llega antes al aparcamiento de Alcalá de Henares. Luego llega la empleada. La grabación de la cámara de seguridad aportada por la defensa del hombre muestra cómo ella baja de su coche y sube al asiento del copiloto junto a su jefe sin que «se detecte gesto alguno que denote presión o actitud intimidatoria» por parte del directivo.
Tres minutos después, la denunciante sale del coche y se mete en la parte de atrás, seguida de su jefe. Allí están un minuto y medio, y es cuando ocurre el episodio de los azotes. La mujer baja del coche. Habla unos momentos con su jefe y se va.
«Episodio surrealista»
La empleada denunció ante la policía que aquello le pareció un episodio «surrealista» porque ella nunca pensó que «fuera en serio lo de darme unos azotes». En la denuncia afirmó que después del incidente le dijo a su jefe: «Tú sabes que esto que acabas de hacer es acoso laboral y te puedo denunciar». El jefe le propuso irse juntos a comer y seguir con la formación, pero ella le respondió que había sido «muy violento» para ella. Luego, según la denuncia, tuvo una crisis de ansiedad y llamó a su hermana, que la aconsejó llamar a la Policía.
Beatriz Uriarte, la abogada del directivo, expuso en su escrito que ya antes de la cita ambos mantuvieron «referencias expresas de carácter sexual o insinuante en tono consensuado, humorístico y compartido» y añadió que los mensajes y la grabación de vídeo descartaban cualquier posibilidad de agresión sexual. El juez ha admitido esos argumentos y ha cerrado el caso. La denunciante ha recurrido esa decisión.