Encender y apagar las luces. Hay habitaciones de algunos hoteles donde para llevar a cabo esta operación es necesario haber realizado un máster en la NASA. Todo acaba con dos opciones: llamando a recepción pidiendo auxilio o, no siempre funciona, quitando la tarjeta magnética del lector radicado al lado de la puerta. La iluminación, al igual que ocurre con estas complejas duchas que son capaces de abrasarte la cabeza o el cuerpo si no aciertas con el giro por culpa de los grifos modernos, son dos de las causas de mayor malestar (vecinos de habitación al margen) de los hoteles.
No extraña que las cadenas hoteleras sean algunos de los clientes con mayor potencial de crecimiento de la primera empresa española de enchufes e interruptores eléctricos: Simon. La transformación digital del sector está empezando a afectar a este negocio. Por un lado, para facilitar el encendido y apagado de luces de la habitación sin necesidad de que el cliente se enerve; por otro, gracias al control inteligente de la iluminación, monitorear los costes de energía y bonificar a los clientes si su gasto en electricidad diario es menor que la media.
Nueva reinvención
En los hoteles, en las viviendas, en las oficinas, en las instalaciones deportivas, en las fábricas… los interruptores y los enchufes forman parte de nuestra sociedad tanto como la luz artificial que permite alumbrarnos. Existen y se usan a diario sin apenas caer en ello, con extrema naturalidad. Y este sector, cuya existencia parece tan obvia como desconocida, lleva años liderándolo una empresa familiar nacida en Olot (Girona) en 1916, que hoy fabrica en ocho países (España -Olot, Madrid y Martorelles-, Polonia, Rumanía, China, México, Brasil, Vietnam y Marruecos) y que está inmersa en un nuevo proceso de cambio para reinventarse por enésima ocasión.
Por primera vez, los cuatro miembros consejeros de la familia Simon reciben a un medio de comunicación para hablar con toda transparencia de negocios y gestión. Se trata de Sergio Vives, presidente y consejero, y los consejeros Ricard Aubert, Rafael Serra y Nicolás de Trinchería. Estos cuatro son primos descendientes directos del fundador de la empresa, Arturo Simon. Son parte de la cuarta generación, formada por 12 miembros. Junto a ellos, el consejero delegado desde 2019, Esteban Bretcha, que lleva la gestión directa de la empresa desde que sustituyó a Luis López Barrena como primer ejecutivo. Las conversaciones, en días separados, se produjeron en la sede central de la empresa en Barcelona y en la fábrica de Olot.
Mantener vivas las raíces desde Olot
Simon no se vende, por muchas aproximaciones de compra que haya habido por parte de otras empresas. Así de claro respondió Sergio Vives a una pregunta que siempre se tiene que acabar haciendo a un empresario familiar. «No hemos heredado solo esta empresa de nuestros padres; somos los custodios para nuestros hijos. Mientras la familia esté como está, no se vende. Estamos ilusionados con el proyecto que tenemos por delante», afirma el presidente de Simon.
La gobernanza más allá del comité de dirección (nueve personas) de Simon la forman en distintos escalones un consejo asesor formado por cuatro personas externas a la familia, una junta de accionistas familiar y el consejo de administración, que se reúne una vez por semana con presencia del consejero delegado, Esteban Bretcha. «Nos obliga a una disciplina muy grande y a tener un modelo muy ágil por parte nuestra», subraya Vives.
Defender las raíces y mantener la apuesta por la fábrica de Olot (14.000 metros cuadrados), donde trabajan 237 personas, es innegociable. Allí se encuentra la Simon Academy, con cuatro años ya de vigencia, donde se forman empleados, no siempre fáciles de encontrar en una zona competitiva industrialmente y alejada del área metropolitana de Barcelona. La fábrica de Olot, en la cual se invirtieron 15 millones para su actualización, está dirigida por Laura Prieto desde enero de 2024: «Necesitamos formaciones técnicas en todos los niveles. Desde torneros y matricistas a ingenierías más complejas», señala.
«Intentamos traer personas de fuera de la comarca que quiera instalarse a vivir aquí. Es un orgullo para nosotros», explica Ricard Aubert. Desde Olot se fabrican unos 25 millones de piezas al año; 10.000 de ellas son productos acabados que se trasladan al centro logístico en Canovelles.
Adecuándose a la historia
Fue en la capital de la comarca de la Garrotxa donde Arturo Simon, procedente de La Bisbal d’Empordà (Girona), apostó por comenzar a desarrollar sistemas de portalámparas, un dispositivo que sujeta y conecta la bombilla a la red de electricidad. Hacía tan solo 36 años, 1880, que un inventor llamado Thomas Alva Edison había patentado la primera bombilla de la historia, que originó además el nacimiento de la que fue la empresa más poderosa del mundo a finales del siglo XX: General Electric.
En la evolución que va del portalámparas primitivo a empotrar el interruptor en la pared y a la domótica para el hogar, Simon ha tenido que ir adecuándose a la historia. Desde los momentos difíciles y trágicos de la Guerra Civil, cuando tuvieron que fabricar armas, hasta las épocas de expansión del sector de la construcción. Simon ha pasado de vender sus enchufes e interruptores a ferreterías y a clientes especializados en toda España a desarrollarlos directamente con las empresas constructoras e ingenierías. Pese a ser un producto simple por su obviedad, Simon también acertó introduciendo en el interruptor el diseño y el color dependiendo de la necesidad del cliente.
Sergio Vives, Presidente, y Ricard Aubert, consejero, En la fábrica de Olot (Girona) / Job Vermeulen
«Vamos de la transformación industrial a la digital, de vender interruptores a vender sistemas de gestión que afecte al suministro del consumo de una habitación. Buscamos más eficiencia: en limpieza, mantenimiento o apertura y cierre de ventanas. Todo forma parte del proceso de transformarse a ser una empresa donde la electrónica y el software tendrán más peso», explica Bretcha, que explica que fue en 2016 cuando Simon decidió conectar los interruptores a internet, creando sensores para recoger y gestionar los datos.
Hasta 100 millones de euros afirma la compañía haber invertido en los últimos cinco años para llevar a cabo esta revolución tecnológica. De ellos, 30 millones se destinaron a la nueva sede de la calle de Sancho de Ávila de Barcelona, que aspira a convertirse en un centro de conexión de innovación en sistemas de luz en la ciudad. En la capital catalana, entre otros proyectos, destaca uno muy cercano a su sede: participar en el desarrollo de la iluminación de la Torre Glòries junto a protoPixel, su socio tecnológico desde 2011. Simon, que perdió 5,6 millones de euros por culpa de la caída del negocio en China, espera recuperar ventas en 2025 y volver a situarse por encima de los 300 millones. En 2023, ganó 6,7 millones.
Pioneros en China
China fue la primera gran apuesta internacional de Simon, lo que la convirtió en una de las empresas españolas pioneras en instalarse en el gigante asiático. A partir de 1995, cuando el consejero delegado de la compañía era Xavier Torra (hoy presidente de la asociación Eurecat y consejero de diversas empresas familiares catalanas), empezó a estudiarse la implantación, que se ejecutó finalmente en 1999, en Haian. «Empezamos con un socio local, con el que nos entendimos desde el principio. Valoró que éramos una empresa con una larga trayectoria», recuerda el presidente, Vives.
Desde Simon vieron directamente el gran salto adelante de China de los últimos 25 años. «Antes -recuerda Vives-, la fábrica estaba a seis horas del centro de Shanghái. Ahora, a dos horas gracias a las infraestructuras construidas». También recuerda que antes China era el país con los costes más bajos por hora de producción. Ahora ya ha sido superado por México y la India. Simon tiene allí 1.300 empleados -algo más de una tercera parte de la plantilla total- y un sistema de distribución y tiendas propias. Explica Bretcha que la empresa siempre ha estado por delante de la legislación china en sistema de protección social. Un tema no menor para la sensibilidad del cliente chino; los números de las series de productos usan siempre el número de la suerte en ese país: el ocho. Entre sus proyectos emblemáticos está haber participado en la construcción del Estadio Olímpico de Pekín.

Ricard Aubert, Nicolás de Trinchería, Esteban Bretcha (CEO), Sergio Vivies (presidente) y Rafael Serra. / Job Vermeulen
Esta semana, el equipo directivo de Simon ha viajado al gigante asiático para comprobar cómo evoluciona la recuperación del mercado de vivienda, que tocó fondo con una caída del 60% en la construcción residencial el año pasado producto de la desaceleración económica y nuevas regulaciones. China, segundo mercado de la empresa tras España, pasó de representar en 2024 el 33% de la facturación del grupo al 25%.
Responde desde ese país Bretcha: «En esta primera mitad de 2025, a pesar de que la construcción de vivienda nueva en China sigue cayendo [aunque de forma más moderada que hace un año], hemos recuperado ventas y estabilizado el negocio de manera sólida. A la estabilización de precios en grandes ciudades como Pekín, Shanghái y Shenzhen, se suma un cambio de foco hacia la modernización y la reforma de viviendas existentes que nos abre nuevas oportunidades«.
La crisis del mercado chino en 2024 no puede compararse con la crisis económica originada a partir del 15 de septiembre de 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos. El efecto rebote que tuvo para el mercado hipotecario y de la construcción supuso una caída del 60% de la cifra de negocios a Simon. «Nos salvó el negocio en China y que teníamos caja», explica Vives.
Plan estratégico
En el plan estratégico de Simon se aúnan la racionalización de los procesos en medio de la transformación digital con el mantenimiento de la diversificación geográfica. Simplificar procesos para seguir creciendo. Un ejemplo: trabaja la construcción industrializada con el grupo Avintia. Consiste en fabricar previamente los elementos del hogar para ensamblarlos después, facilitando de esta manera la rapidez en la entrega y mayor control de costes.
Las tres plataformas industriales de la compañía se situarán en Barcelona, Shanghái y São Paulo. Desde los tres países (España, China y Brasil), se buscará ofrecer los servicios a tres grandes grupos de clientes -cadenas hoteleras, fondos inmobiliarios e ingenierías-, así como a los países que les rodean. Por ejemplo, desde China y Vietnam, avanzar a países aledaños. En Europa, Polonia -son líderes- se consolida como tercer mercado del grupo y los estados escandinavos se erigen como una nueva apuesta con la compra de la compañía Elit en Suecia. ¿Y Estados Unidos? En su momento se contempló, pero la complejidad de este mercado, por lo demás muy cautivo por algunas pocas marcas, les llevó a rechazar su entrada en él.

Sergio Vives, Presidente, y Ricard Aubert, consejero, en la fábrica de Olot. 21 de mayo / Job Vermeulen
En el mundo de Simon hay un elemento que sobrevuela todos los ámbitos del negocio: el orden. Desde la gestión, el desarrollo de la estrategia y el mantenimiento de las fábricas, que llama la atención en la visita a Olot, hasta la limpieza y el control de todos los desperdicios, que vuelven a utilizarse. «Tenemos una obsesión por la limpieza que nos inculcaron ya nuestros abuelos [Ricard y Pere], hijos del fundador», cuenta Aubert. Para sistematizarlo, en 2011 la empresa asumió el sistema de gestión de origen japonés de las cinco eses que preconizó Toyota en los años cincuenta: Seiri (Clasificación), Seiton (Orden), Seiso (Limpieza), Seiketsu (Estandarización) y Shitsuke (Disciplina).
¿Y dentro de cien años? ¿Es posible determinar cómo nos iluminaremos y conectaremos? Vives piensa antes de responder. «Interruptores seguirá habiendo, pero probablemente habrá muchos menos enchufes. La conexión inalámbrica será cada vez más habitual. Aun así, la tensión eléctrica seguirá siendo imprescindible, porque estaremos más conectados que nunca».