En 2017 se expusieron por última vez en Madrid algunas de las fotografías que Nicholas Nixon hizo a las hermanas Brown durante más de cuarenta años. Desde entonces el fotógrafo de Detroit continuó haciéndolo todos los veranos hasta que después de tomar la de 2022 decidió, junto con las hermanas, que aquella era la última. Ahora, la sala Mapfre ha reunido en una exposición monotemática en Madrid todas las que hizo desde 1975.
Nicholas Nixon (Detroit, 1947) había terminado sus estudios de Literatura norteamericana en la Universidad de Michigan cuando comenzó a dedicarse a la fotografía influido por un libro de Cartier-Bresson que descubrió en una librería en la que trabajaba como dependiente. En 1970 conoció a Beberly Brown (Bebe), con quien se casó al año siguiente. En 1974, cuando comenzó a dar clases de Fotografía en el Massachusetts College of Art and Design ambos viajaron a la casa de campo que los padres de Bebe tenían en Brookline un día en el que coincidieron allí las tres hermanas de Bebe, Heather, Laurie y Mimi y las cuatro se hicieron una fotografía como recuerdo de aquella jornada.
Entonces Bebe tenía 25 años y sus hermanas, veintitrés, veintiuno y quince. Al año siguiente, cuando Bebe y Nixon visitaron de nuevo la casa, otra vez estaban allí las tres hermanas y la fotografía se repitió. La de 1975 fue la primera de una serie que a Nicholas Nixon se le ocurrió aquel mismo día (había desechado el negativo de la del año anterior) y desde entonces cada año repitió la misma fotografía con los mismos cuatro personajes colocados en el mismo orden.
El resultado es una secuencia en la que el fotógrafo ha captado el paso del tiempo durante más de cuarenta años en la forma en que su influencia se refleja en los rostros de cuatro personas diferentes. Las fotos se han colocado en orden cronológico en un recorrido que registra como ningún otro documento el paso del tiempo y sus efectos sobre las cuatro mujeres. Nixon inició también una serie muy parecida con sus hijos Sam y Clementine, que abandonó cuando llegaron a la edad adulta.
La que se puede ver ahora es la serie completa de las 48 fotografías que el fotógrafo ha realizado cada año como en un ritual de la esfera familiar privada convertido en una obra de arte pública (el Metropolitan Museum de Nueva York tiene en su colección permanente la serie de las hermanas Brown).
Las cuatro hermanas aparecen siempre en el mismo orden, el que ocuparon la primera vez que fueron fotografiadas, y siempre también mirando a la cámara. Casi todas fueron hechas en exteriores, con luz natural y a veces el propio Nixon se permite aparecer de forma sutil, como una sombra o a través de sus dedos colándose por alguna esquina, para recordarnos que también él es miembro de esa familia. En las fotos destaca la mirada de su mujer, siempre frontal, que simboliza la complicidad que existe entre ambos y el amor y respeto que se profesan.
En las últimas fotografías de Nicholas Nixon fuera de esta serie la intimidad emocional queda reflejada en instantáneas de aspectos de la vida cotidiana: las escaleras de su casa, unas cortinas mecidas por el viento, cuadros en las paredes, salas y habitaciones de su vivienda… Una cotidianidad con la que los espectadores de sus fotos se identifican porque es su misma cotidianidad.
Aunque practicó varios géneros, Nixon se especializó en el retrato cuando realizó una serie en la que recogía a ancianos de una residencia y a enfermos en hospitales, con quienes mantenía relaciones personales cuando el fotógrafo prestaba servicios como voluntario en estos centros. De ahí el acercamiento físico a estas personas a través de primeros planos y planos de detalle. También hizo retratos a enfermos de sida, fotografías dramáticas de los enfermos y de sus familiares, que asisten impotentes al ocaso de las vidas de sus hijos o de sus hermanos. Posteriormente inició una serie de retratos de gentes que habitaban en los escenarios en los que se movían los personajes de los libros de autores como Hemingway y William Faulkner: barrios rurales de Kentucky o Misisipi, orillas de los ríos y las playas de Florida, porches de casas de campo.
En la serie de las hermanas Brown, además de registrar el paso del tiempo realiza un ejercicio de reflexión sobre la nostalgia y la vulnerabilidad de las personas durante su vida. Al contemplar ahora una a una estas fotos descubrimos los cambios graduales en las hermanas: el color del pelo, las arrugas en el rostro, la forma de los cuerpos y de cómo el tiempo los ha ido transformando irremediablemente.
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