¿Lloverá? ¿No lloverá? La duda asalta los cielos a las puertas del Auditorio mientras cotiza al alza la expectación popular. Se mantiene estable la población gaitera que pone banda sonora a la espera y aumenta el número de efectivos policiales. La seguridad se extiende por tierra, valla y aire. Un helicóptero ronronea entre nubes y resoles y los uniformes entablillan la zona con miradas avizoras. Falta media hora para la Gran Llegada y la gente empieza a aparcar en quinta fila andante porque el área de privilegio lleva tomada mucho antes.
Las cámaras de televisión tienen un punto de vista táctico a sabiendas de que el coche de la Realeza tiene una plaza fija para aparcar.
–Igual salimos en la tele.
Es la ilusión de una niña con trenzas rojas que no conoce las prioridades catódicas cuando hay cochazos en lista de espera. Abunda la infancia subida a hombros de sus padres. Incluso hay un perro frondoso que parece reivindicar su condición monárquica en brazos de su dueña. Nervioso y todo.
–Mira, es igual que Clint Eastwood –indica una mujer a su acompañante señalando con la cabeza a un policía largo y rocoso.
La banda de gaitas engancha un tema popular y un adolescente de camisas a cuadros deja ídem a quienes le rodean poniéndose a bailar. Una espectadora añosa aplaude.
–Oye, guaje, lo haces muy bien.
Con tanta población a punto de desbordarse no te creas que es fácil encontrar a alguien. Una mujer intenta guiar a su interlocutora vía móvil, cambio y corto. «Estamos junto a un colegio de paredes verdes, ¿tú dónde estás? Detrás de las cámaras de la tele. Que no, ahí no, mira a tu derecha». Pero no hay manera de ponerse de acuerdo.
–¡Maiteeeee!
Maiteeeee corre hacia la amiga que la llama y se abrazan como si tuvieran adhesivo en los brazos.
–Me lo estoy pasando pipa –confiesa un hombre que presume de haber repetido dos veces en el Desarme. Vaya saque, amigo.
Marta es una veterana de las esperas y le pide a sus amigas que no desesperen.
–Los Reyes vendrán un minuto antes de entrar, dígotelo yo que vengo todos los años.
Marta, que quizá no sabe que los saludos populares se reservan para después del concierto, recuerda que «antes se acercaban a la gente. Ahora, nada».
La brisa se pone arisca.
–¡Mira, Canteli! ¡Mira, Barbón!
El juego de los reconocimientos ha empezado, aunque la mayoría de los que llegan con cara de invitados es desconocida para el gran público. Ya que los premiados entran por la parte de atrás, todo el protagonismo se concentra en un puñado de baldosas.
–¡Ya vienen!
Aparecen los motoristas y esa la prueba irrefutable de que el Gran Momento de tarifa reducida está a punto de aparcar en primera fila.
–Están saliendo los Reyes, las princesas no –retransmite una privilegiada con buenas vistas.
El perro tranquilo en brazos de la dueña confirma simpatías monárquicas con un ladrido entusiasta y una niña proclama desde los hombros de su padre: «¡Majestades!». Corrillos y chascarrillos: ¿La de rosa es la Reina? Leonor está guapa no, lo siguiente. Qué delgada, Leti.
Las cámaras móviles por todo lo alto inmovilizan la escena. Visto y no visto. Reyes y Princesas salen de cuadro.
–Muy guapo todo. Hasta el año que viene.
La Policía blinda Oviedo y redobla su presencia en los puntos sensibles
Luis Á. Vega
La seguridad con motivo de los Premios «Princesa de Asturias» siempre ha sido de primer nivel, con presencia de unidades de intervención, medios aéreos y el concurso de otras especialidades, como la de Subsuelo, que estos días atrás ha peinado la red de alcantarillado de la zona centro de Oviedo y la Fábrica de La Vega para descartar cualquier riesgo de atentado. El dispositivo suele estar formado por unos 600 agentes, la mitad de ellos pertenecientes a la Unidad de Intervención Policial, llegados de toda España. Los Premios de este año han coincidido con el estallido de la guerra entre Israel y Hamás, lo que ha obligado a reforzar las medidas de la alerta terrorista. Este refuerzo también afecta a los Premios, según fuentes de la Policía Nacional, cuerpo que ha redoblado la presencia de sus efectivos en los puntos más sensibles durante estos días. A raíz de los brutales ataques de Hamás en el sur de Israel, la Policía también reforzó la vigilancia de la sinagoga del Fontán, para prevenir cualquier ataque a la comunidad israelita asturiana.