La primera operación documentada de buques lanzando al mar barriles con residuos radiactivos se ejecutó a 80 kilómetros de la costa de California en 1946. No era una práctica en discusión. Bien al contrario: el propio Organismo Internacional de Energía Atómica (International Atomic Energy Agency, IAEA) celebraría una década después un simposio del grupo de técnicos que asesoraban sobre estos vertidos. Se metía de todo en esos recipientes, forrados a veces en hormigón o alquitrán: restos de experimentos, guantes médicos, cristales, esferas luminizadas defectuosas… Hasta containers enteros (al menos 12) procedentes de universidades escocesas. Así lo refleja el último inventario de la IAEA, de 1999 (Inventory of radioactive waste disposals at sea), que plasma incluso cómo se tiraron bidones a sabiendas de que estaban perforados.
Lanchas de Greenpeace intentando bloquear el lanzamiento de bidones a principios de los 80 / Greenpeace
En total, se conocen 55 ubicaciones en todo el mundo, con 85,52 46 PBq (el bequerelio es una unidad de medida para el material radiactivo) vomitados a mares y océanos. Exactamente la mitad —42,31 PBq— son los que reposan a día de hoy en la fachada atlántica ibérica; la mayoría, con 15 puntos de vertidos, a partir de 300 millas de la costa de Galicia. La mitad a nivel global.
El estado del material, una incógnita
Los materiales arrojados al mar tenían radiación beta, gamma, alpha o de tritio. A excepción de las misiones periódicas de la oficina federal norteamericana para los océanos (NOAA) o de expediciones dirigidas por Noruega o Rusia en los años noventa, el estado de esos barriles es una incógnita que ahora pretende resolver Francia con el proyecto Nodsumm, desgranado desde sus inicios por El Faro de Vigo, y pilotado por el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique, el CSIC francés).

El buque que realiza la exploración / L’Atlante
Hasta el pasado viernes los técnicos y científicos que van a bordo del oceanográfico L’Atalante habían localizado más de 1.200 bidones a unos 650 kilómetros al noroeste de Fisterra gracias al sónar de barrido lateral y al robot submarino UlyX. ¿Cuántos hay?
Las cifras
Este último inventario de 1999 aporta mucha luz. El país que más basura con radiactividad arrojó al mar, y singularmente en la fosa atlántica, fue Reino Unido. Allí escupió 74.052 toneladas de residuos en bidones con radiación alpha y beta-gamma. Teniendo en cuenta la capacidad media de cada recipiente, y tomando como referencia los inventarios oficiales —los británicos no concretaron el número de bidones arrojados, solo la carga—, solo sus mercantes tiraron por la borda al menos 103.000 contenedores cilíndricos. Lo hicieron hasta 1982: su última largada de basura radiactiva constó de 2.697 toneladas a 645 kilómetros al noroeste de la Costa da Morte. Allí quedaron hasta hoy.

Países que han lanzado residuos al mar y ubicación de éstos / FdV
El segundo país más prolífico en estas prácticas —solo teniendo en cuenta las ejecutadas frente a la costa gallega— fue Bélgica (55.324 barriles), seguido de Francia (46.396), Países Bajos (28.428), Suiza (7.420), Suecia (2.895), Alemania (480) e Italia (100). De modo que, frente a los 220.000 bidones estimados de manera generalizada, la cantidad total supera previsiblemente los 240.000. Los documentos de la IAEA mencionan también vertidos de residuos «sin contenedorizar», de modo que no es posible saber a ciencia cierta todo lo que se tiró al Atlántico.
El proyecto Nodssum —la única participación española es del departamento de Geología de la Universitat de Girona— ha obtenido ya muestras de agua, sedimentos y fauna para analizar la eventual presencia de radionucleidos y sus efectos. Será el año próximo cuando, con un robot de brazos articulados o un submarino, obtenga muestras directamente de los barriles y sus áreas más próximas.
En 2023, la entonces comisaria europea de Energía, Kadri Simpson, afirmó que no está prevista ninguna operación para comprobar el estado en que se hallan estos bidones, pese al tiempo transcurrido desde que fueron lanzados al agua.
España ve «oportuna» la investigación francesa
El Gobierno español considera «oportuna» la investigación que Francia realiza frente a las costas gallegas para medir el impacto de los bidones radiactivos depositados en la fosa atlántica, una investigación que nunca consideró preciso impulsar el Ejecutivo central ni la Unión Europea, pese a las reiteradas demandas de los ecologistas y partidos como el BNG. El delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, aseguró ayer además que el Ejecutivo central se mantiene «en contacto permanente» con la expedición francesa. Y añadió: «Vamos a tratar de darles una solución». Respondía así a las críticas de la Xunta, que se enteró de la investigación por las noticias publicadas por este diario. «Pedimos datos», exigió ayer la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. Por su parte, Greenpeace solicita a la Unión Europea y al Gobierno que asuman la investigación. «La renuncia de la UE a investigar, lo que ha llevado a Francia a realizarla por su parte, pone de manifiesto la peligrosidad de la basura nuclear», alerta.
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ENTREVISTA. Adam Stackhouse, experto en gestión de residuos:
«Su recuperación es difícil y de momento no hay propuestas para ello»
Ospar son las siglas en inglés de la Convención para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico del Nordeste, que acaba de celebrar una convención en Vigo. Adam Stackhouse es el presidente del Comité de Sustancias Radiactivas:

Adam Stackhouse / Agencias
–¿Está al tanto de la misión de Francia?
Francia y Portugal están trabajando y haciendo algunos estudios para analizar las condiciones de estos barriles. Es el momento de analizarlos de nuevo, enviando herramientas para tomar muestras y ver si hay contaminación en el área. Hace ya un tiempo que no se analiza y con los sumergibles modernos se puede ir hasta donde están, usar cámaras, localizar los barriles y ver su condición.
–Ni la Comisión Europea tiene muchos datos sobre los barriles. ¿Qué se puede hacer?
Ese es el objetivo del estudio, aumentar el conocimiento sobre dónde se encuentran y en qué condiciones, necesitamos ver si hay algún problema. La London Convention prohíbe expresamente que se vuelven a tirar y hace unos años hizo la review de los 25 años con expertos, la Agencia Internacional de la Energía Atómica y diferentes países para entender si había algún impacto negativo. El resultado es que no lo hay, pero lanzarlos al mar está prohibido.
–¿Es posible su recuperación?
– Es muy difícil y en estos momentos no hay propuestas para ello. Los análisis que se hacen es solo para entender mejor en qué situación están.