España se enfrenta a un nuevo verano tórrido y especialistas como la doctora Celina Llanos, coordinadora del grupo de trabajo de Cuidados Intensivos cardiológicos y RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) admite que, en las UCI, ya abordan como emergencias el impacto de las temperaturas extremas. «Desgraciadamente, tenemos que estar preparados, en formación constante», reconoce. También lanza una advertencia sobre el efecto del calor en quienes se exponen al sol en eventos como los festivales de música que jalonan la geografía nacional. «Aunque no todos los que van son gente joven, ni todos hacen consumo de tóxicos, debemos acordarnos de que el alcohol y las drogas disminuyen mucho nuestra capacidad de enfrentarnos a un golpe de calor», señala.
La primera gran ola de calor de este 2025 mantiene en vilo a los hospitales por el enorme impacto en los pacientes más frágiles: los niños, los ancianos o las personas con enfermedades crónicas. En las unidades de intensivos, los especialistas se han visto obligados a actualizar sus protocolos ante la posibilidad de recibir en sus servicios a personas que no pueden soportar ese calentamiento, marcado por una temperatura corporal muy alta (mayor a 40.5ºC), alteraciones neurológicas y fallo multiorgánico.
La intensivista vuelve sobre un tema que le preocupa. El riesgo por sufrir calor extremo en el contexto de un festival, eventos que duran muchas horas y donde los jóvenes están expuestos al sol de forma continuada. Y recalca el peligro. «Mucho cuidado, siempre, pero especialmente con el consumo de alcohol y otros tóxicos. Muchas drogas pueden favorecer la aparición de golpes de calor porque ya, por naturaleza, aumentan la temperatura. Es conveniente recordarlo».
Llegar a la UCI
Indica la doctora Llanos, especialista en el Hospital Quirónsalud Tenerife, que el objetivo es que ningún paciente llegue a intensivos por un episodio tan grave. Para eso, es preciso ir al antes. Sobre todo, poniendo especial atención en los más frágiles. También, en los más expuestos, como quienes trabajan al aire libre.
No es lo mismo estar a 45 grados en una oficina con aire acondicionado, con un ventilador… que estar asfaltando una carretera a las 2 del mediodía
«Tiene que haber un poco de conciencia social sobre los trabajos que se desempeñan y sus horarios. No es lo mismo estar a 45 grados en una oficina con aire acondicionado, con un ventilador, con ropa transpirable… que estar asfaltando una carretera a las 2 del mediodía en cualquier punto de España que en ese momento está siendo sometido a una ola de calor. Socialmente, no podemos permitir que eso suceda», añade.
Regular la temperatura
Dice que es muy importante que nos demos cuenta de los signos de alarma si sufrimos temperaturas extremas. «El cerebro empieza a darnos señales de aviso. Nos encontramos mareados, el corazón nos va más rápido. Ya no pensamos con claridad. Puede llegar incluso un momento en que nos cueste hablar en casos en los que la temperatura es muy alta y el cuerpo está muy afectado. Podemos llegar incluso a convulsionar. Lo importante es que seamos conscientes de si estamos expuestos a calor. Y en ese momento, paremos y busquemos una zona fresca, bebamos agua, incluso duchas frías», explica.
Nuestro cuerpo está constantemente, en invierno y en verano, regulando la temperatura para mantenernos en un rango de seguridad en torno a 35/36 grados, abunda. En un golpe de calor lo que ocurre es que esa temperatura va aumentando. Si el calor externo es muy extremo llega un momento en que ya las herramientas que tiene nuestro organismo para disminuir la temperatura se ven sobrepasadas y empiezan los daños. «Nos encontramos ante un paciente de intensivos», explica.
Alta mortalidad
Cuando sucede, cuando ese paciente llega a la UCI, se trata de una emergencia. «Nuestro objetivo siempre es bajar la temperatura lo antes posible. Intentar proteger sobre todo el cerebro que es muy sensible. Las formas que tenemos de enfriar a los pacientes son diversas. Normalmente, se recurre a la administración de fluidos fríos, no tanto porque el paciente esté deshidratado como tal, sino porque, al final, es una forma de meter algo frío dentro del cuerpo. También se puede recurrir a los baños de agua en aquellos centros que tengan las instalaciones necesarias para hacerlo», detalla la doctora.
Las secuelas dependerán de la gravedad de lo sufrido. «Si no se coge a tiempo, es una patología que tiene riesgo vital», señala la médico
«El otro gran problema son los órganos que han fracasado debido al aumento de esa temperatura. Como en cualquier otra enfermedad, lo que hacemos es darle soporte al paciente hasta que se vaya recuperando Si la tensión está muy baja, ponemos medicación. Si ha perdido la conciencia, no puede respirar por sí mismo… le conectamos a un ventilador que sustituye temporalmente las funciones de los pulmones. También los riñones son órganos muy sensibles que, con mucha frecuencia, se ven afectados», desgrana.
Las secuelas dependerán de la gravedad de lo sufrido. «Si no se coge a tiempo, es una patología que tiene riesgo vital. Se pueden producir muertes incluso cuando hay una asistencia sanitaria. Es verdad que cuanto más se demore la asistencia, más grave está el paciente y peores pueden ser las secuelas», incide la doctora Llanos.
La prevención
Para la intensivista «lo más importante es hacer prevención social. Sobre todo entre aquellas personas que sean de más alto riesgo. Que por sí mismas no son capaces de darse cuenta de que tienen que estar más hidratados. Que puedan ser dependientes y, evidentemente, todos los pacientes crónicos. Las olas de calor, me encantaría poder decir lo contrario, son una realidad y cada vez son un problema más frecuente», reconoce.
Recreación de refugio climático en Barcelona / Ajuntament de Barcelona
Aprovecha la doctora Llanos para hacer un alegato: que las ciudades sean más amigables. Eso ayuda. Porque, enfatiza, hay zonas que tienen mucho asfalto, muy poca vegetación, con edificios que tampoco están acondicionados. Es ahí, donde pide que se esté muy pendiente de esos pacientes más frágiles, más sometidos al tiempo extremo, para que no lleguen a una unidad de intensivos.
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