¿Cómo lo hacen ustedes para transitar este turbio lugar al que llamamos mundo y seguir manteniendo la fe? ¿Cómo lo logran? Me encantaría aprender, que me enseñaran. Juro que soy una buena alumna, disciplinada, estudiosa, con ganas. Pero también inconstante. Las fuerzas me flaquean muy a menudo. Pongo todo mi empeño, toda mi fe. Sin embargo, de nuevo me embarga la desolación y el sentimiento de derrota. La pérdida de confianza en el ser humano. La semana pasada salió a la luz el caso de un profesor de secundaria con menores en acogida a los que grababa cuando estaban desnudos o mientras adoptaban conductas sexuales y comercializaba con esas imágenes.
Es decir, se las vendía a otros pedófilos y pederastas. La última vez que leí algo sobre esta noticia iban por sesenta y un detenidos. Casi cien personas abusaban de niños y, no, no me vale que me digan que algunos solo consumían las imágenes y no habían violado a ningún menor. Es que me da igual. Desde el momento en el que alguien decidió grabar a unos niños obligados a tener conductas que no son propias de su edad y alguien se excitaba mirando se han estado cometiendo delitos. Han estado jodiéndoles la vida a esos niños.
De verdad, que alguien me explique cómo se consigue salir indemne de estas noticias. El cabrón, el cerdo, el miserable del profesor tenía a esas criaturas en acogimiento y, lejos de brindarles la tranquilidad, el cariño y el respeto que un menor desamparado necesita, volvió a herirlos. Los pequeños que están en acogida ya han sufrido una separación de su familia biológica y a ese trauma, unido al desarraigo y a estar institucionalizados, se le añade el del abuso sexual. Por favor, acepto emails o DM en IG con tips de cómo sobreponerse a la realidad cada vez más cruel, desesperanzadora e hiriente que vivimos.
¿Ya no podemos confiar los unos en los otros? ¿Debemos recelar de las intenciones de cada ser humano que pasa a nuestro lado o habita nuestra parcela de metro cuadrado? ¿Cómo aprender a desenmascarar al lobo que se comió a la abuela? Ese que tiene unos ojos muy grandes para ver mejor, unas orejas enormes para escuchar mejor y unas zarpas descomunales para silenciar la infancia. Quizá no debería escribir esto, pero finalizo el artículo con los ojos anegados en lágrimas, porque sé que esto seguirá ocurriendo. Peor aún, mientras escribo probablemente hay un adulto maltratando a un menor.
También sé que es un artículo más corto de lo habitual. ¿Sirve de algo esto que escribo salvo para desahogarme? No. Quizá no. No puedo hacer nada para evitar que los niños sufran y eso me hace sufrir. Y, ahora, con la perspectiva que da la escritura, creo que no quiero aprender a gestionar este tipo de noticias. Porque tienen que dolernos en lo más profundo de nuestro ser. Tiene que hacernos alzar la voz, agudizar la intuición, dar un golpe en la mesa. Dejar claro que A LOS NIÑOS NO SE LES TOCA.
Suscríbete para seguir leyendo