El Mundial de Clubes se ha vuelto una tortura para los equipos europeos. Lo que imaginan como una película con final esperado termina por convertirse en una cinta de vaqueros donde acaban recibiendo disparos por todos los flancos. El guion se ha repetido en todos los partidos internacionales. El Dortmund – Rayados no fue una excepción, con un inicio arrollador del club germano, comandado por la sociedad letal que formaron Guirassy y Adeyemi. En la segunda, el club mexicano recortó distancias y apretó el acelerador para poner suspense en el duelo. Al final, lógica y reedición de la Champions de 2024 el sábado a las 22:00 horas en el MetLife de Nueva Jersey que decidirá el torneo.
Guirassy y la reivindicación del ‘9’ puro
El cierre de los octavos del Mundial de Clubes fue un partido atractivo, que empezó con ida y vuelta entre un equipo mexicano valiente, con línea de tres, dispuesto a entrar en el cara a cara contra el Borussia. La figura sobre la que estaban puestos todos los focos era Jobe Bellingham, sobre todo, por la posibilidad de que hubiese un duelo entre hermanos con Jude en cuartos. Un derbi familiar que no se dará por la amonestación que vio el hombre que originó las primeras ocasiones alemanas.
Pero fue la sociedad formada por Adeyemi y Guirassy la que consiguió dinamitar la igualdad. El delantero guineano volvió a reivindicar la importancia de los ‘9’ puros. Con el que anotaría después, para un 2-0 que parecía definitivo, el ariete acumula 37 goles y nueve asistencias en 49 partidos. La eficiencia anotadora permitió al cuadro ‘borusser’ llegar hasta cuartos de la Champions, donde pagaron caro la ida contra el Barça en Montjuïc.
El cuadro dirigido por Torrent se rebeló contra un destino trágico por la vía rápida. Respondió con dos disparos de Deossa desde la frontal y busco con insistencia a ‘Tecatito’ en punta. La debilidad del Borussia, que le ha permitido firmar una temporada de altas prestaciones, como la que le llevó a enfrentarse contra el Real Madrid en la final de Champions 2022.
Berterame para poner suspense
Si algo han demostrado estos octavos del Mundial de Clubes es que los primeros actos son solo el preludio para segundas partes en las que la vida de los supuestos favoritos se complican. German Berterame aprovechó una sucesión de cabezazos para poner el nudo en la garganta del Borussia. Siempre para lo mismo en estos partidos: una diana nacida de la previsión espolea al equipo que necesita remontar. Empiezan los nervios y los miedos en un ‘mata-mata’ que se transforma en la ley del menos cobarde.
El territorio donde lo físico deja de tener sentido y empieza el partido psicológico. De ahí que todas las jugadas a balón parado buscasen a Sergio Ramos para que, una vez más, suspendiese el tiempo en un final imprevisto. Contó con la colaboración de Sergio Canales y Óliver Torres. Una triple entente de intereses contrapuestos en el pasado que colaboraron con el único fin de llegar a la prórroga para provocar el impensable evento del capitán del ’93’ con el Real Madrid.
El último cabezazo de Ramos
Un encuentro en la tercera fase que no se dará. Porque a Tecatito le faltó un centímetro para que su gol no fuera anulado. Con el tiempo a su favor, el Dortmund simplemente se dedicó a descontar minutos para preparar el mayor de los asaltos. Un desafio con aire de revancha. Tanto del 5-2 de la fase de liga Champions que indicaría que Sahin no era el entrenador adecuado como, sobre todo, la final que le dio la 15ª al Real Madrid.
Aunque en EEUU, con tanta tormenta y calor, cualquier escenario es posible. Para suerte del que trasnocha y termina esta crónica como literatura de un fútbol que dejará de existir en breve con la retirada de Ramos, que lo intentó con último cabezazo, y todos los veteranos que se despedirán de la élite con un invento de la FIFA que se consolidará gracias a duelos igualados. La evidencia de que el fútbol es cada vez más global y los conocimientos fluyen de un territorio a otro con la facilidad de las dos asistencias de Adeyemi para la repetición de un clásico europeo.