En el templo más tradicional del tenis, Wimbledon, un nombre ajeno al gran público ha encendido los murmullos y las sonrisas de quienes aún creen en los cuentos deportivos: Oliver Tarvet. Británico, 21 años, sin experiencia en torneos ATP ni Challenger, y con una carrera universitaria en Estados Unidos aún en curso, Tarvet ha protagonizado una de las irrupciones más emotivas del año en el tenis mundial.
Número 719 del ranking ATP al inicio del torneo, Tarvet llegó al All England Club gracias a una wild card otorgada por la federación británica. Lo hizo sin ruido, como suelen llegar los que tienen poco que perder. Pero tras vencer sucesivamente a Atmane, Galarneau y Blockx en la fase previa, y al suizo Riedi en la primera ronda del torneo, el tenista británico se ha ganado el lujo de jugar ahora contra Carlos Alcaraz.
“Esto es lo que uno sueña de niño, siempre vine a este torneo cuando era pequeño, es para lo que trabajas, un objetivo a largo plazo. Que todo suceda tan repentinamente lo hace más especial, pero siento que nada cambiará cuando juegue contra Alcaraz. Vine aquí sin ninguna expectativa, estoy seguro de que puedo ganar a cualquiera y Alcaraz no es una excepción» dijo emocionado tras su pase a segunda ronda.
UN CAMINO ATÍPICO
La historia de Tarvet, sin embargo, va más allá de una semana mágica. Nacido en St. Albans, al norte de Londres, optó por un camino poco común en el tenis británico: el circuito universitario estadounidense. En 2022 se matriculó en la Universidad de San Diego, donde ha sido una de las grandes figuras del tenis NCAA. En su tercer año ha ganado el All American Championship en individuales y dobles, y ha sido reconocido como el mejor jugador de su conferencia.
Gracias a los puntos obtenidos en torneos ITF —cinco títulos en total, tres en Túnez y dos en EE.UU.— había llegado al puesto 624 del ranking el pasado otoño. Pero su impulso definitivo ha venido ahora, en casa y ante miles de ojos que no le conocían.
Su gesta, sin embargo, plantea un dilema inusual: económico. Clasificarse para Wimbledon garantiza un premio de 66.000 libras esterlinas (unos 77.000 euros). Pero al ser considerado amateur por la NCAA, solo puede recibir una compensación equivalente a sus gastos reales: unos 10.000 dólares. «Puede que lleve a mi entrenador en un jet privado con ese dinero», bromeó.
DESCONOCIDO TAMBIÉN PARA ALCARAZ
Una gesta que ahora lo lleva a medirse al gran campeón, Carlos Alcaraz. El murciano deberá lidiar ante la gran sorpresa del momento en Wimbledon y ante la adversidad del público que buscará seguir aupando a su pupilo en busca del reto más difícil. Pese a ello, el tenista de El Palmar es consciente que no puede confiarse lo más mínimo pese al ranking de su rival.
Carlos Alcaraz celebra el pase a segunda ronda / AP
«Si está aquí en la segunda ronda es porque se lo merece, porque está jugando un buen tenis. No tengo que pensar que voy a ganar fácil y tengo que tenerle respeto. No importa su ránking ni los partidos que haya jugado, va a ser un partido difícil. No voy a pensar en nada más que en jugar mi mejor tenis«, manifestó Alcaraz tras su sufrida victoria ante Fabio Fognini.