Imagen del entorno de Luceros durante una de las mascletás de este ciclo de Hogueras. / Héctor Fuentes
Ya han terminado nuestras fiestas mayores y lógicamente, la prensa se llena de noticias y resúmenes relacionados con ellas. Las autoridades hacen balance y explotan las redes sociales y, en general, y como es habitual, unos asuntos llaman la atención y otros no tanto.
Así que, entre los primeros, diré que me resulta chocante oír hablar de convocatorias de mesas técnicas para tratar la seguridad de nuestras fiestas. ¿De qué seguridad estamos hablando?, ¿no se supone que el cumplimiento de la ley garantiza el derecho de los ciudadanos a la seguridad?
Jurídicamente hablando, ésta descansa en un amplio cuerpo de reglamentos y normativas, y se supone que, con su cumplimiento a través de los funcionarios de las administraciones competentes y la aplicación del sentido común por parte de nuestros representantes políticos, la seguridad no debe verse nunca comprometida.
Que la sensación de seguridad sea buena o mala, es la consecuencia de actuaciones o autorizaciones favorables o deficientes, no la causa en sí misma. Así que más que hablar de la seguridad debería hablarse de los asuntos que causan las situaciones que hemos vivido, aunque no sean nada nuevas. Les adelanto.
La seguridad juega en otra liga y no debe utilizarse como excusa ni pretexto para justificar o reparar lo que no nos gusta, lo que está mal o nos provoca sensación de inseguridad. Nuestra fiesta, es en la calle, con pólvora, con desfiles, premios y ofrendas, y con todos y cada uno de los actos y eventos que la componen, y que precisan de la intervención municipal.
Así que algo debe estar haciéndose mal cuando todos los días escuchamos quejas sobre las dificultades de acceso a determinadas zonas, la recogida de residuos, la proliferación progresiva de ocupaciones de la vía pública por todo tipo de instalaciones que ocupan espacios destinados al disfrute de todos (incluso algunas que nada tienen que ver con la fiesta o nuestras tradiciones). Además, en zonas emblemáticas de la ciudad, como la propia Explanada, la fachada del Teatro Principal, la del Mercado Central y un largo etc. de plazas y jardines de uso público.
Así que no hay de que extrañarse cuando se manifiesta cierto enfado de gran parte de los ciudadanos por sentirse perjudicados. Y es entonces cuando empezamos a escuchar propuestas demagógicas que no se sabe bien de que van, y en las que pocos creen.
Hay que recordar, como ejemplo de ausencia de todo sentido y control, que una de las causas que generan las dificultades de acceso en casos de emergencia son precisamente las instalaciones eventuales de las que son titulares cada comisión festera de turno, y que éstas coexisten dentro de la organización de la federación. Igualmente hay que recordar que las autorizaciones las otorga el Ayuntamiento y que este es el verdadero responsable de las situaciones creadas. Es casi una burla que los responsables de tales situaciones nos vengan ahora con fórmulas y revisiones de protocolos.
Bienvenido sea ahora el cambio de opinión. Es bueno que quien puede hacer algo se preocupe, especialmente el gobierno municipal, que es quien es el competente (o incompetente), y por tanto responsable, por su capacidad de regular y poner límites. En una cosa estamos de acuerdo: no se puede esperar más y algo hay que hacer.
No se demore, Sr alcalde, es su responsabilidad, y su administración la que debe ir por delante teniendo claros los criterios y las ideas necesarias para el “desarrollo” de nuestra fiesta, y no digo el “desarrollo seguro” de la fiesta, pues va implícito si hay idea de Alicante y su cultura. Si las comisiones se ciñen escrupulosamente a las autorizaciones, si se cumplen los famosos protocolos y los informes técnicos todo irá bien. Estos informes y protocolos sinceramente no creo que estén mal, más bien diría que no se cumplen, y creo que nuestro ayuntamiento apenas controla y es muy tolerante básicamente por inacción. Actúe de una vez.
Si durante el año, la gestión municipal es mala, durante los días de Hogueras se vuelve pésima y caótica. Y esa es su responsabilidad, Sr. alcalde: la atención a los ciudadanos, tanto en materia de recogida de residuos, como en la higiene, la movilidad, la hostelería, el tráfico rodado, el transporte público, por no mencionar los innumerables aparcamientos condenados o la proliferación de ocupaciones de vía pública que no tienen que ver con la fiesta para beneficio de unos pocos. Así que, en el contexto de esa pésima gestión y la ausencia de límites aparece el libre albedrío, y además, la falta de presencia de la policía local, no por celo de los agentes, que se dejan la piel si no por una nefasta organización, para un mínimo control y vigilancia, para procurar dar forma a la fiesta y protegerla de acciones inaceptables. Todo esto es lo que provoca la sensación de inseguridad de las alicantinas y alicantinos.
Mírese los balcones de luceros en los disparos, ponga atención en la zona de General Lacy y Pintor Cabrera, en Berenguer de Marquina, por cierto, esta la conoce bien, ¿estará por allí cuando haya que quitar vallas y mesas para que, esperemos que no ocurra, entren los bomberos o una ambulancia? Mire también en la zona de calle Pinoso, calle Foguerer y aledaños, mire en plaza de la Montañeta, Gadea, Soto y su Mercadito, donde conviven en fiestas las autoridades locales con los representantes de La Fiesta, echen un vistazo a Oscar Esplá, Estación y Alfonso el Sabio, por mencionar ejemplos conocidos por todos los alicantinos y alicantinas, e intente velar por todos.
Por cierto, se me olvidaba: a la vista de la coincidencia en la preocupación manifestada por los representantes de la fiesta y la concejala del ramo sobre, digamos, una inercia negativa de la fiesta, es de suponer que tal coincidencia les hará estar de acuerdo también en que la ordenanza de fiestas, como marco regulador, no está siendo eficaz. Otra más en el tejado de la responsabilidad municipal.
Por cierto, ya han pasado varios días de la cremá (o quemada, como ahora pretenden ustedes que se diga), y las calles siguen sucias, falta de contenedores de basura, parques que parecen zonas de guerra, alumbrado anclado a las calles y consumiendo una electricidad que pagamos todos innecesariamente.
Reaccione, Señor Barcala. Es su responsabilidad.