Mark Rutte (La Haya, 1967) pasó casi 14 años al frente del gobierno de Países Bajos. Su capacidad para adaptarse a casi cualquier circunstancia y durar le hizo ganarse el apodo de ‘Tefflon Mark’. En el sur de Europa, era más conocido por su mano dura contra los países endeudados. En la Unión Europea, por su oposición a la emisión conjunta de deuda para hacer frente a las grandes crisis, o aumentar el presupuesto comunitario. Ahora, exige un esfuerzo colectivo para aumentar el gasto en defensa, cueste lo que cueste, alentado por Donald Trump.
En octubre de 2024, tras abandonar la política nacional Rutte se convirtió en secretario general de la OTAN. Apenas un mes después, Trump ganó las elecciones en Estados Unidos y se convirtió en el 47º presidente del país. La relación de Rutte y Trump ha sido una de las cuestiones que más titulares ha generado esta semana. Para algunos, es una estrategia diplomática del holandés y un reflejo de su capacidad para aguantar el tipo en cualquier circunstancia. Para otros, un reflejo del servilismo de la OTAN a Estados Unidos llevado al extremo. Revisando la hemeroteca, lo sucedido esta semana, no debería sorprender demasiado.
Hey, daddy
Tras la cumbre de la OTAN, la Casa Blanca publicó un vídeo resúmen del paso de Trump por La Haya. La banda sonora es la canción ‘Hey, Daddy’ de Usher. No es casualidad. Durante una comparecencia ante la prensa, el presidente de Estados Unidos describió la guerra entre Irán e Israel como un rifirrafe entre niños. A lo que el secretario general respondió bromeando: “Papi a veces tiene que usar un lenguaje duro”, dijo Rutte en referencia a las amenazas de Estados Unidos contra ambos.
El propio Trump, preguntado por la cuestión, ridiculizó a Rutte dejando claro quién manda aquí. El presidente de Estados Unidos aseguró que el secretario general de la organización había hecho el comentario cariñosamente. “Papi, eres mi papi”, repitió en tono de burla. “Creo que le gusto”, añadió el rapublicano, “si no, te lo haré saber. Volveré y le pegaré fuerte, ¿vale?”, como si el propio Rutte fuera un crío.
La frase podría haberse quedado en anécdota. Desafortunada quizás tratándose de una guerra abierta entre dos potencias militares que amenaza con desestabilizar toda la región, pero desde luego, fue un comentario sin mayor importancia. Pero esa referencia a Trump como “papi” era la última de una serie de intervenciones de Rutte, públicas y privadas, que ponen de manifiesto los infatigables esfuerzos del holandés por ganarse el favor del presidente de los Estados Unidos, a costa de los intereses del resto de aliados.
Contraste con Stoltenberg
Que la política de la alianza gira en gran medida en torno a los intereses de Estados Unidos no es nuevo. Pero la actitud, sumisa a ojos de muchos, de Rutte, sí lo es. No hay más que remontarse a 2019, durante el primer mandato de Trump. El entonces secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, respaldaba como Rutte el compromiso de Washington con la alianza, y se unía a su petición de compartir la carga del gasto en defensa.
Sin embargo, Stoltenberg defendía también a los aliados frente a los ataques de Trump. El noruego insistía en que, a pesar de las diferencias, “siempre hemos sido capaces de unirnos en torno a nuestra tarea fundamental de protegernos y defendernos mutuamente, porque juntos somos más fuertes y estamos más a salvo”. Una actitud que contrasta con la del secretario general actual.
Groenlandia
Durante la campaña, Trump expresó su intención de “comprar” Groenlandia. Si esto no era posible, Estados Unidos estaba dispuesto a tomar el territorio por la fuerza. Groenlandia es territorio danés. Dinamarca es un país miembro de la OTAN. La alianza se basa en la defensa colectiva frente a un agresor externo, pero no existen mecanismos cuando el agresor es uno de los países miembros.
¿La respuesta del secretario general de la OTAN a la amenaza de Estados Unidos de invadir un país aliado? Quitarle hierro al asunto y ponerse de pérfil. «En lo que se refiere a Groenlandia, si se une o no a EEUU, lo dejaré fuera de esta discusión porque no quiero arrastrar a la OTAN en esto», dijo Rutte en la Casa Blanca, frente a Trump, que insistía en que él podía ser un hombre clave para la adhesión del territorio. Para el secretario general, sin embargo, la principal preocupación en el Ártico debe ser la presencia de Rusia o China.
Zelenski y Ucrania
El pasado mes de febrero, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, viajó a Washington para reunirse con Trump. El objetivo era firmar un acuerdo para dar acceso a empresas estadounidenses para la extracción de minerales críticos, a cambio de la ayuda militar de Estados Unidos a Kiev. La reunión acabó entre gritos, echando al ucraniano de la Casa Blanca, con el presidente de Estados Unidos acusándole de desagradecido y de estar “jugando con la tercera guerra mundial”.
El encontronazo, retransmitido en directo por televisión, hizo que buena parte de los líderes mundiales saliera en defensa de Zelenski. En cuestión de minutos, los primeros ministros y presidentes de países como Francia, Alemania, Reino Unido o España mostraron su respaldo sin fisuras a Ucrania y al presidente. No fue el caso de Rutte. El secretario general de la OTAN calificó de “desafortunada” la reunión en una entrevista con la BBC. Como el presidente de Estados Unidos, instó a Zelenski a agradecer lo que lo que Washington había hecho por Ucrania. Además, pidió al presidente encontrar la forma “de recomponer su relación con Trump”.
Aunque Rutte ha retomado después la máxima de que el camino de Ucrania a la OTAN es irreversible, también se puso del lado de Estados Unidos cuando negaron que la entrada en la organización pudiera ser parte de las garantías de seguridad para el país en el marco de un acuerdo de paz con Rusia. La postura respecto a Kiev, de hecho, ha cambiado notablemente también en Bruselas desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Rutte no desperdicia ninguna ocasión para agradecer a Trump sus esfuerzos para lograr un acuerdo de paz que, de momento, no llega.
Irán
Otra de las grandes polémicas esta semana ha sido la postura de Mark Rutte respecto a los bombardeos de Estados Unidos en Irán. Buena parte de los países aliados llaman a buscar una solución diplomática y evitar una escalada. Y la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, ha llegado a cuestionar la legalidad de los mismos esta semana. De nuevo en esto, Rutte se pone del lado estadounidense. En esa comparecencia en la que el secretario general llama “papi” a Trump, la prensa cuestionaba la efectividad de los bombardeos en base a un informe de inteligencia. A esto, el presidente de EEUU respondió calificando de “fraude” a medios como CNN o ‘The New York Times’.
Sentado junto a Trump, el secretario general aplaudió la acción militar. «Lo mejor es que has eliminado la capacidad nuclear de Irán», dijo Rutte, «esto es crucial». El holandés añadió que el bombardeo de Estados Unidos «envía una señal al resto del mundo» de que Trump «es un hombre de paz, pero si es necesario está dispuesto a usar la fuerza». Preguntado por la posición de Kallas, Rutte aseguró que “siempre habrá muchos puntos de vista sobre el derecho internacional”, pero que lo que había hecho EEUU estaba “justificado”.
El SMS
Quizá el colmo de la semana fue el ya famoso SMS. Nada más subir al Air Force One para volar a La Haya, Trump publicó en su red social una serie de capturas de pantalla de un mensaje, supuestamente del secretario general de la OTAN, Mark Rutte. La OTAN confirmó poco después la autoría. “¡Les tenemos a todos firmando el 5%!”, decía Rutte en el mensaje, en el que aseguraba que Trump había logrado algo que ningún otro presidente de Estados Unidos había conseguido antes. “Europa va pagar a lo grande, como deberían, y será tu victoria”, añadía el ex primer ministro de Países Bajos.
Semanas antes de la cumbre, una alta fuente diplomática de la alianza aseguraba que el cálculo de que había que invertir un 5% del producto interior bruto en gasto militar respondía a tres consideraciones. La primera, responder a la creciente amenaza de Rusia. La segunda, cumplir con las capacidades militares que se marcó la OTAN, para reforzar su capacidad de defensa y disuasión. Y la tercera, garantizar el compromiso de Washington con la defensa colectiva.
Toda la cumbre de La Haya estaba pensada para evitar un conflicto con Trump. Una reunión corta –los líderes estuvieron sentados a la mesa apenas tres horas–, un comunicado conjunto escueto, sin referencias a la entrada de Ucrania en la alianza ni compromisos concretos, y con un objetivo claro: el 5%. Exactamente lo que pedía Estados Unidos. Ese es el precio. Preguntado qué pasará si el año que viene pide más, Rutte guardó silencio.
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