Las tensiones geopolíticas están sufriendo una escalada que puede presagiar un evento bélico mucho mayor. El conflicto continuo con Rusia por la guerra con Ucrania, los problemas en Oriente Medio con Israel e Irán como protagonistas y la siempre impredecible, Estados Unidos, pone en jaque la paz mundial. Aunque parezca lejos, Canarias es un territorio que, históricamente, ha ocupado lugares importantes en los planes de distintos países.
Pese a no haber tenido nunca implicación directa en conflictos del pasado, su ubicación en el Atlántico siempre se ha considerado estratégica. Siendo la primera puerta a Europa y África desde el continente americano y un paso clave de distintas rutas comerciales, el Archipiélago ha sido objeto de deseo en el pasado. Incluso para China, las Islas son un lugar clave y lo demuestra con las visitas que ha hecho el presidente Xi Jinping al territorio canario.
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la Guerra Fría, Canarias ha sido contemplada como un enclave geoestratégico de primer orden, con un valor incalculable en el control de las rutas marítimas, aéreas y de comunicación que conectan tres continentes: Europa, África y América. Esta condición, lejos de ser anecdótica, ha influido en decisiones militares, diplomáticas y de inteligencia de las potencias más influyentes del siglo XX.
Imagen satélite de Canarias con los cielos despejados / E. D.
Canarias en la Segunda Guerra Mundial: la base que nunca fue, pero todos querían
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), España mantuvo una posición de neutralidad oficial, pero su situación geográfica, y especialmente la del Archipiélago, generó un interés estratégico evidente.
Tanto la Alemania nazi como el Reino Unido vieron en Canarias un lugar privilegiado para establecer bases navales y aéreas desde las cuales controlar el Atlántico Medio, una zona crítica para el desarrollo de las operaciones marítimas, el transporte de suministros y la intercepción de convoyes enemigos.
Como explicó la investigadora postdoctoral de la ULPG e investigadora visitante de la Freie Universität de Berlín, Marta García Cabrera, en su trabajo Información operacional para una guerra internacional: la inteligencia militar norteamericana y la descripción de las Islas Canarias (1941-1945), varios países establecieron en el Archipiélago redes de espionaje e inteligencia durante este periodo.
El plan británico: la Operación Pilgrim
El Reino Unido preparó en secreto la invasión de las Islas Canarias durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo el nombre de Operación Pilgrim, el plan buscaba evitar que el régimen de Francisco Franco entregara el archipiélago atlántico a las potencias del Eje. Las Islas tenían un valor estratégico crucial para el control de las rutas marítimas entre Europa, África y América, así como para proteger la base británica de Gibraltar.
La operación nunca llegó a ejecutarse, pero estuvo lista para activarse en cualquier momento. Londres temía que una alianza activa entre España y Alemania permitiera a Hitler instalar bases aéreas y navales en Canarias, lo que habría amenazado directamente los intereses británicos en el Atlántico. Sin embargo, Franco optó por una neutralidad favorable al Eje, sin comprometer abiertamente el territorio español, lo que desactivó la necesidad de intervención militar.
La existencia de la Operación Pilgrim se mantuvo en secreto durante décadas y apenas es conocida por el gran público. Se trató de una de varias operaciones de contingencia británicas ante un posible cambio en la postura española durante la guerra, como también lo fue la Operación Felix, planificada por Alemania para capturar Gibraltar.
Interés alemán y espionaje en las islas
Por su parte, el Tercer Reich también puso sus ojos en las islas, especialmente como puntos de repostaje para sus submarinos (U-boots) en la llamada Batalla del Atlántico. Existen documentos e informes que revelan la presencia de submarinos que se abastecían de combustible en el puerto de La Luz y de espías alemanes en Canarias, encargados de recopilar información sobre movimientos navales y posibles colaboraciones locales.
La mera posibilidad de que Canarias se convirtiera en una base militar de los Aliados o del Eje fue motivo de preocupación constante en Londres, Berlín… y Madrid.
Canarias en la Guerra Fría: vigilancia silenciosa en una frontera invisible
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y con la división del mundo en dos bloques, el valor geoestratégico de Canarias no disminuyó. Al contrario, y es que la Guerra Fría (1947-1991) convirtió al Atlántico en un espacio vital para el control de rutas marítimas, cables submarinos de comunicaciones y el tránsito de información y mercancías entre América y Europa.
Interés de Estados Unidos y la OTAN
Durante esta etapa, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN consideraron al Archipiélago como un punto de vigilancia clave para frenar la expansión de la influencia soviética. Aunque no se construyeron bases permanentes en las Islas, Canarias figuraba en los planes estratégicos de defensa occidental como zona de alerta temprana ante cualquier movimiento hostil procedente de África Occidental o América Latina.
Además, su cercanía con el continente africano la situaba como una posición ideal para la supervisión de satélites espía, el control del tráfico marítimo internacional y el seguimiento de submarinos nucleares.

Rescate submarino hundido. Las Palmas de Gran Canaria 1-2-1952 / EFE
La sombra de la inteligencia y los acuerdos tácitos
En los años 60 y 70, varios informes apuntan a que existieron acuerdos discretos entre el gobierno español y servicios de inteligencia extranjeros para permitir ciertos usos limitados de infraestructuras en las islas, especialmente en el ámbito de la comunicación, el radar y la logística.
Aunque estos acuerdos no siempre fueron públicos, contribuyeron a reforzar el papel de Canarias como un «puesto de escucha» en medio del Atlántico, en un momento en que las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética alcanzaban niveles críticos.
Canarias, en estado de guerra durante el siglo XIX
Si echamos la vista un poco más atrás, encontramos nuevas situaciones en las que Canarias ha visto comprometida su tranquilidad. A finales del siglo XIX, nuevamente Estados Unidos tenía en su punto de mira al Archipiélago, ya que existían planes elaborados por la Naval War College con el objetivo de iniciar una guerra con España.
Canarias fue declarada en estado de guerra, llegaron a avistarse buques estadounidenses desde las costas del Archipiélago y se enviaron tropas españolas a las Islas con el fin de defenderlas ante un posible ataque. A pesar del nerviosismo existente, Estados Unidos tomó la decisión de abortar la misiva por dos motivos.
El primero, las operaciones que llevaron a cabo en el Pacífico, las cuales priorizaron ante un movimiento en suelo canario. El segundo, y seguramente el más importante, fue la diplomacia británica, que consideraba a Canarias como parte de su «imperio informal». Y es que los buques británicos tenían las Islas como un punto de abastecimiento para su marina mercante.
Desde Reino Unido se avisó a Washington que no apoyaría un cambio de soberanía en Canarias. El presidente estadounidense de la época, William McKinley, descartó un desembarco agresivo en el Archipiélago, dejando los planes en un cajón llenándose de polvo.
Lecciones del pasado: la importancia estratégica de Canarias en la actualidad
La historia reciente demuestra que, aunque Canarias no haya sido protagonista directa en conflictos armados, sí ha desempeñado un papel silencioso pero esencial en la arquitectura de seguridad internacional. Su posición geográfica —a medio camino entre América, Europa y África—, sigue siendo una ventaja táctica innegable para quienes buscan controlar o garantizar la seguridad en el Atlántico.
En un contexto global cada vez más inestable, donde resurgen tensiones entre grandes bloques y se multiplican los conflictos por recursos, rutas comerciales y tecnologías de comunicación, Canarias vuelve a cobrar relevancia como un enclave seguro, estable y estratégicamente valioso.