Una ráfaga rápida de radio estalló desde un satélite de la NASA que ha estado a la deriva y muerto en la órbita de la Tierra durante más de 50 años. Los científicos intentan explicar por qué se produjo.
Una potente ráfaga rápida de radio (FRB, por sus siglas en inglés) detectada en junio de 2024 y atribuida inicialmente a un fenómeno cósmico lejano, fue originada en realidad desde un satélite de la NASA que no emite ninguna señal desde hace más de cinco décadas. Un estudio de investigadores australianos publicado en arXiv confirma que el culpable fue Relay 2, desplegado en 1964 y dado por inoperativo desde 1967.
La señal, captada por el radiotelescopio Australian Square Kilometer Array Pathfinder (ASKAP), duró menos de 30 nanosegundos, un suspiro frente a los milisegundos habituales de las FRB astronómicas. A pesar de su brevísimo pulso, fue lo suficientemente intensa como para confundirse con otras emisiones celestes y despertar sospechas de haber llegado de más allá de la Vía Láctea, según indica Space.com.
Descartando un origen lejano
En principio, el equipo de científicos consideró plausible que el estallido naciera desde una fuente lejana, ya que desde su primer registro en 2007 las FRB se asocian a objetos exóticos como magnetares (estrellas de neutrones con campos magnéticos extremos) y se localizan habitualmente a miles de millones de años luz de distancia. Sin embargo, el comportamiento de la señal, su corta duración y su extraordinaria intensidad, desentonaba con las características clásicas de estas explosiones cósmicas lejanas.
Todo cambió al mapear la posición de la fuente: Relay 2, un satélite de relevo de comunicaciones puesto en órbita media terrestre en 1964 por la NASA, hallado apenas a unos 4.500 kilómetros de distancia de la Tierra, era el objeto desde donde se había originado la señal. Este hallazgo descartó cualquier origen desde los confines de la galaxia o incluso desde fuera de la Vía Láctea, y llevó a los científicos a calificar al pulso como una “pseudo‐FRB”.
El satélite, inactivo desde 1967, no podría haber generado intencionalmente un pulso de esas características. La clave, según los astrónomos, fue la proximidad: estando tan cerca de ASKAP, la señal se proyectó con tal nitidez que resultó borrosa en las imágenes, confirmando que provenía desde un objeto cercano a la Tierra y no de una fuente remota.
Hipótesis y dudas
Para explicar la emisión, el equipo plantea dos hipótesis. La primera, una descarga electrostática (ESD) provocada por la acumulación de carga en los paneles del satélite al atravesar regiones de plasma ionizado. La segunda, en tanto, sería el impacto de un micrometeorito, que habría creado una pequeña nube de plasma al chocar contra la estructura metálica de Relay 2, de acuerdo a una publicación de Phys.org.
Referencia
A nanosecond-duration radio pulse originating from the defunct Relay 2 satellite. C. W. James et al. arXiv (2025). DOI:https://doi.org/10.3847/2041-8213/ade3d3
Sin embargo, ambos escenarios presentan desafíos y concentran dudas. Las descargas electrostáticas deberían durar decenas de microsegundos, y no los nanosegundos registrados, en tanto que la probabilidad de que un micrometeorito de masa adecuada impactara justo en el instante en que ASKAP apuntaba al satélite se estima en apenas un 1%, según los especialistas.
Más allá de la curiosidad científica, que se resolverá en próximas investigaciones, este hallazgo subraya la importancia de diferenciar emisiones artificiales de fenómenos astrofísicos auténticos. Los autores sugieren que radiotelescopios como ASKAP podrían convertirse en herramientas complementarias para controlar satélites inactivos y evaluar riesgos relacionados con descargas electrostáticas, un problema persistente en la operación de naves espaciales.