‘F1: la película’
Dirección: Joseph Kosinski
Intérpretes: Brad Pitt, Damson Idris, Javier Bardem, Kerry Condon
Año: 2025
Estreno: 27 de junio de 2025
★★★
El protagonista de la quinta película de Joseph Kosinski, ‘Top Gun: Maverick’ (2022), es un veterano enfrentado a una última oportunidad para alcanzar la gloria, ejerciendo de mentor mientras pilota a gran velocidad una máquina capaz de volar con propulsión imparable. El de la sexta, ‘F1: la película’, también. Ambas, además, reivindican tanto el valor de la experiencia humana como el de la tecnología, y tanto el de la rebeldía como el del trabajo en equipo. En todo caso, frente a las grandes dosis de intriga que ‘Maverick’ creaba entretanto a través de combates aéreos y bombardeos a baja altura aderezados de persecuciones y pruebas de resistencia, ‘F1’ opone tan solo carreras de coches. Carreras increíbles, eso sí.
La otra clave del éxito de ‘Maverick’ es, claro, la existencia de ‘Top Gun (Ídolos del aire)’ (1986), que le otorgó muchas herramientas para lograr nuestra implicación emocional y nostálgica. En cambio, a ese efecto ‘F1’ sobre todo se sirve de un arco narrativo que el cine deportivo ha convertido en cliché: un viejo que pudo reinar pero no lo hizo entrena a un joven petulante llamado a lograrlo. De hecho, las escenas de la película que no transcurren sobre el asfalto funcionan sobre todo como tiempos muertos, porque los personajes, sus diálogos y su peripecia argumental son de trayectoria tan predecible como la de una pelota lanzada por una colina y porque, en realidad, su héroe es más ‘cool’ que interesante: cuando lo conocemos, los demonios que lo azotaron ya han muerto, y ahora no aqueja más debilidad que el tipo de arrogancia indolente esperable de alguien que es un as en lo suyo y pasea el carisma de Brad Pitt.
Un mundo de hombres
Además, ‘F1’ ha sido diseñada a modo de enorme espot publicitario de la Fórmula 1 -repleto de cameos de pilotos y ‘managers’ que existen en el mundo real-, y es tal su afán por hacer quedar bien al anunciante que su relato carece de conflictos relevantes u otros generadores de tensión. No explora las controversias que afectan al circuito, ni las cantidades de dinero que mueve, ni la extraordinaria presión que afrontan los pilotos. Y, mientras, de algún modo legitima ese deporte como algo viril: su único personaje femenino de relieve es la primera mujer en la historia del circuito que ostenta el cargo de directora técnica, y la usa como poco más que el interés amoroso del protagonista.
Para compensar esas carencias, ‘F1’ propone -además de muchas explicaciones técnicas que estorbarán a los fans de la Fórmula 1 y no aclararán del todo las cosas al resto de sus espectadores- adelantamientos suicidas, chispas que saltan y accidentes espectaculares, en grandes cantidades. Como las de ‘Maverick’, sus escenas de pilotaje derrochan realismo a través de planos imposibles capturados por cámaras montadas sobre vehículos que de verdad viajan a velocidades vertiginosas, y nos ponen casi literalmente en el asiento del conductor. En esos momentos, la película muestra una dedicación absoluta a la transmisión de una energía cinética apabullante, y una confianza absoluta en que eso le basta para compensar cuanto tiene de formularia y derivativa. Si usted acepta el trato, abróchese el cinturón y disfrute de la carrera.