Imaginen un lugar donde la naturaleza, cada paisaje, respira una historia de siglos y donde el verde intenso de las laderas se funde con el azul del Cantábrico. Estamos en Urdaibai, un rincón de Bizkaia declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO que late con un equilibrio único entre la conservación mas pura y la tranquila y arraigada vida de sus gentes. En más de 22.000 hectáreas, esta franja costera es un tapiz de estuarios, bosques, marismas, acantilados y playas, un territorio esculpido tanto por la geografía como por las manos de quienes lo han habitado: agricultores, pescadores, pastores y viticultores entregados a la elaboración del txakoli.
En el corazón de este complejo sistema, a tiro de piedra de Bilbao (unos 30 minutos en coche), y con vistas privilegiadas que se asoman a la marinera Bermeo, se esconde una joya con nombre ancestral: el caserío Nafarrola Erdikoa. Es un edificio que aparece en documentos ¡de 1285!, marcando un hito por ser el primer registro escrito de la palabra ‘caserío’. Hoy, esta edificación con más de 700 años de historia no es solo un vestigio del pasado, sino un espectacular presente que acoge una propuesta de hospitalidad y gastronomía profundamente anclada en el alma de Urdaibai, impulsada por dos hermanos íntimamente conectados con esta tierra: Josu y Gaizka Goikoetxea.
El refugio con historia que abraza el paisaje
Josu y Gaizka, nacidos y criados en la cercana Bermeo, encontraron en este antiguo caserío la forma perfecta de «devolver» a Urdaibai todo lo que les había dado. Su visión, latente durante años, encontró en Nafarrola el escenario ideal para florecer. Desde hace cuatro años, el caserío reabrió sus puertas transformado en el Hotel Nafarrola, un refugio que, con solo ocho habitaciones, ofrece una experiencia íntima y auténtica. Josu, al frente de la dirección, mima cada detalle para que la estancia sea memorable.
Las habitaciones son espaciosas, serenas, bañadas por la luz natural. La piedra original del caserío convive en armonía con la madera y una paleta de colores neutra que invita al descanso y la contemplación. Cada estancia ha sido concebida como un santuario personal, equipado con indescriptibles comodidades como chimenea, terraza o bañera de hidromasaje. Pero lo más cautivador son las vistas, que se abren generosas al mar o a las laderas boscosas que abrazan la finca. Los nombres de las habitaciones, como ‘Eguzkia’ (sol) o ‘Ilargia’ (luna), anclan la experiencia al entorno natural y lingüístico vasco. Y con un toque de magia extra, algunas cuentan con ventanales en el techo que permiten acostarse bajo las estrellas o despertar con los primeros rayos del sol.
Un viaje gastronómico por los ecosistemas de Urdaibai
Si Josu lidera la hospitalidad, Gaizka Goikoetxea es el alma de la cocina en el Restaurante Rola. Con una sólida trayectoria que incluye una etapa formativa crucial junto al maestro Hilario Arbelaitz en Zuberoa, Gaizka ha plasmado su visión en una propuesta gastronómica llamada ‘Ecosistemas de Urdaibai’. Este concepto no es solo un menú, sino un verdadero viaje sensorial a través de los diversos paisajes de la reserva: el mar, el bosque, la montaña, el huerto, el río, la costa, el estuario…
Cada plato es una interpretación de un ecosistema específico. Utiliza un producto local, técnica depurada y una profunda memoria gustativa. El resultado es una representación tan precisa que, al probarlo, te sientes transportado al origen de cada ingrediente. ¿Ejemplos? Del huerto llegan composiciones etéreas como una espuma de tomillo limón; el río Oka se refleja en una anchoa sobre talo y mantequilla de txakoli; la costa se manifiesta en una lubina asada con su colágeno; y el puerto de Bermeo, capital atunera aparece transfigurado en un bonito a la marinera.
Incluso hay un epílogo llamado ‘La Reflexión’, una piña macerada con helado de hierbaluisa y leche de coco fermentada, que rompe intencionadamente la lógica local para lanzar un mensaje de advertencia sobre la fragilidad de los ecosistemas. La despensa de Rola se nutre casi exclusivamente de productores de proximidad –granjas vecinas, huertas cercanas, pescadores de Bermeo–, con plenas garantías de frescura y de un compromiso ético con el territorio.
En un gesto que honra la tradición, cada lunes por la noche Rola ofrece un menú especial que reinterpreta a los clásicos de las sidrerías vascas, como la tortilla de bacalao, una chuleta y los postres típicos. El servicio de cenas es, además, un privilegio reservado exclusivamente a los huéspedes alojados en el hotel con un extra de intimidad difícilmente olvidable. Ocho habitaciones, ocho mesas.
La diversidad de Urdaibai
La experiencia en Nafarrola es toda una invitación a sumergirse en Urdaibai. Y aquí, la bodega juega un papel protagonista. Josu, con un conocimiento profundo del txakoli y un pequeño viñedo propio, introduce a los huéspedes en el fascinante mundo de este vino vasco. La bodega, con más de 200 referencias, es un tesoro donde el txakoli de Bizkaia ocupa un lugar central.
Los hermanos proponen también una cuidada selección de experiencias para explorar Urdaibai en todas sus dimensiones. Desde masajes privados en el bosque y rutas en bicicleta eléctrica o kayak por senderos y la ría, hasta visitas a conserveras de Bermeo para aprender el arte de la anchoa, o a los caseríos tradicionales para conocer la producción de queso y la cría ecológica. El arte y la cultura también encuentran su sitio aquí, con visitas al Guggenheim o inmersiones en el sonido ancestral de la txalaparta.
Nafarrola y Rola son una puerta abierta a sentir, saborear y vivir Urdaibai desde sus raíces más profundas de la mano de dos hermanos que viven intensamente el peculiar latir del corazón de su hogar.