Lo del Auckland es histórico. Si no lo era ya el estar participando y compitiendo en un Mundial de Clubes contra equipos profesionales, cuando todos sus jugadores tienen otros trabajos para vivir, cerró su participación con un empate con sabor a victoria ante Boca Junios (1-1), que fue la otra cara de la moneda.
Los ‘xenezie’ tenían un casi imposible por delante. Pues necesitaban que el resultado rival favoreciera y además golear al Auckland. Ni una cosa ni la otra. La superioridad que se presumía que tendría el gigante argentino lo fue solo sobre el papel, porque no supo traducir en goles su innegable dominio, que era lo mínimo. Ni siquiera el tanto de Boca corrió por parte de uno de uno de sus jugadores. Fue Garrow, meta neozelandés, el que se marcó en propia tras un remate al palo de Lollo (25’). Repelió la madera hasta en dos ocasiones más que Boca ampliara ventaja, a remates de Palacios y Merentiel, mientras que el Auckland parecía totalmente inocente.
Apareció entonces un héroe. Justo tras el descanso, el profesor de instituto Gray ganó la partida de cabeza en un saque de esquina e hizo historia anotando en el Mundial de Clubes (52’). Un jugador que había pedido permiso al trabajo para poder ir a Estados Unidos, anotando entre profesionales.
Otra tormenta eléctrica
No es que tuviera un ritmo muy elevado el duelo, y peor fue cuando el aviso por tormente eléctrica obligó a detenerlo 30 minutos. Lo más emocionante fue ver como la megafonía intentaba entenderse con la afición de Boca para que dejara las gradas vacías, algo que tardó mucho en conseguir. Parecía que no se iba a volver a jugar pero la alerta desapareció y se jugó lo restante, que no era poco. Con Garrow como protagonista bajo palos con algunas intervenciones de mérito ante un Boca que, con el resultado favorable el Benfica, ya se sabía fuera, por lo que no apretó para ganar