La nivelación por abajo triunfa en el lenguaje. Ahora resulta que para una porción tontaina de humanoides hablar o escribir bien es clasista y avlar o heskrivir malasmente hes higualitario. Ole y que viva Cartagena. El Diccionario define «clasismo» como la «actitud o tendencia de quien defiende las diferencias de clase y la discriminación por ese motivo». Así que, según los ofendiditos de turno (acaso incapaces de haber finalizado la ESO), si yo escribo «burro» en vez de «vurro» estoy defendiendo las opresoras y opresivas diferencias de clase social, y arengando a discriminar –como si fueran unos chulopunteras– a quienes respeten las normas ortográficas que, por cierto, tan guapas son en español y tan fáciles de aprender y tan democráticas.
Quizá el más famoso monólogo del Tenorio –y divertidamente cursilón, a mi juicio– sea el que dice: «¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando el día, ¿no es cierto, paloma mía, que están respirando amor?». Pues bien: recordarlo, recitarlo, ejercitar con él la memoria y afinar la dicción dicen los melindrosos que son señales de opresión clasista. Vaya. Habrá que volver a la infancia y declamar como entonces hacíamos: «¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla se ha hecho caca una chiquilla y hasta aquí llega el olor?». Nivelemos por abajo. Todos pazguatos, todos más manipulables, amén al dictador.
Hablar bien es conseguir que el receptor de nuestras palabras entienda con claridad los conceptos que queremos transmitirle. La lengua cumplirá su cometido cuando seamos competentes al manejar con riqueza nuestro tesoro patrimonial idiomático. ¿Que queremos mostrar respeto y estima a quien nos escucha o lee? Usemos el registro o nivel culto (no el pedante, que ese es un dolor). ¿Que queremos recortar distancias afectivas y acercarnos con franqueza al oyente o lector? Usemos el registro o nivel coloquial. ¿Que queremos quedar como zafios mentecatos berzotas? Usemos el registro o nivel vulgar. Y ya está. Al alcance de todos los públicos. No olvidemos que hablando se entiende la gente… que quiere entenderse.
Apenas en otros asuntos me he ocupado al escribir esta sección merculina (ustedes perdonen el vocablazo). He tratado de no ridiculizar jamás a la persona, que ya se encargan de zaherirse solos los voluntarios analfabetos impostados, redichos o zotes porque les da la gana, en tiempos donde el acceso a un mínimo de sesera está chupado y es gratis. Serán bromas, pero demasiado abundan en las redes ciertos tipos al lado de la Torre Eiffel diciéndonos que allí están, en Londres, junto a la Estatua de la Libertad, jajajá, se parten. Si se sigue nivelando por abajo, se hará verdad ese vídeo tiktokero donde un aspirante a dejar el paro, y sin duda enchufado, presenta a la jefa de Recursos Humanos un gran currículo: universidad privada carísima y elitista y tal, la pera. Resume: «Además que en esa universidá estudiemos yo y mi hermano. Sin en cambio mi hermana sí que estudió en la pública, que yo la dije: si habría estudiao en una de pago como dijistes, mmm, te iría más mejor. No por nada, eh, sino porque pienso de que contra más estudies…». Lo interrumpe la gestora de personal al escucharlo: «Estás de coña, ¿no, Miguel?». Y Miguel concluye preguntando y perdidito y tontito: «¿Lo cualo?». Pues eso.
Que tengan buen veraneo, lectores de mis entretelas; que descansen de mí y de mis peroratas hasta cuando los dioses dispongan; que gracias siempre por leerme; que aquí pongo el punto final a mi temporada. No me lloren, no olviden lo que acaba de escribir Antonio Muñoz Molina: «A veces el barbecho es bueno en literatura». Nivelen alto.
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