«Se ha ganado un monumento para la ciudad», afirmaba un cordobés esa misma noche del día mostrando en una tertulia las fotos del recién reacondicionado e iluminado Templo Romano. «Y estando ahí, ¿cuánto hemos tardado?» Respondía irónico otro parroquiano. Quizá ambos tenían razón en un debate sobre el carácter cordobés que perfectamente podía haberse producido hace dos mil años en aquella colonia patricia recién fundada por Claudio Marcelo.
En todo caso, tras la construcción, reconstrucción y mil intentos de hacerlo visitable, la apertura del templo destinado al culto imperial, sin contar aquel tibio intento realizado en 2012, ha proporcionado un nuevo atractivo a la ciudad, particularmente con su iluminación nocturna.
El logro, tras los últimos 18 meses de obras (que siguiendo la tradición con el monumento estuvieron repletos de imponderables e incomprensibles reveses) ha puesto fin a 70 años de excavaciones, proyectos y contraproyectos para poner en valor el conjunto e iniciar el 19 de junio las visitas . Algo de lo que se ha hablado, como merecía la noticia, largo y tendido en estos días. Queda, eso sí, la apertura de parte de la planta baja del Ayuntamiento como centro de interpretación del monumento.
Estatua de Amadeo Ruiz Olmos a Séneca (1965), en la Puerta de Almodóvar. / A.J. González
Hitos
La ocasión, en todo caso, permite revisar, aunque sea a vuelapluma, la colección de hitos romanos en los espacios y edificios de la ciudad, particularmente en la ciudad romana primitiva, que coinciden con los barrios de La Villa, desde La Victoria al eje Alfaros-Fernando III y desde la Ribera a Los Tejares y plaza de Colón.
Interminables lista
En espacios públicos y edificios que permiten en mayor o menor medida la visita, y sin hablar de los que no son visitables, nos encontramos, además del Templo Romano, en la plaza de las Doblas dos fragmentos de fustes con sus basas de columnas que supuestamente pertenecieron al peristilo de la plaza donde estaba el templo; la muralla de la época republicana en la calle María Cristina; el inmenso anfiteatro en el solar junto al actual Rectorado de la UCO; la domus romana integrada en el hotel Hospes Palacio del Bailío; el Puente Romano (aunque hay un segundo en Fátima sobre el arroyo Pedroches y restos de un tercero que conserva su arco junto al Santuario de Linares); los restos de la plaza romana integrada en el CRV y que da un fabulosa visión general de la Córdoba romana o el mausoleo de Puerta Gallegos y la vía Corduba-Hispalis.

Domus romana en el sótano del hotel Hospes Palacio del Bailío. / Manuel Murillo
Por otro lado, están la tumba romana de Puerta Sevilla; restos de los tres acueductos en las inmediaciones o la estructura hidráulica en el sótano de la estación de autobuses y junto al complejo sacrificado por la estación del AVE en Cercadilla del palacio de Maximiano Hercúleo. Además están los hipogeos del Palacio de la Merced y el de la calle de la Bodega; las dependencias comerciales romanas en el parking de La Ribera; los restos del Foro Adiectum de la sede del Colegio de Abogados; la piscina exterior (natatio) de unas termas en la hasta hace poco tienda Bershka de la calle Concepción; construcciones hidráulicas en Vallellano o los mosaicos de La Corredera expuestos en el Alcázar. Capítulo aparte están los lienzos de muralla en Capitulares, fondo de las casas en las calles Alfaros y Fernando III o sótanos de Ronda de los Tejares.
Sin olvidar que, bajo el mismo Museo Arqueológico, con toda la riqueza de piezas de esta época (incluida la emblemática Venus encontrada en La Ribera y los recientes efebos de Pedro Abad), están los restos del Teatro Romano hasta su abandono por un terremoto en el siglo III. Y eso teniendo en cuenta que cualquier guía arqueológica sistemática multiplicaría esta lista varias veces.

Mausoleo romano reconstruido en Puerta Gallegos y tramo de la vía romana a Híspalis. / Víctor Castro
Industria cultural en ciernes
Y respecto a actividades, ahí estuvieron la Ruta de Séneca, la Ruta Bética Romana junto a 13 localidades… Sin olvidar la iniciativa Kalendas en Corduba, que puso en marcha Rafael Pérez de la Concha en 2018, desde el área de Turismo del Ayuntamiento, para redescubrir a los vecinos y fascinar al turismo con la Córdoba romana, como ya hizo con la islámica, sefardí y cristiana.
En aquel 2018, algo más de dos mil asistentes participaron en las actividades de Kalendas, que en 2019 llegó a programar 90 citas. La pandemia obligó a un parón forzado y otros reveses hicieron que se saltaran alguna edición. Sin embargo, este año, del 5 al 9 de marzo, el ciclo ha vuelto con fuerza, organizado por la empresa Eventour, con una veintena de visitas, talleres, un concierto, recreaciones históricas…
De hecho, la iniciativa privada y la industria cultural hace mucho que empezó, primero tímidamente y ahora como servicios consolidados, a guiar a propios y extraños a través de la Córdoba romana. No es para tirar cohetes, pero Roma vuelve a mover sestercios. Entre estos proyecto hay que citar al equipo de Sexto Mario, activísimos, pese al revés que supuso la pérdida de Maribel Gutiérrez el pasado año.
Legado vivo
Y es que la Córdoba romana sigue ahí. A dos metros bajo el nivel de las calles, a ras del suelo en restos como los de la muralla integrados por Rafael de la Hoz Arderius en el edificio de Cajasur de Ronda de los Tejares, al doblar muchas esquinas y encontrarnos en viejos inmuebles columnas y piedras angulares que son restos romanos reutilizados, e incluso encima de nuestras cabezas en monumentos que utilizaron elementos de cantería y mármoles que en su día pertenecieron a edificios de aquella capital de la Bética hispana.
Porque hasta en la primitiva Mezquita de Abderramán I, cuando los omeyas levantaban la vista tras rezar a Alá de cara al mirhab, se encontraban con unas columnas que no les hablaban de Damasco, sino de Roma.