somos tan dulces que entraron a vernos

Una visita masiva de incendios encendió todas las alarmas este lunes en un establecimiento hostelero de Oviedo. Alberto Casanova abrió hace tres meses su propio restaurante en la calle Palmira Villa, en el barrio de Pumarín tras años trabajando por cuenta ajena. Aunque el negocio funciona, a principios de mayo se llevó un gran susto cuando tras meterse un madrugón para iniciar una jornada del Día de la Madre que se preveía intensa, se llevó uno de los mayores chascos de su vida. Alguien forzó unas ventanas del restaurante, accedió a su interior y se llevó unos 3.000 euros entre recaudación, cambio y propinas. «Nos tenían claramente vigilados porque sabían dónde escondíamos el dinero», declaró ayer a LA NUEVA ESPAÑA con tono de resignación.

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