Hay tardes en Alicante que están llamadas a ser inolvidables. La de ayer fue una de ellas. Con una temperatura agradable y un gran ambiente en el tendido y en el callejón, Alicante se volvió a vestir de gala para disfrutar de un gran evento social. José María Cano, líder y generador de Mecano, presenció la corrida desde el callejón. Más tarde, Talavante le brindaría un toro. Otros rostros como Pedro Trapote disfrutaron desde la barrera de un espectáculo sublime. Cuando un toro es indultado, el toreo adquiere su máxima dimensión de grandeza. Eso se vivió ayer de la mano de un torero en sazón que está gozando de las mieles del éxito: Alejandro Talavante. Él ha sido triunfador en San Isidro y viene de indultar su lote al completo en Marbella. Ayer en Alicante, volvió a ver el pañuelo naranja en su segundo toro, otro indulto que suma a esta gran temporada.
El toro indultado se llamó Gavilán y fue un ejemplar colorado y listón que pesó 505 kilos. Herrado con el número 209, su salida a la plaza no dijo mucho. De hecho, en los primeros compases de la faena, todo transcurrió entre las idas y venidas del toro y la muleta de Talavante, que más que apretar iba tanteando las embestidas del toro de Cuvillo. Pero la maestría del extremeño le hizo ver la luz y la calidad del toro según avanzaba la faena. El buen trato con su muleta hizo que el toro sacara lo mejor que llevaba dentro, un fondo de extraordinaria bravura y una gran clase a la hora de tomar la muleta por los dos pitones. El toro y la faena fueron a más y Talavante mostró que Gavilán llevaba dentro la bravura necesaria para seguir viviendo.
Las series fueron completas, los muletazos largos y todo por abajo, que es por donde los toros bravos embisten. Cuando el público entró en comunión con Talavante, empezaron a aflorar los pañuelos blancos desde los tendidos. El presidente indicó a Talavante que siguiera toreando, sin estar muy seguro de si el indulto era propicio o no, pero lo cierto es que el toro duró una barbaridad y todo lo hizo con entrega, clase y bravura.
Un derechazo de Talavante al toro Gavilán, que embiste humillando y tomando la muleta hasta el final. / Rafa Arjones
Finalmente, el pañuelo naranja hizo que la fiesta y la alegría inundara los tendidos. Talavante volvía a indultar un toro en la temporada y la Feria de Hogueras subía un peldaño en calidad y triunfos.
Al primer toro de la tarde, un ejemplar vasto en hechuras, Talavante le cortó una oreja, que sumada a las dos simbólicas del cuarto le otorgaron el título de gran triunfador de la tarde.
Ortega y la clase para torear
El otro protagonista fue el sevillano de Triana Juan Ortega, que tuvo una tarde francamente entonada e inspirada que el público supo ver y celebrar. A su primer toro le cortó una oreja después de una faena en la que todo fue caricia y buen son para guiar la envestida del toro Campanito. A ese toro le cortó una reja de peso.
Talavante sacó lo mejor del toro, un fondo de bravura y una gran clase en la muleta
Salió el quinto toro tras la resaca del indulto de Gavilán. Este toro de nombre Desconocido fue el más alto de la corrida junto con el primero. Ortega lo recibió con el capote toreando con suavidad. Ya con la muleta, Ortega no brindó y comenzó con una estampa antigua toreando cogido a las tablas. Un trincherazo cargado de sabor remató el inicio. El toro no estaba sobrado de fuerzas y eso se vio desde el principio. Fue ahí donde llegó la suavidad en los vuelos de la muleta, la ausencia de violencia y la torería absoluta de Ortega. Por el pitón derecho, las series vinieron cargadas de clase y torería. Por el izquierdo llegó la profundidad y el largo recorrido. El toro, que tuvo cosas buenas, no terminó de llegar con su embestida al público, por lo que el gran mérito fue de Ortega, quien al son del pasodoble Nerva, le apretó en las series finales redondeando su faena. Un desafortunado pinchazo dio paso a una estocada que fue suficiente. Ortega cortó otra oreja sumando dos en la tarde.

Marco Pérez sufrió una espeluznante voltereta que le impidió estoquear el sexto toro de la tarde. | RAFA ARJONES
La cruz de Marco Pérez
Marco Pérez no pudo salir a matar al sexto toro a consecuencia de una cornada envainada en el muslo izquierdo y fue Talavante quien lo estoqueó. El joven matador salmantino ya había cuajado una gran faena al segundo de la tarde. Un toro que no fue fácil y que siempre escondió su intención. Pese a esta condición, Marco Pérez se puso a torear de verdad como si el toro fuera bueno y logró series muy ajustadas que remató con largos pases de pecho dando sensación de torero maduro y hecho. No obstante, ya se mide con figuras del toreo que no le van a poner fácil el camino a seguir. Es el precio de querer estar al lado de los más grandes. El infortunio llegó con una tremenda voltereta que Marco Pérez sufrió en el epílogo de la faena. El toro lo enganchó por la pierna izquierda y lo volteó en el aire cayendo de una manera fea. Marco quedó conmocionado y por momentos perdió el sentido, pero tuvo la hombría y las agallas de reponerse y, sin poder apoyar la pierna, estoquear a su toro. Lo hizo sin fuerza y más con el corazón que con la técnica, pero su valor y su crédito han quedado intactos tras su paso por Alicante. Marco le cortó una oreja a ese toro y cuando pretendía dar la vuelta al ruedo, tuvo que ser llevado por su cuadrilla a la enfermería. Según el parte facultativo, el pronóstico es reservado y las próximas horas serán clave para saber el alcance real de su lesión.

Toreo al natural del sevillano Juan Ortega al segundo toro de la tarde. / Rafa Arjones
En su lugar, fue Talavante quien dio muerte al toro que cerró plaza. Se llamó Andarín y fue un toro justo en presentación. Toro que salió muy suelto en los primeros compases. Brindó el toro a José María Cano y comenzó sin probaturas por el pitón derecho. El toro tuvo mucha movilidad y repetición aunque le faltó profundidad en la embestida. Por el izquierdo protestaba y se descomponía en cuanto tocaba el paño. Faena de muchas intermitencias y con un toro sin entrega.
Pese a todo Talavante, que está en un gran momento, le buscó las vueltas hasta el final. Mató de estocada tras pinchazo y escuchó una tibia ovación.
La tarde nos dejó la imagen de una puerta grande compartida de dos figuras, un toro indultado y un joven torero cogido tras una faena de mucha entrega. Emociones y dolor en un mismo espectáculo.