Ucrania ha dado un paso significativo hacia la autosuficiencia militar. El pasado 13 de junio, el gobierno de Volodímir Zelenski anunció que su misil balístico de corto alcance Sapsan, también conocido como Hrim-2, ha entrado en fase de producción masiva.
La medida busca responder a los persistentes retrasos en la entrega de armamento occidental, mientras Rusia intensifica sus ataques con misiles y drones contra objetivos civiles, como adelantó The Kyiv Independent.
El desarrollo del Sapsan representa, según expertos, una ruptura simbólica y estratégica con la dependencia exterior: “Es una declaración política en toda regla, un golpe directo al discurso del Kremlin de que Ucrania debe ser desmilitarizada”, afirma el analista militar Ivan Kyrychevsky.
Fabricado por ingenieros ucranianos, el proyectil ya ha sido probado con éxito en combate, alcanzando un objetivo militar ruso a casi 300 kilómetros de distancia.
Los detalles técnicos del misil permanecen en secreto por motivos de seguridad, pero se estima que carga una ojiva de más de 480 kilos.
El diseño prioriza la capacidad de destrucción por encima del alcance, lo que lo convierte en un arma devastadora contra infraestructuras críticas dentro del territorio ruso más cercano.
“Cuanto más pesada la cabeza de guerra, más corto el alcance. Pero Ucrania busca un arma de impacto demoledor para objetivos dentro de los 300 a 500 kilómetros”, explicó el analista Federico Borsari, del Centro para el Análisis de Políticas Europeas (CEPA).
Desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022, Moscú ha utilizado misiles balísticos con efectos catastróficos. El pasado 17 de junio, uno de estos proyectiles rusos causó al menos 10 muertos en un ataque contra un edificio residencial en Kiev.
Ucrania, por su parte, hasta ahora solo contaba con misiles semibalísticos como los ATACMS estadounidenses.
Pese a los temores iniciales de sus socios europeos, Kiev ha optado por avanzar sin pedir permiso.
“No hay líneas rojas que cruzar si Rusia ya lanza misiles balísticos contra edificios civiles”, sentenció Kyrychevsky.
Esta lógica ha calado en una Europa sin medios propios: salvo Francia -que fabrica misiles balísticos intercontinentales nucleares-, ningún país europeo produce actualmente misiles convencionales de corto o medio alcance.
El Reino Unido, por ejemplo, no fabrica los Trident que despliega en sus submarinos.
La respuesta de Rusia ante la aparición del Sapsan aún es incierta. Aunque su defensa aérea ha mejorado tras enfrentarse a misiles como el Storm Shadow o los ATACMS, el nuevo proyectil ucraniano podría tomar por sorpresa a sus sistemas.
“Les llevará tiempo adaptar su software y sus defensas. Eso no ocurre de un día para otro”, advierte Borsari.
Los expertos coinciden en que el éxito del Sapsan dependerá tanto de su precisión como de la capacidad de Ucrania para producirlo en cantidades significativas.
Se estima que con una producción anual de entre 80 y 100 unidades, Kyiv podría sostener una campaña ofensiva eficaz.
Sin embargo, esto requiere proteger las fábricas de posibles bombardeos rusos, probablemente mediante instalaciones subterráneas, lo que implica un coste elevado y una gran inversión de tiempo y recursos.
La apuesta por la industria nacional no se limita al Sapsan. Zelenski reveló en abril que más del 40% del armamento que usa el Ejército ucraniano ya se fabrica dentro del país, y el 95% de los drones desplegados en el frente también son de origen nacional.
Además, se han reanudado las versiones mejoradas de los misiles de crucero Neptuno y se ha presentado un nuevo misil-dron bautizado como Palianytsia.
Mientras tanto, Rusia no se queda atrás. Según la inteligencia militar ucraniana, la producción rusa de misiles balísticos ha aumentado al menos un 66% en el último año, en un contexto de guerra que sigue escalando tecnológicamente y en número de víctimas civiles.
La entrada en escena del Sapsan marca, por tanto, una nueva fase en la guerra: una Ucrania que ya no espera, sino que fabrica. Y lo hace con un mensaje claro a Moscú y a sus aliados: si no hay misiles en camino, Kiev los construirá.