En un mundo dominado por lo digital, la filósofa Carissa Véliz, autora del ensayo La privacidad es poder, alerta contra el peligro de olvidar que los seres humanos son «esencialmente analógicos». La profesora de la Universidad de Oxford ha alerta de los riesgos de la hiperdigitalización de las sociedades actuales. «Las tecnologías digitales, desde los teléfonos inteligentes hasta las redes sociales, responden a lógicas autoritarias y la vigilancia está incrustada en el diseño digital de los dispositivos. Las empresas y gobiernos cada vez recopilan más datos sobre los ciudadanos y el gran problema es que gran parte de esa información sea vendida al mejor postor», ha señalado Véliz este miércoles en un diálogo que ha mantenido con Martí Saballs, director de Información Económica de Prensa Ibérica, en el marco de la segunda jornada del II Foro Económico y Social del Mediterráneo organizado por Prensa Ibérica con el impulso de la Fundación «la Caixa» en Málaga.
Véliz ha centrado su intervención en denunciar del abuso que se está produciendo por parte de empresas y gobiernos de todo el mundo de los datos personales de los ciudadanos y ha alertado de que esta situación no solo erosiona la privacidad individual, sino que debilita «las bases mismas de la democracia». «Se comercia con todo tipo de datos personales. Sabes con quién dormimos, lo que nos da miedo, lo que nos emociona, si pagamos nuestros créditos y hasta nuestra ideología política y nuestra religión. Lo más preocupante de todo es que aseguradoras, bancos o corporaciones de todo tipo explotan esos datos con fines económicos. Lo que antes requería un ejército, hoy se puede hacer con un hacker», ha afirmado Véliz.
La filósofa ha relacionado este esquema de vigilancia con el deterioro de las actuales democracias. «No es casualidad que el auge de las tecnologías digitales coincida con el declive democrático. Sin privacidad no hay protesta anónima, ni tampoco periodismo de investigación, ni ciudadanos críticos», ha alertado. En este punto, Saballs ha advertido de que el Gobierno chino acumula miles de datos. «Y le gustaría conseguir más», ha asegurado la profesora de Oxford.
Véliz ha defendido regresar a una vida «más analógica» y ha expuesto algunos ejemplos: «un libro físico es tuyo y no va a cambiar. Puedes llevarlo a la playa y no se va a romper si se cae desde cierta altura. Claremente, eso es una ventaja frente al ebook», ha explicado. «Toda nuestra vida es analógica. Lo digital solo es una sombra de toda nuestra vida», ha enfatizado.
Proteger a la infancia
La filósofa también ha realizado un alegato en favor de mantener la tecnología alejada de los más pequeños. «Estamos criando sujetos vigilados, no ciudadanos críticos. Los adolescentes necesitan privacidad para crecer, equivocarse y aprender».
Como ejemplo de esperanza, Véliz ha destacado que muchos de sus estudiantes de 18 años en Oxford ya han abandonado redes sociales o usan apps como Signal para proteger sus comunicaciones. «Están desarrollando estrategias de resistencia creativa. A veces usan varios una misma cuenta para evitar la hiperpersonalización digital», ha afirmado.
La especialista también ‘ha tirado’ de perspectiva histórica para ilustrar el peligro que supone el uso ilegítimo de los datos privados. «En la Segunda Guerra Mundial los nazis utilizaron los archivos de Ámsterdam (Países Bajos) para localizar a los judíos que vivían en el país. En esa época, el gobierno neerlandés había acumulado mucha información sobre los ciudadanos y la resistencia no fue capaz de destruirla. Eso facilitó la localización de muchas personas para ser deportadas. Sin embargo, en Francia tuvieron muchos más problemas porque en esa época no se recogían todas las direcciones de las personas». Con este ejemplo, Véliz ha señalado del peligro de que la información más privada acabe en las manos de actores que quieren usarla para fines perversos.