Una de las aportaciones más señaladas al acervo de la cultura universal es cierta clase de mugre muy española y mucho española: la picaresca. En su versión menuda fue ilustrada en relatos de muertos de hambre por nuestros genios clásicos; esa picaresca era casi en legítima defensa: Lázaro de Tormes, Rincón y Cortado, y tantos otros. Postales casi enternecedoras. Andando el tiempo, como todo lo malo, fue agrandando su costra de mugre. Ya no era el hambre, sino el relumbre, el querer más, la avaricia para darse la vida padre, madre y muy señor mío. Incluso para ir colocando a la familia, o la banda, o la tropa, porque no se sabe cuándo, pero cabe poca duda de que los vas a necesitar. No se mete uno en la cloaca sin saber cosas así, hay ya demasiada literatura, demasiada historia divulgada como para no saberlo. Ya irán saliendo.
Por eso mismo, tal vez, escandaliza más lo de estos maromos. Cada día trae nuevos récords de abyección humana, (ahí tenemos el exterminio palestino por el sionismo criminal convertido ya en costumbre, y la repugnante complicidad de Alemania y la UE en otro capítulo más de su historia más asquerosa), pero lo de estos tres de oros y copas, aparte de los caudales robados, tiene un tufo de tal mezcla de gases hediondos que dan ganas de vomitar de puro asco.
Cuestión de imaginar si entraron en el partido ya con el propósito definido o si sucumbieron a la tentación del corruptor necesario en la otra orilla, el empresario podrido. Y cuestión de imaginar la clase de tipo que pasa años mintiendo a un palmo de la gente a la que dice servir, y aplaudiendo discursos y parlamentos donde ellos mismos salían como el colmo de la putrefacción.
Luego está el folclore. Casi puede trazarse un arco estilístico entre la foto de los calzoncillos de Luis Roldán, consigo dentro, en plena orgía y las grabaciones de esta nueva maromada nombrando a las mujeres al viejo estilo ibérico. Ellos hablan así en la intimidad. Es su estilo, y en eso se parecen tanto a tantos; el insulto a las mujeres lo traen ya de fábrica; a las mujeres, a sus compañeros de partido, a su país, a sus paisanos, y a todo lo decente que pueda quedar.
En fin, nadie podría haber diseñado un regalo mejor para los adversarios políticos. El PP y esa cosa que ha montado Haragán Primero de España casi no pueden disimular la alegría. Escandalizados, dicen. Como si no conocieran la sensación.
A todo esto, aquellos dos julais que fueron juzgados por comisionistas -sí, sí, comisionistas también-, Luceño y Medina se llamaba el dúo, se levantaron seis millones y salieron inocentes del delito de estafa, según la justicia española independiente y de las jons. Inocentes, nada menos; así que atentos a ver si el juez de la causa nos sale juez de naranja, juez de limón o tónica juez.
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