Las fachadas vegetales, comúnmente conocidas como ‘muros verdes‘ o ‘jardines verticales’, no solo son elementos estéticos en las ciudades, sino que desempeñan un papel crucial en la mitigación del calor urbano y en la promoción de la biodiversidad. Pueden lograr disminuciones de la temperatura de hasta 0,7ºC durante el día, con el consiguiente ahorro energético. Además, propician la proliferación de decenas de especies animales.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio internacional dirigido por la ecóloga Katharina Hecht, de la Universidad de Utrecht, publicado en la revista ‘Building and Environment’.
Los investigadores realizaron un análisis exhaustivo en 20 paredes de entornos urbanos en Singapur y compararon sistemáticamente los muros verdes con muros desnudos y acantilados naturales, lo que permitió obtener una visión clara de sus impactos en el medio ambiente
Los resultados indican que los muros verdes pueden reducir la temperatura del aire alrededor de los edificios, logrando efectos de enfriamiento que oscilan entre 0,6 y 0,7ºC durante el día.
Edificio Santalaia de Bogotá, el jardín vertical más grande del mundo, obra del alicantino Ignacio Solano. / Paisajismo Urbano
«Puede parecer una diferencia pequeña», reconoce Hecht, «pero en el contexto del calor urbano, incluso pequeñas reducciones pueden reducir los costes energéticos y hacer que los edificios sean más cómodos para vivir y trabajar».
Estos beneficios se vuelven aún más relevantes dada la creciente preocupación por el fenómeno denominado ‘isla de calor urbano’, que se caracteriza por temperaturas más elevadas en áreas urbanizadas en comparación con sus alrededores rurales.
Objetivo, crear una ‘red ecológica’
Además de su función en la regulación térmica, los muros verdes también fomentan la biodiversidad. En el estudio, se registraron más de 100 especies animales, incluidos insectos, arañas y aves, que hicieron de estos muros su hogar. Este número contrasta de manera notable con los muros sin vegetación, que albergan solo un reducido número de especies.
«Esto demuestra que podemos aprender de las estrategias de diseño de la naturaleza para mejorar los muros verdes artificiales», apunta Hecht, destacando así la importancia del aprendizaje de los ecosistemas existentes para optimizar las soluciones urbanas.
En la investigación, también se realizaron observaciones sobre acantilados naturales en entornos urbanos, lo que permitió a los científicos evaluar cómo estos espacios pueden atraer una mayor diversidad biológica en comparación con los muros artificiales.
Los acantilados naturales presentaron niveles de biodiversidad ligeramente superiores, lo que sugiere que este tipo de estructuras son efectivas en la promoción de la vida silvestre. No obstante, Hecht subraya que, aunque los muros verdes son una alternativa valiosa en zonas urbanas, existe un amplio margen de mejora en su diseño y aplicación.

Torre de La Calahorra, en Elche. / visitelche.com
Para potenciar la efectividad de los muros verdes, es fundamental considerar el entorno circundante. «Las copas de los árboles cercanos y las zonas verdes sirven como ‘trampolines’. Permiten que las abejas, los insectos e incluso los pájaros pequeños salten de un árbol a otro y, finalmente, lleguen a las paredes verdes», resalta Hecht.
Sin esta vegetación circundante, los muros verdes enfrentarían no atraerían tantas especies, limitando así su impacto ecológico. «Se trata de crear una red ecológica«, enfatiza Hecht, a la vez que subraya la importancia de integrar estos elementos dentro de un sistema más amplio de biodiversidad urbana.
Aplicable en climas templados
Aunque el estudio se centró en el clima tropical de Singapur, Hecht considera que los hallazgos son aplicables en climas templados. «Los principios serían similares», afirma. Sin embargo, sería necesario adaptar las especies de plantas y los diseños específicos a las condiciones climáticas y a la biodiversidad local. Por ejemplo, en climas templados, es frecuente que musgos, plantas perennes y trepadoras locales colonicen las paredes de forma natural, lo que influiría en la selección de especies que prosperan en esas estructuras.
La creación de redes de espacios verdes, como destaca el estudio, es también crucial en las regiones templadas para garantizar que los muros verdes funcionen eficazmente como hábitats, señala Hecht. Estudios anteriores realizados en los Países Bajos, por estudiantes de la Universidad de Utrecht, ya han mostrado señales prometedoras en este sentido.
No obstante, la investigadora considera que se necesita más investigación para confirmar la capacidad de los muros verdes para mejorar la biodiversidad y la resiliencia climática en climas más fríos, como el del norte de Europa.

Detalle del jardín vertical de la antigua Tabacalera de Santander. / EFE / Pedro Puente Hoyos
En la actualidad, Hecht trabaja en un proyecto de seguimiento a través del programa ‘Caminos hacia la sostenibilidad’ de la Universidad de Utrecht. El equipo que dirige está desarrollando un sistema digital que recopila datos sobre los beneficios de los muros verdes y otros diseños de edificios sostenibles en diferentes climas y ubicaciones, facilitando así la vinculación y comparación de resultados. Esta iniciativa busca proporcionar información integral que permita a los urbanistas y diseñadores tomar decisiones fundamentadas en la incorporación de elementos naturales en sus proyectos.