Ubicado en el interior de la provincia de Valencia, Chelva es uno de esos destinos que sorprende desde el primer momento. Conocido por albergar el acueducto romano más grande de España, este encantador pueblo de casas blancas y calles empedradas recuerda por su estética y luminosidad a la famosa isla griega de Santorini. Sin embargo, Chelva posee una personalidad única que combina historia milenaria, naturaleza salvaje y una arquitectura tradicional que cautiva.
El principal atractivo turístico de Chelva es, sin duda, el Acueducto de Peña Cortada. Esta imponente obra de ingeniería romana, construida en el siglo I d.C., tenía como objetivo llevar agua desde la zona de Tuéjar hasta la ciudad de Llíria. A lo largo de más de 28 kilómetros, el acueducto atraviesa montañas, túneles excavados en la roca y espectaculares puentes de piedra que desafían la lógica de su época.
Lo que hace especial al acueducto de Chelva es su estado de conservación y su longitud, convirtiéndolo en el acueducto romano más extenso y mejor conservado de España. Uno de los tramos más visitados es el que cruza el desfiladero de la Peña Cortada, donde un estrecho túnel labrado en la roca da paso a una pasarela suspendida sobre el vacío. Esta ruta de senderismo es un plan ideal para los amantes de la naturaleza, la fotografía y la historia.
Casas blancas que enamoran
Al pasear por las calles de Chelva, uno no puede evitar pensar en Santorini. Las casas encaladas, con sus fachadas blancas que reflejan la luz del sol, los tejados de teja árabe y los balcones con flores, evocan el encanto de los pueblos del Mediterráneo oriental. Este estilo arquitectónico, además de ser visualmente atractivo, tiene una función práctica: mantener los interiores frescos durante los calurosos veranos de la comarca.
El barrio andalusí de Benacacira, uno de los mejor conservados de España, es una auténtica joya patrimonial. Callejuelas estrechas, pasadizos cubiertos y rincones con fuentes recuerdan el legado árabe que impregnó la zona durante siglos. Chelva ha sabido conservar esta herencia, integrándola con armonía en su presente.
Al pasear por las calles de Chelva, uno no puede evitar pensar en Santorini. / TURISME COMUNITAT VALENCIANA
Aguas turquesas y naturaleza virgen
Otra de las sorpresas de Chelva es su paisaje natural. Rodeado de montañas, bosques de pinos y cañones fluviales, este pueblo es también un destino ideal para los amantes del senderismo y el ecoturismo. Uno de los rincones más impresionantes es el río Chelva, cuyas aguas cristalinas y turquesas fluyen por parajes de gran belleza.
La conocida Ruta del Agua es una caminata circular de unos 7 kilómetros que recorre antiguas canalizaciones, molinos harineros, lavaderos y pozas naturales en las que es posible refrescarse en verano. Este recorrido, apto para toda la familia, combina historia, patrimonio hidráulico y belleza natural en un solo trayecto.
Los más aventureros pueden explorar también el paraje del Remedio, donde se encuentra el santuario homónimo y unas vistas panorámicas espectaculares del valle. Desde allí, se puede contemplar el contraste entre las casas blancas de Chelva y el verde profundo de los bosques circundantes, en un paisaje que parece sacado de una postal mediterránea.