Cada vez más lejos, cada vez más letal. La aparente calma de los últimos meses en las costas canarias no significa que la migración haya cesado, sino que las mafias están reconfigurando sus rutas y desplazando los puntos de salida hacia zonas menos vigiladas, sin reparar en el aumento del riesgo que supone para quienes emprenden la travesía. El cierre de fronteras en Mauritania y Senegal ha forzado a las redes de tráfico a replantear sus itinerarios, alargando el recorrido hasta partir desde países como Guinea Bissau o Guinea Conakri, según confirman fuentes especializadas que trabajan sobre el terreno. Así esquivan los controles reforzados en África occidental, a costa de enviar a los migrantes por una de las rutas más largas, inciertas y letales. La distancia entre Conakri y El Hierro supera los 2.200 kilómetros, unos 750 más que la ya peligrosa travesía desde Senegal o Gambia.
Uno de los factores clave que explican este desplazamiento es el refuerzo de los controles en los principales países de salida. En abril de 2024, la gendarmería mauritana desmanteló la mayor red de tráfico de personas del país, en una operación considerada decisiva. Las autoridades localizaron más de 50 pisos francos en Nuakchot, arrestaron a 117 personas y confiscaron embarcaciones, combustible, víveres y chalecos salvavidas. La red, compuesta por seis células y liderada por un ciudadano mauritano, había organizado el tránsito de más de 1.200 personas hacia Canarias.
La agencia europea de costas pone el foco en la inestabilidad del Sahel y en el aumento de las redes de contrabando
Cuanto más se aleja el punto de partida, mayor es la exposición al oleaje, a la escasez de agua y alimentos, al agotamiento extremo y a la posibilidad de quedarse sin combustible. A más días de navegación, más aumentan las probabilidades de que las embarcaciones se desorienten o se quiebren en alta mar. Aunque las cifras oficiales reflejan un descenso sostenido en las llegadas durante los últimos siete meses —desde el pico de 7.338 personas en noviembre hasta las 445 registradas en mayo—, no hay certezas de que sean menos quienes lo intentan. La barquilla que volcó la semana pasada a escasos metros del muelle de La Restinga, con un saldo trágico de cuatro mujeres y tres niñas muertas, llevaba más de diez días de navegación. Había partido, precisamente, desde Guinea Conakri.
La cooperación bilateral también ha sido clave para el refuerzo del control fronterizo. Esta semana, los gobiernos de Mauritania y Senegal han firmado dos acuerdos de cooperación para frenar los flujos migratorios irregulares. Los documentos, firmados por el ministro de Exteriores mauritano, Mohamed Salem Uld Merzug, y su homóloga senegalesa, Yassine Fall, abordan tanto la lucha contra el tráfico de personas y la protección de las víctimas como la regulación de las condiciones de entrada y residencia en ambos países.
Aunque la llegada de migrantes a las Islas se ha ralentizado, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas no baja la guardia. «Seguimos de cerca la ruta atlántica y no esperamos que esta tendencia se mantenga durante el verano», advierten fuentes de Frontex. «Con el mar en calma y mejores condiciones meteorológicas, la ruta suele activarse en la segunda mitad del año, especialmente entre agosto y noviembre. Nos estamos preparando para que ese patrón se repita en 2025», añaden. Pese a los meses de menor actividad, la agencia subraya que «la presión sobre Canarias sigue siendo alta, por encima de la media de años anteriores, debido a la persistente inestabilidad en el Sahel y al crecimiento de las redes de contrabando en Mauritania».
Menores migrantes
Actualmente, más de 60 agentes de Frontex están desplegados en Canarias, donde colaboran estrechamente con las autoridades españolas. Su labor se centra en tareas de identificación, registro y apoyo operativo en los principales puntos de llegada. La agencia europea subraya que está preparada para reforzar su presencia si la situación lo requiere en los próximos meses.
En este contexto, el Gobierno de Canarias teme que, con la llegada del verano y el mar en calma, aumenten las travesías en cayuco y patera, y con ellas, la llegada de menores no acompañados, sin que se hayan activado aún los traslados a otras comunidades autónomas previstos en la reforma de la ley de extranjería. La norma, aprobada en marzo, contempla una distribución obligatoria de estos menores por todo el territorio nacional, pero su aplicación sigue estancada. El Archipiélago, que acoge actualmente a más de 5.800 niños y adolescentes solos, lleva casi dos años alertando de que el sistema de acogida está al límite. Precisamente hoy, el presidente canario, Fernando Clavijo, inaugura en Madrid la jornada Niños y niñas que migran solos: una responsabilidad compartida, organizada por el Ejecutivo autonómico. Al encuentro asistirán cerca de un centenar de representantes de oenegés y entidades especializadas en infancia migrante, con el objetivo de elaborar una guía común para mejorar su atención.
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