El municipio de Sant Joan es el santuario tranquilo de una isla bulliciosa, un destino para quienes buscan evadirse y conectar directamente con la naturaleza. En la antítesis del ruido del sur ibicenco, se despliega un paisaje norteño de bosque mediterráneo y calas escondidas, ideal para maravillosos paseos y sorprendentes descubrimientos. Desde la comodidad del Hilton Cala San Miguel o la exclusividad de Aguamadera, el refugio de Iria Urgell –hija del fundador de la mítica Pacha– en Santa Eularia, el visitante encuentra aquí el verdadero encanto de la isla más conocida de Baleares: paz, naturaleza y una conexión genuina con una esencia hippy que se remonta a los años 60 del siglo pasado.
En el pintoresco pueblo de San Carlos se encuentra un lugar emblemático que encapsula a la perfección la atmósfera y la realidad de aquel movimiento hippy: el legendario Bar Anita. Más que un simple establecimiento, este bar funcionó como un punto de encuentro vital y centro neurálgico para la comunidad que se asentó en la zona. Un detalle fascinante que atestigua la singularidad de aquellos tiempos reclama la atención desde una de sus paredes: una extensa colección de viejos buzones. Dada la dispersión de las viviendas y las limitaciones del servicio postal convencional en aquel entonces, estos buzones recogían el correo oficial para los residentes de la zona.
Una exploración por el norte descubre un tesoro natural con una historia sorprendente: la cueva de Can Marçà. Ubicada majestuosamente en el interior de un acantilado sobre el Port de Sant Miquel, esta impresionante formación geológica de más de 100.000 años, sirvió como guarida y escondite para los contrabandistas de la isla. Utilizaban sus recovecos y pasadizos para ocultar mercancías ilegales, y aún hoy, los visitantes pueden observar las marcas que dejaban en las rocas para orientarse en la oscuridad y no perderse en su intrincado refugio secreto con unas espectaculares vistas al Mediterráneo.
Quietud interior y sintonía con los ritmos personales
A escasos 10 minutos a pie de este tesoro natural se halla el Cala San Miguel Ibiza Resort, Curio Collection by Hilton, un alojamiento cuyos responsables extienden una invitación a sus huéspedes para sumergirse en una experiencia inédita de calma y descubrimiento. Más allá de ser un mero alojamiento con sus 292 habitaciones, el resort se ofrece como un facilitador de atractivas vivencias para poner a disposición un amplio repertorio de actividades estimulantes. Estas propuestas han sido cuidadosamente concebidas para tejer un vínculo intenso entre el visitante y la naturaleza que rodea al establecimiento, promoviendo a su vez una profunda quietud interior en sintonía con los propios ritmos personales.
Vista de la bahía de San Miguel. / AyC.
La oferta de actividades se aleja deliberadamente de lo superficial para lograr una inmersión genuina en la cultura viva y el carácter único de Ibiza. Desde experiencias que apelan a las tradiciones arraigadas hasta aquellas que invitan a explorar el paisaje, el programa está diseñado para enriquecer la estancia desde la calma. Un ejemplo de esta aproximación a la deslumbrante cultura local está en los talleres dedicados a la elaboración de licores tradicionales. En ellos, los huéspedes tienen la oportunidad de acercarse a técnicas ancestrales y a conocer los singulares ingredientes botánicos de la isla que dan vida a estas bebidas emblemáticas. También se puede disfrutar de una relajante sesión de cine bajo las estrellas.
La conexión con los ciclos naturales y una dimensión más introspectiva se manifiestan en actividades como los rituales de luna llena y las ceremonias de cacao que invitan a la contemplación y a la reflexión en un entorno natural, aprovechando la energía y la atmósfera particular que ofrece el cielo nocturno sobre el mar del norte ibicenco.
Una isla privada
La exploración del entorno marino y terrestre es otro pilar de las experiencias en este enclave frente a Sa Ferradura, una isla privada en la bahía de San Miguel que han visitado celebridades como Elon Musk o Lionel Messi y donde el dj francés David Guetta ameniza las fiestas más glamurosas y privadas de la Isla.
Por tierra, las caminatas guiadas adentran a los huéspedes en los senderos que serpentean por el paisaje boscoso y rocoso del norte. Explorar el norte de Ibiza a pie es una forma inmejorable de conectar con su naturaleza, su historia y su tranquilidad. Caminar por Cala d’en Serra, Balansat, Balàfia o el Canal d’en Martí, al lado de la playa de Pou des Lleó, es un lujo para el que tan solo se necesitan unas zapatillas deportivas.
Aunque Santa Eulalia del Río sea uno de los municipios más conocidos y con más servicios de la isla, su área de influencia en el norte ofrece también una sorprendente cantidad y variedad de rutas senderistas. Lejos de limitarse a la costa, el municipio abarca zonas interiores y litorales con múltiples senderos señalizados. Desde aquí parten itinerarios que exploran lugares como Es Canar, se adentran en las zonas elevadas como Puig d’Atzaro, recorren la bella bahía de Cala Llonga o serpentean por los alrededores de Siesta.
Justo en el centro del bosque mediterráneo de Santa Eulalia se encuentra otro templo del descanso relajado de Ibiza: Aguamadera.
De reinar en la noche a la tranquilidad de una colina
Acostumbrada a reinar desde niña en uno de los santuarios del ocio nocturno de la isla, Iria Urgell, hija de Ricardo Urgell, fundador de Pacha, cambió el bullicio de la noche ibicenca por la tranquilidad exclusiva de una colina del noreste de Ibiza. Rodeada de bancales y vegetación, se alza Aguamadera, un proyecto de agroturismo que recupera la estructura de una finca payesa del siglo XIX, transformada ahora en un espacio que busca conectar la hospitalidad con el entorno rural de la isla, la cultura local y una propuesta culinaria particular.
Iria Urgell define Aguamadera como un lugar de encuentro. «Aguamadera es casa. Desde el corazón de Ibiza, reúno a una comunidad creativa de almas para compartir experiencias y amor por la cultura, la gastronomía, la naturaleza y la tradición de la isla», afirma sobre el concepto que guía el proyecto. La visión es crear un refugio que acoja a personas con interés en la gastronomía, la tradición y el paisaje ibicenco.
Recuperando la arquitectura rural
La restauración de la finca ha buscado preservar su arquitectura original. Los espacios interiores se han diseñado con una estética que utiliza materiales naturales y se centra en la funcionalidad. Elementos como suelos de terracota o la presencia de madera se integran en un diseño minimalista. La finca mantiene su estructura, sin alterar los volúmenes originales, y cuenta con una piscina central rodeada de jardines y huertos. La decoración incluye mobiliario del Empordà y piezas de arte y artesanía local.

Piscina rodeada de jardines y huertos. / AyC.
La Era: cocina con fuego y producto local
La propuesta culinaria se articula en torno al restaurante La Era. Su enfoque principal es la cocina de leña, inspirada en las prácticas agrícolas tradicionales de la isla. Bajo la dirección del chef ejecutivo Gonzalo Cerrato Laguna, se retoman bases de la cocina mediterránea, utilizando el dominio del fuego como técnica central.
La filosofía de La Era se centra en la simplicidad, la pureza y la conexión con los orígenes a través del producto local. Cerrato Laguna destaca la relación con el entorno: «La cocina es mi pista de baile, y el huerto de Aguamadera me provoca cada temporada con sus joyas para crear una carta de buen producto, poco tratado y con respeto a la tradición», explica mientras adereza una ensalada de níspero y sirve unos canyuts del Delta del Ebre.
Aguamadera mantiene un vínculo con el entorno a través de sus extensas áreas cultivadas y jardines. Con más de 2.800 metros cuadrados dedicados a bancales agrícolas y 11.330 de jardines, la finca cultiva hortalizas, frutas, plantas medicinales y flores. Esta producción abastece parcialmente al restaurante y contribuye a la salud del ecosistema local, incluyendo el soporte a las abejas mediante la diversidad floral.
El proyecto promueve una experiencia que invita a apreciar los sonidos del campo con tranquilidad para exhibir el triunfo de la calma en la isla más bulliciosa de Baleares.