de futbolista indolente a favorito a Balón de Oro, sobre todo para Luis Enrique

Hay una escena en la final de Múnich emblemática sobre la transformación de Ousmane Dembélé. Yann Somner, el portero suizo del Inter, se dispone a sacar de puerta, en corto como siempre, y el exdelantero del Barça aguarda al borde del área. No en posición de espera, sino con el cuerpo posicionado para la carrera rabiosa, como si estuviera en una pista de atletismo preparado para una prueba de velocidad. Cuando Somner pone el balón en juego, Dembélé se activa como si acabara de escuchar un pistoletazo de salida. A toda prisa se lanza a la presión. Sobre un defensa, a menudo Acerbi, o sobre el mismo cancerbero. 

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