Cada año más de 20 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares tras la llegada de devastadoras lluvias torrenciales, inundaciones de gran magnitud, incendios arrasadores y sequías extremas. De seguir así, según advierte un informe liderado por la Unesco y la Fundación la Caixa, el auge de los extremos climáticos podría provocar al menos 2.100 millones de desplazamientos forzados más en los próximos 50 años. Sobre todo en regiones del planeta donde la vulnerabilidad climática se solapa con situaciones de pobreza extrema. «Vivimos en un mundo en el que quienes menos han contribuido al cambio climático son quienes están sufriendo las consecuencias más graves. Si no priorizamos medidas para hacer frente a esto corremos el riesgo de enfrentarnos a una tragedia humanitaria a escala global», afirma Rodolfo Lacy, autor principal de este nuevo análisis, en una entrevista con El Periódico.
«Si no priorizamos medidas para hacer frente a esto corremos el riesgo de enfrentarnos a una tragedia humanitaria a escala global»
El trabajo, presentado este miércoles en el Centro Internacional de Ciencias Humanas y Sociales alojado en el Palau Macaya, dibuja un mapa de impactos climáticos profundamente desigual. Actualmente se estima que hay al menos 3.600 millones de personas que habitan en zonas altamente vulnerables al cambio climático. De estas, al menos 239 millones viven en condiciones de extrema pobreza y que, por lo tanto, son más vulnerables ante el impacto de extremos climáticos y tienen menos capacidad de recuperarse frente a ellos. En este contexto, el informe advierte que el aumento de fenómenos como olas de calor prolongadas, el avance de la desertificación o la subida del nivel del mar podrían convertir regiones enteras en inhabitables, empujando a millones a desplazarse de manera forzada. Entre ahora y el 20270, de hecho, se estima que el número de refugiados climáticos podría multiplicarse por 25.
«Si no tomamos medidas urgentes, la crisis climática se convertirá en una de las mayores causas de desplazamiento forzoso del siglo XXI. El coste humano de la inacción climática será incalculable y recaerá sobre las espaldas de quienes menos responsabilidad tienen en esta crisis global», insiste Lacy, especialista del Centro de Coordinación de Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien recuerda que los países del sur global destacan como los que menos han contribuido al cómputo global de emisiones y, aún así, son quienes están sufriendo las consecuencias más devastadoras de esta crisis. «Hablar de una transición justa también es hablar de las medidas y del financiamiento que necesitamos desplegar en estas regiones vulnerables del planeta para conseguir que miles de millones de personas no se vean obligadas a abandonar su hogar», destaca el especialista.
Más allá de las desigualdades geográficas, el informe también señala que la crisis climática afecta de forma desproporcionada a grupos sociales como las mujeres, los pueblos indígenas y los niños. De hecho, de seguir así, los expertos calculan que entre 2040 y 2060 habrá al menos 1.400 millones de mujeres se verán directamente impactadas por las consecuencias más duras del cambio climático y, dado que muchas de ellas ya se encuentran en contextos de discriminación estructural, este fenómeno podría dejarlas en una situación aún más vulnerable. «Cuando una mujer está en condición de pobreza y, además, se ve obligada a migrar por condiciones climáticas adversas también acaba siendo más vulnerable ante otras discriminaciones estructurales como, por ejemplo, la violencia de género y hasta la trata de personas», afirma Lacy.
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