Universidad israelí estudia moringa para biofortificar cultivos

Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén optimizan el cultivo de moringa en regiones áridas, rica en nutrientes, para garantizar sostenibilidad alimentaria.

Investigación israelí optimiza moringa en regiones áridas

Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén desarrollan estudios para biofortificar cultivos con moringa, un árbol conocido por su alto contenido de proteínas, vitaminas y minerales. El equipo, liderado por expertos en agricultura sostenible, busca maximizar la producción de moringa en regiones áridas con recursos hídricos y nutricionales limitados. Los experimentos se centran en variedades como Moringa oleifera, que contiene hasta 27% de proteína en sus hojas, además de altas concentraciones de vitamina A, vitamina C, calcio y hierro, según análisis de la institución.

El proyecto se realiza en el campus de Rehovot, donde los científicos aplican técnicas de cultivo que reducen el consumo de agua en un 30% frente a métodos tradicionales. Utilizan sistemas de riego por goteo y sustratos específicos para suelos áridos, logrando que las plantas alcancen una altura promedio de 3 metros en 12 meses. En 2024, el equipo cultivó 500 árboles en un terreno experimental de 2 hectáreas, obteniendo 1.5 toneladas de hojas secas por hectárea, un rendimiento considerado eficiente para condiciones desérticas.

La moringa se destina a poblaciones vulnerables en regiones con inseguridad alimentaria, especialmente en África y Asia, donde la desnutrición afecta a más de 2 mil millones de personas, según datos de la FAO. Los investigadores israelíes colaboran con organizaciones internacionales para distribuir semillas y capacitar a agricultores locales. En Etiopía, un programa piloto iniciado en 2023 permitió a 200 familias incorporar moringa en sus dietas, aumentando la ingesta de hierro en un 15% en niños menores de 5 años, conforme a un informe de la universidad.

El enfoque de biofortificación busca integrar moringa en cultivos básicos como maíz y trigo, enriqueciendo su valor nutricional. Los científicos emplean métodos agronómicos para mezclar polvo de hojas de moringa con granos, logrando un incremento del 20% en el contenido de vitamina A en productos derivados. Este proceso no altera el sabor ni la textura de los alimentos, según pruebas realizadas en laboratorio con consumidores locales en Israel.

Nutrientes clave de la moringa en biofortificación

  • Proteína: Hojas de moringa contienen 27% de proteína, ideal para dietas vegetarianas.
  • Vitamina A: Una porción de 100 g aporta el 78% de la ingesta diaria recomendada.
  • Hierro: 100 g de hojas secas proporcionan 28 mg, superando a la espinaca.
  • Consumo de agua: Cultivo reduce uso de agua en 30% con riego por goteo.
  • Producción: 1.5 toneladas de hojas secas por hectárea en suelos áridos.

Avances en el cultivo sostenible de moringa en Israel

Desde 2021, la Universidad Hebrea de Jerusalén ha invertido 2 millones de dólares en este proyecto, financiado parcialmente por el Ministerio de Agricultura de Israel. Los investigadores han identificado que la moringa tolera temperaturas de hasta 45°C, lo que la hace viable para regiones áridas como el desierto del Néguev. En ensayos de campo, las plantas mostraron resistencia a sequías prolongadas, manteniendo un 85% de su contenido nutricional incluso bajo estrés hídrico, según datos publicados en 2024.

El equipo también explora el uso de moringa en la alimentación animal, mezclando sus hojas con forraje para incrementar el contenido proteico en un 10%. En pruebas con ganado en granjas locales, los animales mostraron un aumento del 5% en el peso corporal tras tres meses de dieta suplementada. Este enfoque busca diversificar los usos de la moringa, ampliando su impacto económico en comunidades agrícolas de países en desarrollo.

La investigación incluye análisis genéticos para seleccionar variedades de moringa con mayor concentración de micronutrientes. En 2023, el equipo identificó una variedad con un 12% más de calcio que el promedio, la cual se cultiva ahora en invernaderos controlados. Los científicos planean secuenciar el genoma completo de esta variedad para 2026, con el objetivo de mejorar su resistencia a plagas y enfermedades, un factor crítico en climas áridos.

En paralelo, el proyecto colabora con startups israelíes como GreenArava, que desarrolla fertilizantes orgánicos para suelos desérticos. Estos productos, aplicados en los cultivos de moringa, han incrementado la absorción de nutrientes en un 18%, según estudios de campo. La universidad también trabaja con el Centro Volcani, un instituto agrícola israelí, para optimizar técnicas de poscosecha que preserven los nutrientes de las hojas durante el almacenamiento.

Impacto global de la moringa en la nutrición sostenible

El uso de moringa en biofortificación se alinea con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que buscan erradicar el hambre para 2030. En India, un programa apoyado por la universidad introdujo moringa en 150 escuelas en 2024, beneficiando a 10,000 niños con suplementos alimenticios. Los resultados mostraron una reducción del 8% en los casos de anemia, según reportes locales. La moringa también se utiliza en polvos alimenticios distribuidos por ONG en Sudán, donde la desnutrición afecta al 33% de la población infantil.

Israel se posiciona como líder en tecnologías agrícolas sostenibles, con más de 500 empresas en el sector de foodtech. Además de la Universidad Hebrea, instituciones como el Technion investigan cultivos biofortificados para climas extremos. El país exporta anualmente 300 millones de dólares en tecnología agrícola, incluyendo sistemas de riego y semillas mejoradas, según datos del Ministerio de Economía.

La moringa, originaria de India y África, se cultiva en más de 80 países, pero su uso en biofortificación es reciente. Desde 2015, proyectos internacionales han integrado moringa en dietas para combatir la desnutrición, con resultados positivos en países como Kenia y Filipinas. La Organización Mundial de la Salud reconoce que el consumo de moringa puede reducir la deficiencia de micronutrientes en un 25% en comunidades rurales.

Los desafíos incluyen la aceptación cultural de la moringa en regiones donde no es un alimento tradicional. En América Latina, la universidad colabora con gobiernos locales para introducirla en programas de alimentación escolar. En 2025, México planea un proyecto piloto para cultivar moringa en Oaxaca, utilizando técnicas israelíes, con el objetivo de producir 2 toneladas de hojas secas en el primer año.

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