A Pepe Sánchez le cuesta no sonreír. Es así siempre. Pero ahora más si cabe. El ascenso a la Liga Asobal la semana pasada del equipo que fundó en 2017 sobre la base del Sporting Salesianos se lo impide. Desde entonces, solo ha tenido una meta: devolver a Alicante la gloria pasada, la que firmaron el Obras del Puerto, Calpisa y Tecnisán. En menos de ocho años ha pasado de liderar un club de Segunda División Estatal, la cuarta categoría nacional, a ser el alma y el motor financiero del Horneo Eón, que se ha ganado el derecho a estar en la élite española como campeón de liga.
Exultante con el trofeo que acredita este hito mayúsculo, trata de lograr eso tan difícil que es la conciliación de la vida familiar y empresarial, ya de por sí compleja, con la rigidez a la que obliga la máxima competición, en la que nada puede dejarse a la improvisación. A sus 56 años recién cumplidos, atraviesa un momento existencial dulce viendo crecer una compañía alimentaria cien por cien alicantina, con más de 200 empleados, y creada desde cero con sus propios ahorros cuando aún no había llegado a la treintena. Pepe Sánchez es feliz y no lo puede ocultar… y tampoco debe… tiene motivos de sobra. Atrás quedan las madrugadas en las que amanecía a las dos de la madrugada para irse a trabajar después de haber entrenado por la tarde. Ha convertido su pasión por el balonmano en una forma de vida que, de momento, le ha valido para colarse entre algunos de los clubes más emblemáticos del viejo continente.
Pepe Sánchez posa con el trofeo de campeón de liga en el obrador de su compañía, Horneo, funcionando a pleno rendimiento. / Héctor Fuentes
¿Ha cumplido su sueño?
Sí, parte de él está ya cumplido. El primer objetivo, que era llegar a Asobal y asentar el club en la ciudad, era necesario. No sabíamos lo que íbamos a tardar, pero se ha realizado este año, que Dios mío, es inmejorable. Estoy muy contento.
¿Recuerda cómo empezó todo?
Claro. Me llamó Paco Praes un día para echar una mano en el club, que entonces no era Eón, y yo llevaba fuera de este mundillo como 14 años, centrado en la empresa para sacarla adelante. Lo hice por amistad y cuando él se retiró, cogí las riendas y enseguida me di cuenta de las posibilidades que tenía el proyecto si abríamos el club a la ciudad. Ahí empezó todo.
¿Ha sido como imaginaba?
Yo no me imaginaba exactamente cómo sería el camino. Yo tenía una visión de lo que la ciudad necesitaba, lo que el club podía darle a la ciudad como entidad independiente. Porque en Alicante, el balonmano se ha basado siempre en clubes colegiales, y yo veía que necesitábamos un club independiente. El colegio está para trabajar bien las bases, es supernecesario, pero el resto de la ciudad necesitaba a alguien que liderara a otros niveles. Y hay mucho colegio público que hay que trabajar. Esta ciudad, esta provincia, la quinta de España, que por el historial que tiene, el calado que tiene, y lo que le ha dado a la historia del balonmano, necesitaba tener un equipo donde hemos llegado, en la élite.
¿Cómo vivió el último partido?
Lo viví solo. Me encerré en un salón yo solo, sin familia, porque me pongo muy nervioso. Tengo ese problema. De hecho, la mayoría tengo que verlos después, cuando ya han terminado. Los veo en directo en la pista y luego lo tengo que volver a ver tranquilamente en casa solo. Y yo me encerré, me pegué mis gritos y estuve solo viéndolo. Pero disfruté y lo pasé muy bien.
¿Y la celebración?
El domingo fui a recibirlos, llegaban a las seis y algo de la mañana, y me fui a esperar al autobús, a darles un abrazo, porque además no dormí apenas por la tensión acumulada y necesitaba verlos a todos
¿Llegó a temerse lo peor…?
No, lo daba por hecho. Perdimos en Barcelona porque el rival también juega y pelea por lo mismo que tú. A veces, esto tan sencillo no se entiende, no se puede ganar siempre. Nuestro club no depende de un partido, depende de una trayectoria, y la trayectoria es la que al final te dice dónde tienes que estar. Nos ha venido bien conseguir el objetivo en Burgos, yo creo que la afición lo ha disfrutado más. Ha habido partidos que han arrastrado mucha afición y esos son los que hacen que la gente se sienta parte del club.
¿Qué parte de este logro coral diría que es suya?
La idea inicial, la visión inicial y luego la perseverancia, porque sí que es verdad que cuando el club se va llenando de gente, a veces puedes dejarte arrastrar por los sentimientos, por los resultados. Y yo he tratado siempre de olvidarme de si se gana o si se pierde, no apartarme nunca del objetivo: formar un equipo luchador que puede perder partidos, pero que es cuestión de tiempo que llegue a donde tiene que llegar. Y así ha sido por la perseverancia porque nunca nos fijamos un plazo, solo una meta.
«Para consolidar al equipo necesitamos que el tejido empresarial, las administraciones y la afición no le den la espalda al proyecto»
¿Ha llegado antes o después de lo que imaginaba?
Cuando tienes un sueño siempre lo ves lejano. A mí no me gusta ilusionarme mucho porque prefiero ver las cosas un poco más negras para luego llevarme la alegría, pero sí que es verdad que de hecho este partido de Burgos, dos o tres días antes, apenas he dormido, los nervios… y eso es porque veía que estaba ahí y creo que ha llegado un momento mejorable.
Al final, lo que queda es la alegría, pero ¿cuánto hay de sacrificio personal, cuánto de usted ha tenido que sacrificar?
He sacrificado más de lo que debería, y ya no hablo a nivel económico, sino en tiempo a la familia, al trabajo, que necesitan su tiempo y ha habido momentos en los que no ha existido porque se lo he dedicado a este proyecto, a este sueño. Por eso, que haya entrado gente como Ñago [Jorge Cremades, actual presidente del club], la nueva directiva, gente que ha sumado, eso me ha permitido delegar sin dejar de estar ligado al proyecto.
Eso le quería preguntar, ¿en qué momento decide que lo mejor es dar un paso al lado?
En el momento que tomé ciertas decisiones erróneas en el club, precisamente por temas personales. En ese momento me di cuenta de que tenía que dar un paso al lado para dejar que otros tomaran las riendas del día a día y yo desvincularme un poquito de esas decisiones, que a veces las he tomado más con el corazón que con la cabeza.

Pepe Sánchez, en el comedor que usan su empleados dentro las instalaciones de la nave industrial de Horneo. / Héctor Fuentes
¿Es un milagro que solo una empresa local como la suya haya llevado a un equipo así a la Asobal?
Hay gente que lo llama milagro y hay gente que lo llama estar como un cencerro. La gente no lo entiende, y yo a veces tampoco. Pero estoy ahí. A unos les gusta escalar el Everest, cruzar el océano en barco solo… y yo me he embarcado en esta ilusión, que es la ilusión de muchos y eso también te empuja. Este mérito es propiedad de mucha gente, de todos los que en algún momento han ligado sus vidas o sus carreras al Eón. De todos, sin excepción. Quiero recordarlos y darle mi agradecimiento a todos ellos.
Si es difícil llegar, ¿cuán difícil será mantenerse ahora una vez llegados a la élite?
Eso va a depender mucho de lo que la ciudad aporte, ahora es cuando realmente se va a ver si la ciudad es merecedora de que un equipo suyo esté en la élite. Alicante lleva mucho tiempo pidiendo un club en la élite. Los empresarios de esta ciudad que nos siguen tienen que apostar por el balonmano Asobal, las instituciones tienen que apostar dentro de sus posibilidades. Si se dan estas dos condiciones, quién sabe, el día de mañana, dónde podemos llegar si esto ocurre.
Y en ese sentido, ¿quién más se tiene que implicar?
Son tres patas, el sector empresarial; el aficionado, que hay que trabajarlo bien porque tenemos que ilusionarle para que llene el pabellón; y las instituciones, Ayuntamiento, Conselleria y Diputación. Si esas tres patas las tenemos fuertes y hacemos un buen trabajo deportivo, yo creo que no tiene que ser difícil siendo Alicante.
La falta de clubes alicantinos en la élite hasta ahora, ¿es una cuestión de mala gestión o de escaso respaldo de la administración?
Yo creo que es una mezcla. La administración tiene que apostar más, equiparar su respaldo al que dan a sus clubes en otras regiones. Yo he viajado a todos los pabellones y lo he podido comprobar. Galicia es un buen ejemplo, por citar una. Su ayuda es muy potente. Pero en Alicante el clima nos juega en contra. Siempre hace bueno, y los deportes de pabellón jugamos en desventaja. A la gente le cuesta meterse en un recinto cerrado. Tenemos que hacer cosas para que la afición se encuentre cómoda dentro de la cancha y hacer cosas antes, durante y después de los partidos para llamarles. Haremos un buen equipo que a la gente le ilusione y que haga que entre al pabellón.
¿Se plantean cambiar de pista?
No. Nuestro sitio está en el Pitiu.
Habrá tres clubes de máxima representación compitiendo en la misma calle algunas semanas…
Sí. Eso ya lo tenemos planteado. Tenemos muy buenas relaciones con Lucentum y Hércules y lo que haremos ser intentar no solaparnos, pero aprovechar el flujo de aficionados. Si somos capaces de coordinarlo, no lo veo una desventaja, al revés, todos los problemas hay que convertirlos en ventajas.
«Estoy convencido de que haremos un gran equipo que ilusione a los seguidores y que nos afiance en la liga»
¿Han valorado la vía de la fusión para buscar mayor repercusión tal y como hizo el Lucentum?
Horneo Eón no tiene ninguna intención. En su día, se nos propuso, pero lo descartamos. Al final tú tienes un proyecto muy personal, tenemos muy claro cuáles son nuestros objetivos. ¿Se puede hacer algo puntual con algún otro club de otro deporte? Se podría hacer, pero yo creo que cada uno tiene que llevar su camino, hacer cosas puntuales que beneficien todos, pero yo creo que mezclar lleva a jaleo.
¿Y hasta dónde puede llevar una marca alicantina como Horneo a un equipo recién ascendido dentro de la Asobal?
Horneo es una empresa local y, a nivel Asobal, puede ayudar al mantenimiento en la élite, ayudar a consolidarlo, que es lo que va a hacer, pero necesitamos o a muchos patrocinadores pequeños o algún otro grande que realmente apueste como nosotros y traiga una marca que se beneficie de la repercusión mediática. Porque Horneo, al final, es una compañía que no se vende al pequeño consumidor, su mercado es profesional. Pero hay muchas marcas en la zona a las que sí les puede ser muy interesante que Eón lleve su nombre por toda España, o el día de mañana por Europa. A nosotros nos da imagen, pero, económicamente, a otras marcas le puede dar mucho más.
¿Está logrando disfrutar de lo conseguido o ya tiene la cabeza en el siguiente paso?
No. Incluso antes del partido del ascenso, ya conversé con el presidente, de temas de futuro, les decía, oye, que no se nos olvide esto, que ahora hay que correr para… Alguno me dijo que le dejara tranquilo, danos una semana, solo una para disfrutar… Soy así, mi cabeza no para. Es imposible.

Pepe Sánchez, expresidente y actual miembro de la directiva del Eón Alicante, en las instalaciones de Horneo. / Héctor Fuentes
¿Cómo es la Asobal actual, la que se va a encontrar el Horneo Eón Alicante?
Hay dos ligas. Una para los cinco primeros y quien dé la sorpresa, y otra el resto. Si no entiendes eso, lo pasas mal. Hay que trabajar para, dentro de tus límites, hacer muy bien las cosas, no dejar nada al azar. Tenemos que consolidarnos. Creo, sinceramente, que hay clubes que llevan tiempo en la Asobal que no están tan preparados como el Eón. Nosotros estábamos en Primera Nacional y ya hacíamos cosas de equipos de División de Honor Plata. Y en los años que llevamos en Plata, hemos hecho cosas que equipos de la Asobal no hacen, tanto en preparación de partidos como en todo lo demás. Creo que vamos a encajar bien y ojalá demos alguna sorpresa.
En estos días, ¿de quién se acuerda más?
De mucha gente. De todos y cada uno de los que me han ayudado de una forma u otra. Hay gente más especial, sí, el presidente, la junta directiva, jugadores que lo están dando todo…
¿Y en lo personal?
De quien ha sufrido mucho este sueño, esta locura, mi mujer. Claudia lo vive, lo ha vivido, lo ha sufrido y es la que me tiene que aguantar. Ella es mi apoyo. Si no hubiera sido por ella, realmente ni esto ni la empresa habrían salido adelante. Es mi punto de apoyo, en la que lo baso todo. Y de mi hijo Daniel. Ellos también se merecen disfrutar de este gran logro coral.
Y a Pepe Sánchez, el empresario de éxito y el fundador de un club que acaba de ingresar en la élite, ¿qué le queda por conseguir en la vida después de esto?
Me conformo con ser capaz de disfrutar un poco más. Lo que me queda ahora, a ciertos niveles laborales y deportivos, es relajarme un poco. Lo que quiero es disfrutar un poco más, incluso del balonmano, porque lo paso muy mal. Tengo que ver si debo ir al psicólogo o algo porque ni siquiera me hace falta que sea un partido importante, lo paso fatal. No sé por qué. Es como que lo busco, pero tengo que encontrar un punto intermedio. Yo creo que al haber conseguido este objetivo, lo voy a vivir ya de otra manera. Ya estamos en Asobal, creo que ya voy a poder ver partidos sin que el resultado me importe tanto. Hasta ahora, ganar era vital, un gol más o menos era vital, todo lo era. Al estar en Asobal me voy a poder relajar y disfrutar.