La gran mayoría de los españoles hace la misma acción una o, incluso, varias veces a la semana: llenar el depósito de gasolina de sus coches, camiones, motos, etc. Un bien de primera necesidad para muchos cuyo precio no se salva de las constantes fluctuaciones.
Estos vaivenes en el precio del combustible, que casi siempre son al alza, provocan que los españoles, como es lógico, busquen un punto de venta donde el repostaje sea algo más barato, lo que ha hecho que las estaciones de servicio ‘low cost’, u otras estaciones que no pertenecen a las grandes compañías del sector, se vuelvan muy populares entre los ciudadanos.
Muchas personas recurren a las gasolineras low-cost para rellenar sus depósitos / Freepik
El origen del combustible
La legitimidad de estos negocios, al igual que el de las gasolineras tradicionales, está amparada en la Ley de Hidrocarburos de 2013 que abrió el negocio de la comercialización de combustibles al público en general. Pese a esa legitimidad, muchos ciudadanos se preguntan sobre el origen de los hidrocarburos y la calidad de los mismos en uno u otro establecimiento.
Los consumidores y los propios distribuidores son cada vez más conscientes del problema que supone la venta de gasolina adulterada. Puede que estés poniendo gasolina en tu coche, pero puede también que esté mezclada con alquitrán, agua, aceite u otros productos más sofisticados. “Hay que tener en cuenta que muchas veces este combustible no supervisado provoca una mayor contaminación y además daña el motor del vehículo”, declara Fabián Torres, director de Desarrollo de Negocio de SICPA España.
De hecho, recientemente se descubrió el caso de una gasolinera en Alaquàs (Valencia) que suministraba gasolina adulterada y ha afectado a unas 50 personas provocando averías en los vehículos.
¿Qué soluciones hay?
En este sentido, SICPA ha fabricado un laboratorio portátil en el que se realiza el estudio de la muestra de gasóleo sobre el terreno. “Para evitar fraudes, contamos con unas moléculas que se denominan ‘marcadores’ que se colocan en proporciones de partes por millón en los oleoductos o en los camiones cisterna o en los jumbo-tanks para detectar el tipo de combustible que se transporta y la calidad de este”, explica Fabián Torres.
Los marcadores son invisibles, inoloros e imposibles de sustituir. Además, están adaptados a todos los tipos de hidrocarburos y no perjudican al motor ni al medio ambiente. SICPA analiza las muestras de combustible desde laboratorios portátiles que se transportan cómodamente en un vehículo y gracias a los cuales se pueden obtener los resultados en apenas dos minutos. Gracias a este proceso se puede detectar si el combustible que están vendiendo es gasóleo, alquitrán, otra sustancia más sofisticada o gasolina 100%.

Uno de los laboratorios portátiles de SICPA / SICPA
Otro tipo de estafas
En relación con el comercio de combustibles existen múltiples estafas y conductas fraudulentas y muchas de ellas se llevan a cabo en España. “En la zona de la costa es muy común encontrar este tipo de robos con el ‘bunkering’ (relleno ilegal de depósitos en alta mar con lanchas). Se pinchan oleoductos de transporte para hacerse con el combustible y luego el fuel sustraído deriva en contrabando de gasolina”, explica Fabián Torres.
Otro fraude extendido es el uso de combustibles que han pasado por todos los cauces legales, pero de los que se hace un uso indebido. El ejemplo más claro es la utilización del gasóleo agrícola (que es más barato porque está subvencionado por el Gobierno para abaratar los costes de producción de agricultores y ganaderos) por el gasóleo convencional. Por suerte, la herramienta desarrollada por SICPA permite evitar este tipo de fraudes y frenar así el comercio ilícito de la gasolina y derivados.