El nivel del mar aumentará unos 30 centímetros en los próximos treinta años y hasta un metro para 2100, según la mayoría de las proyecciones científica. Y, aunque sea en menor medida, lo hará, previsiblemente, aunque se reduzcan drásticamente desde ya las emisiones de carbono, algo que será difícil que ocurra, a la vista de la evolución de las políticas que se están aplicando en la mayoría de los países del mundo.
La subida de las aguas afectará millones de personas que viven en ciudades costeras, pero también a zonas agrícolas y cultivos en el medio rural. Los cálculos más optimistas señalan que la subida del nivel del mar y la intrusión salina amenaza a 13 millones de agricultores en todo el planeta.
Un modelo pionero desarrollado por investigadores de la Universidad Libre de Ámsterdam (VU) proyecta cómo las comunidades agrícolas costeras responderán a las crecientes inundaciones y a la salinización de cultivos debido al cambio climático.
La herramienta, denominada DYNAMO-M, simula las decisiones de 13 millones de hogares rurales en zonas vulnerables hasta 2080 y ofrece claves para mitigar una crisis que podría reconfigurar las economías y las migraciones a escala global.
DYNAMO-M es un sistema de simulación basado en agentes que analiza cómo los agricultores afrontarán el avance del mar. A diferencia de los modelos tradicionales, que se centran en impactos físicos, este nuevo sistema incorpora el factor humano: evalúa si las familias optarán por permanecer en sus tierras, adaptarse con cultivos tolerantes a la sal o migrar hacia el interior.
El avance del mar en el Delta del Ebro. / EFE
La investigación, que se presentó en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU25), celebrada hace unos días en Viena, combina datos de riesgo de inundaciones, proyecciones de aumento del nivel del mar y vulnerabilidad de 23 cultivos esenciales, entre los que destacan el arroz, el trigo y el maíz, para predecir escenarios hasta el año 2080.
Quedarse, adaptarse o migrar
Según revela el estudio, las áreas situadas dentro de llanuras de inundación con recurrencia de una cada cien años son las más expuestas. «El aumento del nivel del mar obliga a una decisión crítica: quedarse, adaptarse o migrar«, explica Kushagra Pandey, investigador principal del proyecto.
«Nuestro modelo no solo cuantifica pérdidas económicas, sino que revela cómo las políticas públicas pueden alterar el curso de estas elecciones», añade el científico.
El modelo DYNAMO-M identifica regiones costeras en las que los agricultores tendrán que enfrentarse a reducciones drásticas en sus ingresos debido a la salinización y a las inundaciones. Entre los puntos críticos destacan zonas de Estados Unidos (Florida, Nueva York, Oregón), Asia (Japón, China, Filipinas) y Europa (Italia). En estos territorios, la combinación de suelos fértiles y proximidad al mar los hace particularmente sensibles.
DYNAMO-M aplica la teoría de la utilidad esperada subjetiva, que asume que los hogares buscan maximizar su bienestar económico. Así, cada año, las familias evalúan si los costos de adaptación, como sembrar variedades resistentes a la sal o elevar sus viviendas, superan las pérdidas por quedarse sin cambios o los gastos de migrar.

Previsión del aumento del nivel del mar. / Agencias
Las proyecciones realizadas por los investigadores desvelan que, sin intervenciones, millones de familias optarían por abandonar sus tierras, generando desplazamientos masivos y cambios en el uso del suelo.
El equipo también probó en DYNAMO-M el efecto de subsidios gubernamentales y seguros contra inundaciones. Los resultados muestran que incluso apoyos modestos, como cobertura parcial de daños o financiamiento para infraestructura resiliente, reducirían la migración forzada.
«Pequeños subsidios pueden mejorar la capacidad adaptativa y disminuir los desplazamientos impulsados por el aumento del mar», señala Pandey.
Planear escenarios realistas
El informe expone varios ejemplos. En Filipinas, donde el arroz es vital para la seguridad alimentaria, incentivos para cultivar variedades tolerantes a la sal podrían evitar pérdidas del 30% en rendimientos. En Florida (Estados Unidos), por su lado, políticas que combinen diques comunitarios y seguros accesibles mitigarían el abandono de tierras agrícolas, recoge el estudio.
El modelo DYNAMO-M representa «un avance en la modelación de riesgos climáticos al integrar variables socioeconómicas y ambientales», destacan sus autores. Para gobiernos y agencias de desarrollo, los hallazgos de este modelo son una hoja de ruta: identifican no solo zonas en riesgo, sino también medidas costo-efectivas. Según el estudio, retrasar acciones incrementaría los costos de adaptación en un 70% para 2050.
Aunque el modelo no elimina la incertidumbre, ya que variables como la velocidad del deshielo polar o las emisiones futuras de CO2 afectan las proyecciones, sí ofrece un marco para planear escenarios realistas. «Entender estas decisiones es urgente. No hablamos solo de cultivos, sino de medios de vida y estabilidad social», expone Pandey.
El desafío, reconocen los autores del estudio, es ahora «traducir estos hallazgos en políticas concretas». Organismos como el Banco Mundial y agencias de cooperación ya han mostrado interés en DYNAMO-M para establecer prioridades en inversiones en agricultura resiliente.

Infografía sobre el aumento del nivel del mar. / fundacionaquae.org
Mientras tanto, los investigadores planean ampliar el modelo para incluir efectos en cadena, como fluctuaciones en precios de alimentos y conflictos por tierras. Su objetivo es mejorar la herramienta para evitar el colapso de los cultivos de millones de familias en el mundo.
«Los hallazgos amplían las fronteras de la modelización del riesgo climático y ofrecen perspectivas prácticas para gobiernos, aseguradoras y agencias de desarrollo global que buscan apoyar a las comunidades agrícolas más vulnerables en un mundo en calentamiento», recoge en un artículo sobre DYNAMO-M Asmae Ourkiya, de la Unión Europea de Geociencias